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Decía Gianni Rodari (Omegna, 1920-Roma, 1980), cuando ya se había convertido en un autor célebre, que siempre que visitaba una escuela los niños le preguntaban: «¿Cómo se inventan las historias?»; una pregunta recurrente y a la que es difícil contestar con precisión. Sin embargo, él estaba convencido de que los niños se merecían una respuesta honesta. Así que para aclararlo todo, absolutamente todo, escribió un ensayo de casi doscientas páginas explicando «el arte de contar historias». O, al menos, su manera de concebirlas, de crearlas y de desarrollarlas. Lo tituló 'Gramática de la fantasía' y desde que la publicó la editorial Einaudi en 1973 se convirtió en un clásico imprescindible para pedagogos, profesores, escritores y todo aquel que se interese por la imaginación aplicada la redacción de cuentos.
Allí explicaba muchos de sus trucos, por ejemplo, su prodigiosa técnica relacional, conocida hoy como el 'esquema Rodari': se eligen al azar un sujeto y un predicado, y el escritor debe unirlos en la pregunta «¿Qué ocurriría si…?». Otras técnicas suyas, como el binomio fantástico –unir términos sin ninguna relación entre sí, como 'semáforo' y 'azul'– o las palabras deformadas –creando neologismos–, se utilizan hoy día profusamente en todo taller literario que se precie.
Autor Gianni Rodari
Editorial Juventud. Año 2014
Páginas 144
Pero, en el fondo, más que trucos del oficio detrás del libro había un objetivo: llenar de estímulos «el ambiente en que el niño se desenvuelve». Vivir la imaginación, integrarla en la cotidianidad. Toda una revolución que hoy día nos cuesta valorar en su verdadera dimensión, pero que vista en el contexto de la estricta vida infantil de la época –oprimidos en el colegio, oprimidos en la calle y oprimidos en casa–, la propuesta de Rodari, que había estudiado magisterio y pedagogía, y en su juventud había ejercido la docencia, hasta que la cambió por el periodismo, es auténticamente liberadora.
Teorizar está muy bien, y es necesario, pero si adoramos tanto a Rodari no es por sus ensayos, sino por sus maravillosos cuentos. Relatos breves, o incluso brevísimos, con los que fue salpicando periódicos y revistas de la Italia de posguerra, y que, aunque en su época le costaron más de un disgusto con las autoridades, sobre todo las eclesiásticas, que en los años cincuenta se puso de moda quemar sus libros en las parroquias –su militancia comunista no ayudaba demasiado–, con el paso del tiempo sus obras se han convertido en clásicos.
Uno de sus títulos más celebrados, con decenas de traducciones y cientos de ediciones en todo el mundo, fue 'Cuentos por teléfono', publicado por primera vez en 1962.
En estos 'Cuentos', Rodari utiliza una estructura tan ingeniosa como cómoda para el escritor: una historia que actúa como marco general, en el que se van insertando aventuras, que en realidad funcionan como pequeños relatos autónomos, hilvanados por un personaje común, cuyo papel va variando en cada uno de los cuentos; puede ser protagonista, testigo y mero narrador de una historia que le llega 'de segunda mano'. Básicamente, se trata de componer un 'cuento de cuentos', a la manera oriental, como en 'Las mil y una noches'.
Y es que todo arranca con un viajante, el señor Bianchi, cuya hija no puede dormir sin que le cuente un cuento. Y, como viaja seis días a la semana, cada noche tiene que llamarla y contarle un cuento; por teléfono, evidentemente.
Titulado originalmente 'Fábulas por teléfono' –lo de 'cuentos' fue una licencia de la traducción, o más bien todo un acierto– contiene una colección de setenta cuentos cortos, llenos de imaginación, personajes entrañables, situaciones sorprendentes y, sobre todo, humor. Mucho humor.
Con su habitual estilo sencillo en apariencia, de vocabulario claro y diálogo en abundancia, pero preñado de imaginación, de giros narrativos y de desternillantes golpes de humor, Rodari desplegará una historia en la que lo importante no es el desarrollo lineal, sino el disfrute de unos personajes absurdos y entrañables, que viven peripecias tan disparatadas que, en el fondo, sirven para mirar la realidad y las convenciones sociales desde un punto de vista diferente, que termina por ponerlas en cuestión. De alguna manera inexplicable, la autoridad, la violencia y la injusticia siempre terminan derrotadas por la imaginación y la alegría que irradian las historias que teje con sus personajes. Como los reyes de Comilonia, un reino donde la dinastía de Comilones, del I al IX, acabaría por devorarse a sí misma.
Son cuentos con un final inesperado o una pregunta que invita a la reflexión sobre sus temas recurrentes, que son los grandes temas de la literatura y de la vida: la amistad, la solidaridad, la imaginación, la libertad y la importancia de los sueños. No falta el espíritu crítico, porque también habla sobre la guerra, la injusticia o el consumismo, pero siempre desde una perspectiva optimista y llena de esperanza.
Y sobre todo ese maravilloso humor blanco, una mirada cándida al mundo que no solo gusta a los lectores más jóvenes, sino todavía más a los adultos. Como René Goscinny o Quino, Gianni Rodari es un autor para niños de tres a cien años, y para jóvenes de todas las edades. El triunfo de 'la imaginación al poder'.
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