«A veces voy a las boleras y la gente más joven es de mi edad»
Tete Rodríguez ·
El mejor jugador de la historia muestra su preocupación por la falta de público en los corros y por el irregular juego de la Liga pasadaEn el mundillo bolístico, cuando los más veteranos hablan los jóvenes escuchan. No tanto por edad, que también, si no porque han conocido un deporte que poco tiene que ver con el que es en la actualidad. La juventud se va de las boleras, es un dato irrefutable, y urge cambiar la situación para poder volver a vivir años de esplendor. Diferentes a los de antes, pero de gloria. Por eso cuando el mejor jugador de todos los tiempos habla de cambios, lo obligado es hacer caso.
«Los jugadores deben dejarse querer un poco más». El que habla es nada más y nada menos que Emilio Antonio Rodríguez Seara (Treceño, 11 de marzo de 1950). Un chaval del barrio de Hualle que, en su larga carrera como jugador, acumuló 21 títulos individuales, 34 de parejas, 23 Ligas y 529 concursos ganados. Eso más Copas, invitaciones, desafíos y todo lo que se le puso por delante. Porque el Tete era, sobre todo, una máquina de tirar bolos. Ahora se muestra preocupado por la deriva que ha tomado el deporte en los últimos tiempos, en los que ve que la gente se aleja de las boleras. «La pandemia algo ha tenido que ver, pero los bolos los veo en un momento difícil. Mucha gente ha dejado de ir a los bolos y no sé por qué. A veces voy a las boleras y los más jóvenes son de mi edad. Eso es muy malo, tiene que ir más juventud». El eterno problema de la media de edad en el corro.
Y es que las boleras actualmente poco tienen que ver con las que él conoció de chaval y en su etapa de jugador. Era la época de partida y porrón, de perra al aire y vino y de encuentros que comenzaban a primera hora de la tarde y acababan a altas horas de la madrugada. Era la época en la que la vida del pueblo giraba en torno a la bolera y en la que los chavales tenían que pelear, y mucho, para poder tener una oportunidad de entrar a jugar con sus mayores. Eran tiempos en los que las partidas oficiales, los concursos, comenzaban con un tímido saludo al llegar al corro y acababan con abrazos con la gente del pueblo al son de canciones populares. «Lo mío tiene mérito, porque a partir de mayo dormía cuatro horas. Me levantaba a las cinco de la mañana a trabajar y siempre era de los últimos en llegar a casa. Antes era distinto, llegabas a jugar y siempre había una sardinada o una barbacoa y nos quedábamos con la gente del pueblo a echar unos cantes o a tomar un vino con ellos. Eso lo agradecían. Ahora es distinto, juegan todos los días y no pueden hacerlo».
Otros tiempos, más naturales, en el que jugar a los bolos era algo que nacía de dentro. Algo que no se entrenaba en las escuelas, se aprendía del vecino, del amigo o, cuando pasaba por allí, del jugador referencia del pueblo. Algo autodidacta. «Un gimnasio por dentro no lo conozco, no sé lo que es eso. He ido un poco desde que me retiré. Pero en mi carrera nunca lo pisé», aclara.
Una Liga «floja»
Hablar con Tete es hablar del pasado, de su época de jugador, de su época de campeón. Pero hay que hacerlo también del presente. De la Liga que va a empezar y de la Liga de 2021, un torneo que al de Treceño no le gustó demasiado. «He visto una Liga pasada bastante floja, otros años he visto mejor juego y más bonito. No me ha gustado demasiado». Saltar al corro a todo juego cada vez se ve menos, aunque Tete espera que 2022 sea diferente. «Esperemos. Creo que va a ser más igualada. El año pasado había una peña que era superior a todas, Peñacastillo. Para mí este año sigue siéndolo y después está Andros, que si Lolo Lavid recupera su forma, que yo creo que la va a recuperar, también cuenta. Pero para eso tiene que dar Lolo un paso adelante, es un hombre muy importante».
Y claro, aunque las comparaciones son odiosas, quien más o quien menos ha pensado cuántos títulos hubiera ganado Tete en la época actual. Para impedirlo tendría enfrente a jugadores con los que ha competido y a los que ganó en su momento como Óscar, Salmón o Rubén Haya y también a Víctor, el jugador de moda y en el que el campeonísimo ve reflejada parte de su personalidad. «Es un jugador que lo hace muy fácil, como yo lo hacía». El de Hualle ve factible que bata sus récords, aunque tiene claro que todavía tiene un camino muy largo. «Eso el tiempo lo dirá. Para ser el mejor tiene que ganar todo lo que gané yo. Para mí tiene hechuras como para poder hacerlo».
Con apostantes de un lado y de otro lo que ya será imposible saber nunca es quién hubiera ganado un duelo cara a cara entre ambos jugadores. Humilde dentro de la grandeza, Tete no se atreve a decantarse. «Serían duelos muy igualados, yo le daría mucho que hacer. Yo con 35 o 40 años le hubiera ganado algún campeonato, como le han ganado Óscar y Jesús Salmón».
Después de la charla, Tete se reúne con varios jugadores de su época. Una tertulia en la que muchos pagarían por estar, y en la que los Calixto, Linares, Santos y compañía recrean jugadas, diurnas y nocturnas, torneos y un sinfín de anécdotas. «Nos juntamos cada poco los más veteranos y siempre salen comentarios y cosas bonitas que nos pasaron», apunta. Y se suelta. «Una vez fuimos a jugar a Lloreda de Cayón y yo había quedado campeón de España pocos días antes. Estábamos allí jugando, yo ya había tirado y llegó un hombre montado encima de un carro de verde. Paró y preguntó si ya había tirado el campeón de España. Le dijeron que sí, que había hecho 142 y dijo: ¡pues vaya una cosa para un campeón de España!. Debió pensar que yo subía y birlaba cinco con cada bola, me hizo mucha gracia y no se me olvida». La risa del campeón. Una de tantas historias. De esas que el que escucha no olvida.
Ahora los jugadores de División de Honor están de pretemporada. Es la época en la que a un bolista retirado le pica el gusanillo. Sin embargo Tete, que reconoce que cuando jugaba «no cogía una bola hasta que la peña me obligaba a entrenar», fue diferente hasta para eso. Dio el paso y fue definitivo. «Notas una envidia sana, pero pensé que me iba a costar más dejar los bolos». Un adiós que fue definitivo hace diez años. Se fue el jugador y nació la leyenda de un campeonísimo.
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