Tratando de hacer pie
Alberto García- Teresa presenta una colección de poemas que asumen la angustiosa conciencia del desastre al que nos abismamos, pero que también nombran la esperanza como eje vital.
No cabe duda de que en los últimos tiempos ―razones objetivas no escasean― se está produciendo un florecimiento de la poesía cívica, de la poesía de toma de conciencia, aunque, conviene señalarlo ya, los criterios estéticos que la sustentan están muy lejos de la primacía del contenido que caracterizó a muchos de los poetas que se adscribieron a la llamada 'poesía social', ahora se procura desarrollar una relación más enriquecedora con el lenguaje, porque el lenguaje nunca es neutral y la poesía debe, más en estos tiempos, luchar contra la erosión y la transformación y la perversión de los significados, aunque la escritura del poema apele a la intimidad y no excluya hacer sangrar de impotencia al corazón.
'El áspero dolor de la esperanza'

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Autor Alberto García Teresa
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Editorial Lastura
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Páginas 116
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Precio 14,00 euros
Albero García-Teresa (Madrid, 1980) es uno de los poetas que con mayor constancia y mayor acierto viene transitando por esa senda que intenta tomar ... conciencia de la realidad en la que vive y no ceja en denunciar la injusticia y el silencio que tratan de imponernos los resortes del poder. En estos versos del primer poema del libro, 'Vivir en tiempos de colapso', explica su postura inequívoca: «… No nos quedan apenas, / y sacudimos los días con alegría y desentendimiento, / adorando el lazo que nos desanuda del mundo, / compitiendo en una carrera de consumo / y distracciones para no sentir el amargor / del abismo, para no pronunciar / esas palabras que taladran los pulmones». Como es obvio, el tema de la poesía no tiene por qué ser lo que determinados poetas y lectores consideran como poético. La poesía debe abordar lo cotidiano, las vicisitudes que traspasan la lo contingente y hacen del individuo un ser activo y contestario. No se trata de negar legitimidad a esa especie de franciscanismo que ocupa a una parte no menor de la joven poesía española, pero, en la situación por la que atraviesa la sociedad actual, trágicamente inmersa en un torbellino de preocupaciones en cascada como la guerra, el genocidio, la emigración, la crisis climática, el agotamiento de los recursos, la creciente desigualdad y el retroceso democrático, por citar algunos de los graves problemas que nos acucian, otros muchos han optado por una especie de 'existencialismo solidario' en el que los poemas establezcan un vínculo más efectivo, más sólido con el mundo y opten por la denuncia del 'statu quo', sobre todo ahora que parece que la sociedad en general ha desterrado el pensamiento crítico de sus predilecciones.
Precisamente, en este libro abunda el pensamiento crítico en versos como estos: «Deshilachar el diálogo, practicar sangrías / en los nudos y en los abrazos. / Deglutir la mansedumbre y vivir la rabia / como un hipo que nos atraganta. / Conducir el horizonte de promesa electoral a / anuncio publicitario, de / remedio tecnológico a remanso místico. // Y, a pesar de todo, hacernos creer libres». El poema se entiende así como una especie de muro de contención que protege a la familia y a la comunidad, un antídoto contra el infierno personal al que aboca la desesperanza, el poema permite, a fin de cuentas, canalizar la corriente del dolor que nos conduce al del desencanto, de esta constatación proviene, me atrevo a afirmar, el título del libro, 'El áspero dolor de la esperanza', porque, como escribe García-Teresa en otro poema, «…a la esperanza se la debe mirar sin miedo. // La esperanza siempre se rebela, nunca se atrapa. // Porque la esperanza se nutre de los sueños / y nadie ha conseguido aún encuadrarlos». Las imágenes de estos poemas se nutren de ausencias, de lamentaciones, pero esto no significa que no haya también sitio para el asombro y la contemplación de la belleza: «Entre la celebración y la despedida / transcurren nuestros días, / en esa tensión entre el impulso / y el recogimiento, entre el / bullicio y el balance», porque la función de la poesía no es solo lamentar, cantar lo perdido o denunciar la avaricia y la injusticia, su razón de ser descansa también en brindar consuelo y en conformar ese lenguaje propio de nuestra intimidad que se hace eco de las inquietudes colectivas.
Alberto García-Teresa, en esta nueva entrega poética, no se mueve un ápice de sus presupuestos ideológicos y poéticos, antes al contrario, en su obra toda va hilando la urdimbre de su existencia, una existencia comprometida que lucha contra la normalización de la violencia, contra la perversión del lenguaje con las mismas armas, las de las palabras insumisas, palabras que dan voz al lector, que hacen, en definitiva ―«avanzamos / con la esperanza / agujereando el presente»―, visible aquello que nos ciega.
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