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Con su melena rubia enmarañada, la piel todavía mojada y enfundado en un chaleco de seguridad con una cámara integrada en el pecho, Jonan descansaba ... sentado este miércoles al mediodía en la rampa del CAR (Centro Especializado de Alto Rendimiento) de Vela en Santander junto a su tabla de pádel surf, su remo y el equipaje que lleva encima en su travesía por Europa desde hace casi tres años (un bolso pequeño amarillo y una mochila con la tienda de campaña naranja en la que duerme, un par de mudas, botellas de plástico de agua, medicación y algo de ropa). No necesita más. Le vale con lo puesto.
Es Jonas Böhlmark, un joven sueco que se autodefine como «aventurero extremo», y que partió en septiembre de 2022 desde el norte de Noruega con un firme propósito: atravesar Europa de deporte extremo en deporte extremo y durmiendo «casi todas» las noches a ras de las estrellas en la naturaleza para poner a prueba su mente y su cuerpo. «No, no estoy cansado, tengo ganas de mucho más, es mi pasión, claro que descansaré, pero ya estoy acostumbrado», decía a la una y media del mediodía con sus ojos azules aún enrojecidos después de salir a las ocho y media de la mañana con su tabla desde Isla y remar durante casi cinco horas hasta la bahía de Santander. Es el día 975 de la descabellada idea que emprendió desde el norte de Noruega hace dos años y medio.
Ha hecho de todo. Salió corriendo desde las montañas noruegas, siguió 540 kilómetros en tabla de pádel surf, más tarde corrió un maratón al día en Finlandia, se compró una bici por el camino, se puso los esquís...los chutes de adrenalina de este hombre han sido muy variados y se las ha ingeniado de todas las maneras para seguir adelante a pesar de las dificultades. «Al principio hice muchos deportes, pero llevo más de dos años solo moviéndome con la tabla de pádel surf», matiza este joven que insiste en que lleva una vida escueta y necesita muy pocos medios materiales para vivir en la naturaleza. «Unos 20 euros al día», calcula al tiempo que admite que combina su dinero con la solidaridad de las personas de su alrededor.
Al tocar tierra en Santander tiene una cita ineludible. «Me van a operar», dice señalando un enorme bulto en el cuello que compara con «una pelota de tenis». Es un quiste en la zona de la mandíbula que ya le vaciaron en Francia, pero ha vuelto a empeorar. «El problema no son las piernas, ni los brazos, ni el cansancio», vuelve a decir girando el cuello para que se vea. Este miércoles le operaron en Santander y ahora descansará en la capital santanderina unos días. «He prometido que hoy dormiré en una cama, esto es lo importante ahora», decía antes de la intervención sereno y convencido.
En este camino le han acompañado muchas personas. Para los vecinos de Liendo fue todo un revuelo cuando apareció la segunda semana de mayo. «Llegó a Liendo con la tabla casi hundida y llena de agujeros, le ayudamos a salir del agua y a reparar la tabla, estuvo aquí cuatro cinco días», explica con emoción Pedro Delclaux, uno de los vecinos de Liendo que echó una mano y compartió un buen rato tras la llegada de Jonas a la pequeña cala de San Julián. «Es el Ulises del siglo XXI, una persona extraordinaria», añade tras contar la hazaña de este joven que documenta su periplo en un canal de You Tube e Instagram.
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¿Y qué ha hecho llevar al extremo al cuerpo y la mente a este joven? Él mismo lo explica. Pretende contar lo que ama, la aventura, inspirar a otras personas y compartir con la gente «bonita» a la que encuentra en este largo camino. Detrás también hay un propósito de más calado. Visibilizar el trastorno bipolar que sufre desde los 19 años. «Quiero difundir conocimiento sobre este dificilísimo trastorno y demostrar que se puede tener una buena vida, es muy difícil vivir con ello, pero se puede», cuenta al tiempo que asegura que la medicación que toma cada mañana y cada noche lo acompaña en este periplo.
A la pregunta de qué es lo que le espera en este viaje, hace una pausa de unos segundos: «Necesito descansar tras la operación, pero mi idea es seguir hasta Gibraltar bordeando por Portugal, después volveré hacia Francia, pero quiero conocer la costa de España con mi tabla». Entre la conversación esboza una sonrisa, algo le ha venido a la cabeza: «Me encantaría hacer el camino de Santiago, pero son demasiadas ideas, tengo suficiente con este viaje ya». No sabe cuando acabará, pero de momento le toca hacer un alto en el camino y frenar el cuerpo. Justo durante la conversación, aparece uno de los responsables del Real Club Marítimo de Santander. «Tocará pegarse una ducha o qué», dice con gracia. Así es el viaje de Jonan en el que encuentra personas que le tienden su mano desinteresadamente para ayudarle a cumplir su «sueño de aventura».
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Nacho González Ucelay
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