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Los 10.000 del Soplao

El desafío de las miles de historias

En El Soplao hay tantas historias como participantes. En cada uno hay un propósito, una motivación que hace entrenar y preparar pruebas que por lo general son bastante duras. Cuatro de ellos cuentan cómo vivieron un día de los que no se olvidan fácilmente. Todos cumplieron con ese gran reto de desafiarse a uno mismo

Lunes, 19 de mayo 2025, 07:20

Tres de ellos -José, Ramón y Borja- debutaban en sus especialidades. Otro, Iván, es uno de los consumados maestros en El Soplao. Cuatro participantes cuentan su historia. Cuatro ejemplos de entre tantos miles que hay en Los 10.000 del Soplao. Una prueba en la que, además de los recorridos, el gran desafío es retarse a uno mismo.

RamónTortajada Bicicleta de montaña | 110 kilómetros

«En el Negreo llegó mi mejor momento de la carrera. Me veía fuerte»

Ramón Tortajada, durante la prueba. DM

Un año me llegué a apuntar en Los 10.000 del Soplao. Pero mi mala cabeza... Me acordé el mismo fin de semana. Así que esta vez, para debutar en los 110 kilómetros, a entrenar desde enero con mi amigo José.

En la salida, nada de nervios. Sabíamos que habíamos hecho los deberes. Y si salía algo mal, se intentaría resolver sobre la marcha. Era como un día de entrenamiento. Pero suena el 'Thunderstruck'... Soy muy de AC/DC. Es un momento espectacular. Se te ponen los pelos de punta.

Repuesto de urgencia

«Los mecánicos alucinaron con el invento que había hecho con un palo en el freno delantero»

Ese problema posible llega pronto. Noto algo raro en el freno delantero. Al principio pensé que por ir por un terreno blando, la bici se frenaba. Pero luego veo que las pastillas se habían salido de la pinza. Paramos en una fuente y desmontamos la rueda para ver qué pasaba. Lo que nos empieza a pasar también es mucha gente... Y todo, con piezas nuevas, cambiadas pocos días antes.

Consigo meter las pastillas en la pinza y busco un palo con la misma medida que hiciese de pasador en el eje. Lo encuentro. Había que llegar al punto de servicio mecánico, en el kilómetro 84. Por si acaso no aguanta, cojo un pequeño alambre de un cercado.

Pero el palo aguanta a la perfección. Aunque del que tiro principalmente es del freno de atrás, que va casi echando humo. Lo alterno poco a poco con el delantero. En las subidas no había problema, pero en las bajadas... Y hay algunas bastante fuertes en el recorrido. Llegamos a la base del Negreo y allí los mecánicos, que alucinaron con el invento que había hecho, me lo repararon. Lástima que no pude conservar el palo de recuerdo.

Y ahí, en ese Negreo que todo el mundo teme, llegó mi mejor momento. Aunque es una subida muy dura, me veía fuerte. Esos seis meses de entrenamiento cristalizaron ahí. Y llegar a la meta los dos juntos, consiguiendo el objetivo que nos habíamos propuesto en un arranque de esos de 'a que no hacemos...' El sábado, al terminar, no quería ni ver la bici. Pero el domingo ya la miraba con otros ojos. Además, vuelvo a Valencia enamorado de Cantabria. Por mi parte, quiero regresar a Los 10.000 del Soplao.

José Rodríguez Bicicleta de montaña | 110 kilómetros

«En la primera participación, he hecho el tiempo que tenía previsto»

José Rodríguez posa para inmortalizar su participación en El Soplao. DM

Un amigo había venido hace diez o quince años. Y esta vez, con otro amigo, Ramón.. Nos 'calentamos'. Desde enero, a entrenar. Tanto física como psicológicamente. Es un entrenamiento que implica mucho esfuerzo y sacrificio, como levantarse un día del fin de semana a las seis de la mañana a entrenar.

Participamos en la carrera de 110 kilómetros. Y quizá por la buena preparación que hemos hecho, no he estado nervioso estos días previos. Hemos estado muy bien y dormido muy bien, incluso la noche antes de la carrera. Habrá ayudado también que somos muy metódicos y ordenados. A valencianos como nosotros les gusta el sol. Habíamos visto vídeos por Youtube de otras ediciones de Los 10.000 del Soplao. Y veníamos preparados para todo, con chubasqueros, guantes... A fin de cuentas, éramos debutantes. Pero cuando vimos que había una ventana de dos días con sol... Casi no nos lo creíamos. A dos valencianos, eso nos da la vida.

Mal momento en el Negreo

«Tuve unos pinchazos en los cuádriceps. Me bajé un poco para andar y oxigenar las piernas»

En la salida –espectacular– tampoco me puse nervioso. Pero al poco de empezar, llega el primer problema. No mío, sino de Ramón con el freno delantero. Había que aguantar hasta el punto en que hubiese un servicio mecánico.

Ese estaba en Renedo, en la base del Negreo. El temido Negreo, con esos muros en los dos primeros kilómetros que son una tortura. Ahí tuve algún pequeño pinchazo en los cuádriceps. Me mordió el caniche, como yo digo. Y decidí bajarme un poco de la bici y andar. Creo que en esos casos, andar viene bien. Oxigenas un poco las piernas. Ese ha sido el peor momento de la carrera.

Pero ese momento malo pasó. Y seguimos hasta llegar a la meta en Cabezón. Los dos juntos, entrando en meta con los brazos en cruz. Ese es sin duda el mejor momento del día. Y además, exactamente en el tiempo que habíamos previsto. Yo había calculado que íbamos a hacer entre ocho y nueve horas y hemos cruzado la meta en ocho horas y media.

Si en el Negreo sufrí, en otros lugares disfruté. Con el paisaje... Lo hemos pasado muy bien en Cantabria. El domingo, un día después de esos 110 kilómetros, no quieres ni ver la bici. Pero dentro de unos días...

Iván Gago Bicicleta de montaña | 150 kilómetros

«En la meta, al ver a los míos, de felicidad se me quitaron todos los dolores»

Iván Gago cumplió con su objetivo. Ocho horas y 27 minutos en meta. DM

Me despierto a las 3.30 y ya no hay forma de volver a dormir. La cabeza ya lleva pensando en este día toda la semana. A las 5.15, hora de levantarse. Este año tengo ayuda en los avituallamientos y vamos los cuatro de casa y dos amigos, así que todo el mundo arriba.

Tengo cajón en la salida, así que no tengo que ponerme a la cola de todas las bicis que hay. El reto de este año es bajar de ocho horas y media. Lo tengo en las piernas, pero ya sé que es un día muy largo y puede pasar de todo. Es mi undécimo Soplao y cada año tengo una historia diferente. Suena AC/DC, nervios a flor de piel, besos a la familia... Y al lío.

El Calor

«En el Negreo por Rozadío tuve malas sensaciones. Pegaba el sol de lleno. Me quitaba las fuerzas»

Salgo con tranquilidad porque la gente sale muy nerviosa. En El Moral, va todo perfecto. Y en Juzmeana están los míos para darme ánimos y el primer avituallamiento. En la subida a Cruz de Fuentes –15 kilómetros–, voy perfecto. Como creo que nunca la he subido. En la bajada de Los Tojos las piernas se relajan y me da el primer calambre. Y eso que no he parado de comer y beber, pero siempre me pasa.

Pasamos Correpoco y llegamos al Negreo, la subida más dura. Seis kilómetros con rampas de hasta el 26-28%. Hay dos kilómetros y medio de rampas muy duras y tres de piedras que se hace muy pesado. Me da un calambre que hace que tenga que bajar el ritmo un momento. Pero corono y me doy cuenta de que voy 20 minutos mejor que el año pasado y pienso: 'lo tengo'.

Llego a la zona de Sarceda, un barrizal en el que hay que bajarse de la bici. En Rozadío las sensaciones ya no son las mismas, pero sigo. Empiezo el Negreo por ese lado. Tengo malas sensaciones. Pega el sol de lleno y no me gusta. Me quita las fuerzas. Subo con más pena que gloria y pienso que no voy a llegar. Tengo las piernas acalambradas, pero tengo experiencia y sé que lo ahora es negro después se puede volver blanco.

Llegó arriba y recupero y hasta Puente Nansa. Solo quedan dos subidas, San Pedro y Monte Aa. En la primera, tras mucho sufrimiento, llego arriba. En Monte Aa están los míos. Muchos ánimos. Lo doy todo en la bajada y ya por la carretera, a tope. Llego a meta en 8h.27 sobre el puesto 50, que a los 50 años no está mal. Allí me esperan los míos (gracias a todos) y se me quitan todos los dolores de la felicidad. Nos veremos en 2026.

Borja Molinuevo Ultramaratón | 110 kilómetros

«Este tipo de carreras empieza realmente cuando llega el día»

Borja Molinuevo, con su medalla al terminar la 'ultra' de 110 kilómetros. DM

Llevo ya tiempo corriendo. Medias maratones, maratones enteras... Tienes el cuerpo hecho a esto. Y me planteé debutar en la ultramaratón larga del Soplao. 110 kilómetros, aunque ya había estado en 2013, cuando participé en la maratón.. En diciembre, enero... Miro los fines de semana que tengo libres, veo carreras, y a por ellas.

La 'ultra' empieza a la medianoche del viernes al sábado. En mi trabajo, tengo que hacer relevos y hacer turnos de noche. Eso que tengo ganado. Al cuerpo, si le pides activación, responde cuando sea. Un minuto antes de la salida en una carrera como esta, en lo que piensas es que todo vaya bien.

Menos ritmo

«Llegó el día y se me hizo de noche. Con el calor fui peor. Volví a animarme al bajar la temperatura»

Estaba tranquilo. Porque el pronóstico era que iba a hacer muy buena noche. Al principio se metió algo de niebla, pero luego, con la luna, las estrellas... El buen tiempo te quita de pensar en complicaciones. Pasé una noche muy cómoda, a lo que ayudó que el recorrido está muy bien señalizado. Porque este tipo de carreras cuando realmente empieza es en el día.

Uno de los momentos especiales de una prueba así es el amanecer. A mí me pilló en Los Tojos. Fue un momento muy chulo. Pero el amanecer lo que trae es el día. Y cuando llegó el día, se me hizo de noche. Llegué justo al control horario de Los Tojos en el segundo bucle. Se cerraba a las dos de la tarde y llegué sobre las dos menos cuarto. Y casi ni comí nada. Y empezó a calentar el sol y a entrarme una galbana... Con el calor fui algo peor. Pero no quedaba otra que seguir corriendo, comiendo y bebiendo. A media tarde, entró una brisa y comenzó a bajar la temperatura. Ahí me volví a animar.

Y a las nueve y media de la noche llegaba a la meta en Cabezón de la Sal. 21 horas y media de carrera. ¿Qué se siente después de un esfuerzo tan tremendo? Sobre todo, alivio. Lo que quieres es llegar, que ya está bien de correr.

Ayer, el día después de la carrera, hubiese dicho que no a volver a la ultramaratón larga del Soplao. Pero cuando se quiten las agujetas... Seguro que está en mente el regresar a Cabezón. Además, soy de Durango, en Vizcaya, así que lo tengo muy cerca.

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