El adiós de dos históricos
Retirada. Tras más de 30 años sobre los corros Alfonso González e Iñi Pedrosa dicen adiós, todavía con cuerda para jugar, entre honores y el cariño de los aficionados
Decir adiós nunca es fácil. Decir hasta luego es un poco más sencillo, aunque cuando llevas toda una vida dedicada a los bolos, el momento de colgar las bolas se convierte en una decisión que cuanto más sopesas, más cuesta. Y más si, como les ha pasado a Alfonso González e Iñi Pedrosa, todavía tienes cuerda para rato. Los dos se van, los dos dicen hasta luego, y lo hacen sabedores de que todavía tienen bolos en su cuerpo. Es quizá la decisión más difícil. Colgar unas bolas que todavía tienen mucha madera que llevar.
«Tenía mucho miedo a que las molestias físicas que empiezan a surgir me golpearan a mitad de temporada y me arrastrase por las boleras. Siempre he querido retirarme estando en buena condición física y de juego», apunta Alfonso. «Para llegar hasta aquí hay que cuidarse mucho», señala Pedrosa. «Hasta los 35 eres joven y puedes ir de romería y jugar bien a los bolos. Yo siempre he querido seguir los máximos años posibles».
Afición, ilusión. Fonso e Iñi difieren en algunos aspectos acerca del pasado y presente de los bolos, pero coinciden en el secreto para estar tantos años poniendo bolas. «Te tiene que gustar mucho, es un deporte muy sacrificado que requiere muchas horas», opina el de Las Fraguas. «Te tiene que gustar mucho la competición, tienes que vivirlo con pasión. A día de hoy todavía la siento», remata su compañero.
Un final que llega en un mundo bolístico totalmente diferente al que conocieron cuando echaron los dientes en una bolera. Alfonso, en Ontoria. Iñi, en Las Fraguas. «Todo empezó enfrente de mi casa, cuando mi padre preparó una bolera», recuerda el capitán de Comillas. «Ahí surgió la afición, se me daba bastante bien». Empezar bien, que un niño vea que tiene posibilidades de competir es clave para el fomento de la afición. Eso le sucedió a Pedrosa. «Mi primer recuerdo es con seis años en la bolera de Las Fraguas. Jugué un torneo y gané. Me dieron un trofeo del que me acuerdo perfectamente y que se rompió hace seis u ocho años en casa de mis padres. Era rojo brillante, me dio mucha pena».
Un primer recuerdo que nunca se olvida, como el estreno en la élite. Porque esos niños crecen, ganan competiciones y llega el momento de arrimarse al tiro con los gallos. «Recuerdo que mi debut fue en Peñacastillo, cuando el presidente era El Belga. Fue un momento inolvidable». Si Iñi debutó en la Mateo Grijuela, todavía descubierta, Fonso lo hizo con otra peña santanderina, pero fuera de casa. «Fue con La Carmencita contra la peña Mallavia en Torrelavega. No recuerdo cómo quedamos, pero sí sé que por la mañana nevó y por la tarde jugamos a los bolos. Yo tenía 18 años».
Muchos años en la élite, muchos recuerdos, muchas vivencias, muchos compañeros y muchas anécdotas. «Por ejemplo, jugando con Villalba un campeonato de parejas se puso en el aparcamiento a imitar mi postura, que no es fácil. Yo acababa de comprar coche, se le escapó la bola y me lo estrenó», sonríe el de Ontoria. «En cuanto a recuerdos, yo me quedo con el subcampeonato de España del 2014, cuando me ganó Óscar en la bolera de Revilla de Camargo», remata Iñi.
En todo su paso por las categorías inferiores y tras su estreno con los mayores ambos vivieron unos bolos diferentes a los que se respiran hoy en día, especialmente para Pedrosa. «Queda poco de los bolos de aquella época. Antes era un deporte más de amigos, incluso dentro de los propios jugadores». Más contundente se muestra el de Las Fraguas al hablar del futuro. «No enganchamos a la gente joven. El espectáculo lo hace el público y creo que lo estamos aburriendo».
Para Alfonso el cambio ha llegado sobre todo en el entorno del corro. «Los jugadores de antes eran más cercanos al público y se hacían querer más de lo que nos hacemos querer hoy en día nosotros. Ese es el cambio más importante». Con respecto al futuro, se muestra un poco más optimista que su compañero de equipo. «El aficionado de bolos siempre ha sido mayor, ya lo era hace 30 años. Sí que hay que hacer algo para atraer a la gente joven a las boleras».
Alegrías, sinsabores, títulos, ascensos, descensos. En tantos años da tiempo a todo, pero sobre todo a cultivar amistades y a vivir los bolos de otra manera más allá de lo deportivo. «Los bolos me lo han dado todo. Mis mejores amigos están aquí y mi actual trabajo lo conseguí gracias a los bolos», apunta Alfonso. «Te dan mucho, una vida», remata Iñi. «Y la satisfacción de poder compartir charla con los aficionados».
Malos recuerdos también, como no podía ser de otra manera. Derrotas, finales perdidas o descensos, como el que han vivido este año en Comillas. «Me da mucha rabia, sobre todo porque debido a las lesiones y los problemas de salud no he podido aportar nada», lamenta Pedrosa. «A nivel personal lo hemos pasado mal y eso no nos lo merecíamos, especialmente Marcos».
Ahora les llega a ambos el turno para disfrutar, de los bolos desde fuera y de la familia, la gran sufridora de tan amplia trayectoria. Se van dos grandes jugadores, dos señores de las boleras que dejan los corros...de élite. Porque Alfonso seguirá con sus amigos jugando en aficionados en Ontoria, e Iñi deja la puerta abierta a que el gusanillo le lleve a, si le permite la salud, disfrutar de manera más relajada. En cualquier caso, se han ganado el descanso.
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