Borrar
En algún tramo de la ruta se puede bajar a ras del Nansa.
En algún tramo de la ruta se puede bajar a ras del Nansa. M. G. V.
DMontaña

La Senda Fluvial del Nansa: otro camino y las mismas buenas sensaciones

Desde Puente El Arrudo hasta la central de Trascudia, esta ruta ofrece, al igual que saliendo desde Muñorrodero, un camino cómodo y un paisaje espectacular

Marco G. Vidart

Puente El Arrudo

Viernes, 21 de noviembre 2025, 19:27

Comenta

Hacer la Senda Fluvial del Nansa de una 'tacada', bien partiendo desde Muñorrodero, o bien desde Puente El Arrudo, y volver al lugar de inicio, es una caminata de consideración. Más de 26 kilómetros. Una distancia ya para los expertos en esto del senderismo. Así que una opción de lo más recomendable es partirla en dos mitades. Porque el punto intermedio siempre es el mismo, la central eléctrica de Trascudia. Desde Muñorrodero, en el municipio de Val de San Vicente, o desde Puente El Arrudo, en Herrerías, la distancia es más o menos la misma. El Diario ya transitó por el tramo desde Muñorrodero hasta Trascudia, así que ahora toca saldar la deuda con la segunda parte para conocer en su totalidad la Senda Fluvial del Nansa.

Descubra la ruta a través de este vídeo. Vídeo: Marco García Vidart / Pablo Bermúdez

Cerca del Ayuntamiento de Herrerías, en Puente El Arrudo y a poca distancia de la localidad de Cades, hay un pequeño aparcamiento en el que dejar el coche. El primer tramo de la ruta es por carretera, aunque no son más que 500 metros. En dirección al Ayuntamiento, hay que dejar el puente que cruza el Nansa a la derecha. Y la única casa que hay en la parte izquierda de la carretera sirve de referencia. Al otro lado de la calzada, bien indicada –como lo estará toda la senda– se inicia el camino como tal.

La ruta

La ruta
  • Localización: Herrerías.

  • Duración total: 4.00 horas.

  • Longitud total: 12,6 kilómetros.

  • Nivel: Fácil.

En pocos metros, el paisaje se vuelve casi mágico. El otoño, que ya ha empezado a cobrar protagonismo, asfalta el suelo de hojas marrones y de castañas. El camino, perfectamente marcado y sin posibilidad de equivocarse, va paralelo al Nansa o a algún pequeño ramal más tranquilo. A veces, hay que hacer un divertido slalom entre los árboles. Y en bastantes ocasiones, al igual que en la otra parte de la senda, hay ayudas para que todo sea más fácil: Unas escaleras de madera, varillas de metal que sirven de pequeño puente en un tramo embarrado... En algún lugar, se puede bajar a ras de agua e incluso, adentrarse desde un pequeño saliente unos metros en el Nansa, para admirar todo el cauce. La tranquilidad es absoluta y la paleta de colores que dibuja ya el otoño invita a pasear sin ninguna prisa.

Una escalera entre árboles, casi a modo de túnel, anteceden a la que es la parte más complicada del recorrido. Los que conozcan la otra parte de la senda, reconocerán al punto esos cables de acero pegados a la pared. El sendero, pegado a la roca, está flanqueado de esos cables. Y el desnivel al lado que da al río, es pronunciado. Se agradece la ayuda que prestan esos cables en un día seco, así que si el terreno está embarrado y mojado por lluvia, conviene extremar y mucho las precauciones.

Consulta la ruta en Wikiloc:

Powered by Wikiloc

Pero ese tramo no es largo. Tras él, el camino vuelve de nuevo a transitar por el bosque durante unos cuantos metros. Y sale a un paraje más abierto, con prados a la izquierda. Unas vacas curiosas observan al caminante, que salva pequeños pasos de madera. El camino se interrumpe para dar paso a otro tramo de carretera. Tras pasar el puente del Tortorio, a unos cuantos metros, desde la izquierda de la carretera otro cartel avisa de que la senda se retoma. De nuevo monte a través.

El sendero se empina, entre roquedos y vegetación propia de ese terreno más pedregoso. Pero tampoco presenta mayores dificultades. Otro paso para salvar un cercado desemboca en un paraje más abierto y ya desde ahí, además de que hay un cartel que lo indica, se vislumbra el final del camino: la central eléctrica de Trascudia.

Primero entre prados y luego entre bosque salpicado de rocas, se emprende un corto pero pronunciado descenso que desemboca en varias casas. Unas palomas revolotean ante la llegada del visitante, para volver a instalarse cerca de su palomar. Se llega al área que circunda la central de Trascudia. Y junto a unas mesas en las que reponer fuerzas, hay lo más parecido a un oasis. Una máquina de bebidas frías y algunas viandas. El lujo para coronar esa primera parte del camino, sobre todo en un día que pegue el calor.

Y tras descansar un poco y comer algo, toca el regreso. Por una senda que al igual que su hermana gemela, no tiene mayores complicaciones y sí muchos atractivos. La Senda del Nansa invita a este doble recorrido para dejar una sensación inmejorable. Sólo hay una cosa mejor que hacerla una vez, y es dividir el esfuerzo para hacerla dos veces.

1. El comienzo.

Cerca del Ayuntamiento de Herrerías, hay un aparcamiento para dejar el coche. Marco G. Vidart

2. Lo más complicado.

Unos cables de acero permiten ayudarse en el tramo de la ruta en el que hay que tener más precaución.

3. Desvío.

Tras cruzar el puente del Tortorio, un desvío permite remotar la senda por el monte.

4. Cerca del final.

La central de Trascudia, el punto de destino, ya se ve desde este prado.

5. Muchas señales.

La senda, al igual que la que parte desde Muñorrodero, está perfectamente señalizada.

1 /

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes La Senda Fluvial del Nansa: otro camino y las mismas buenas sensaciones