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La espectacular vista desde la antecima del Aneto.

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La espectacular vista desde la antecima del Aneto. FOTOS: J. GARAY

Un precioso amanecer, cinco horas de ascensión y ahí está la cima del Aneto

DE RUTA POR... PIRINEOS ·

Con sus 3.404 metros, esta montaña es el techo de la cordillera pirenaica. Te contamos cómo es el ascenso a esta concurrida cumbre

Jon Garay

Miércoles, 26 de junio 2019, 16:28

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Mirar a derecha o izquierda ofrece el mismo panorama: una caída de decenas de metros. De rodillas sobre la roca y con la cima apenas a un suspiro, no es momento de mirar hacia abajo. Solo adelante y sin pasos en falso. Quedan unos metros, 15, quizás menos. La mano aquí y el pie allí. Arriba. Ahora toca bajar. Agárrate fuerte. No mires para abajo. La última. Arriba. Y ya está. Abrazos y enhorabuenas de los que han llegado segundos antes. Por fin queda atrás el Paso de Mahoma, la peligrosa y famosa estrecha franja de roca que da acceso a la cima del Aneto, la cumbre de los Pirineos con sus 3.404 metros. La cruz, la alegría, las fotos, el frío, el cielo azul…

Son las 3.15 de la madrugada del sábado 15 de junio. Ni siquiera ha hecho falta que sonara la alarma del teléfono. Una hora antes, las compuertas del cielo parecían haberse abierto para descargar una tormenta que ninguna previsión anunciaba. Lluvia y truenos sobre Castejón de Sos, un pueblito situado a 15 kilómetros de Benasque, en Huesca. La buena noticia es que las previsiones indican que para las cuatro la tormenta habrá pasado. La mala, que si han fallado una vez, podría pasar de nuevo. Y no es lo mismo, claro, que ocurra bajo el resguardo de un albergue o a más de 3.000 metros de altitud y ninguna posibilidad de cobijarse… Es hora ya de levantarse. El Aneto espera. La idea es ganar terreno en esas últimas horas de oscuridad para comenzar la ascensión y evitar las aglomeraciones en ese paso que desvela a todos los que deciden subir esta montaña.

El amanecer desde la Crencha de los Portillones.
El amanecer desde la Crencha de los Portillones. FOTOS: J. GARAY

La ruta no tiene pérdida. Salir de Castejón en dirección Benasque por la A-139 hasta llegar a un desvío hacia la derecha justo antes de entrar en Llanos del Hospital. Media hora de trayecto. Apenas dos coches en la carretera. El último tramo acaba convirtiéndose en poco más que un camino bacheado. Tras tres kilómetros y medio, se llega al punto de partida de la ascensión, el aparcamiento de la Besurta. En estas fechas, el acceso es todavía libre, pero desde el 28 de junio hasta el 11 de septiembre solo se podrá acceder en autobús, una medida que se toma para tratar de controlar el aluvión de visitantes que sin duda llegará. Hace frío. El termómetro supera por poco los 0 grados. Lo esperado a 1.900 metros de altitud y a estas horas. El reloj marca las 4.40. Desayuno, ropa de abrigo, frontal para poder ver el camino y hora de emprender la marcha.

Comienza la ascensión

Una señal indica que el refugio de la Renclusa está a 40 minutos. Pese a la oscuridad, es sencillo seguir la senda. Está indicada con la ruta del GR11.5 (Gran Ruta); en caso de duda, siempre se puede seguir a otros montañeros que han salido poco antes. Sin prisas, se alcanza el refugio en 35 minutos. 2.140 metros de altitud ya. Lo más habitual es llegar a él por la tarde, hacer noche y emprender la ascensión por esta cara norte por la mañana, pero sus 90 plazas están ocupadas. El Aneto es siempre una pieza muy cotizada por los aficionados a la montaña. Son las 5.15 y solo algunos de sus ocupantes están preparados para salir.

El refugio de la Renclusa a las 5.15 de la mañana. A continuación, los primeros montañeros en salir hacia la cima. Finalmente, última señal que indica la ruta hacia la cima.
El refugio de la Renclusa a las 5.15 de la mañana. A continuación, los primeros montañeros en salir hacia la cima. Finalmente, última señal que indica la ruta hacia la cima. FOTOS: J. GARAY

Dejada atrás la Renclusa, la ruta se desvía hacia la derecha. A partir de aquí, hay que fiarse de los hitos de pequeñas piedras con la paciencia que requiere que todavía no haya amanecido. Este primer tramo no es nada sencillo. La Crencha de los Portillones, que así se llama, es una enorme pared de terreno pedregoso en pleno verano que ahora está todavía cubierta por la nieve caída en los últimos días. Avanzar es difícil. Es cierto que el blanco elemento permite ahorrarse la incomodidad de ir de roca en roca, pero también es peligroso porque la capa no es demasiado gruesa y en ocasiones hay huecos en donde se puede meter la pierna hasta la rodilla e incluso hasta la cintura.

Con los primeros rayos de sol comienza a apreciarse el tamaño de esta crencha. Mirar hacia arriba es descorazonador. Aunque se puede avanzar sin crampones, lo más adecuado es ponerlos ya. El consuelo para el esfuerzo que supone avanzar es el precioso amanecer. El sol sale por la izquierda y deja un cuadro imposible de olvidar.

El muro de Juego de tronos

Una gran roca antes de alcanzar el glaciar de la Maladeta oriental marca el momento de girar a la izquierda, hacia el este, para enfilar el camino hacia el Portillón superior. Tras más de dos horas de duro ascenso -2.895 metros de altitud ya y más de 700 solo en la crencha-, se llega a este punto que da paso hacia el glaciar del Aneto. Son las 7.40. Tras descender con cuidado por las rocas, comienza un camino paralelo a una pared que parece sacada de 'Juego de tronos'. El famoso muro del norte custodiado por la Guardia de la noche. Impresiona su descomunal tamaño.

El Portillón Superior da acceso a la zona del glaciar y recuerda al muro de 'Juego de tronos'. A continuación, la espesa niebla apenas dejaba ver el camino. Finalmente, la parte final de la Crencha de los Portillones.
El Portillón Superior da acceso a la zona del glaciar y recuerda al muro de 'Juego de tronos'. A continuación, la espesa niebla apenas dejaba ver el camino. Finalmente, la parte final de la Crencha de los Portillones. FOTOS: J. GARAY

Toca ahora recorrer una diagonal de kilómetro y medio en el que la espesa niebla hace que apenas pueda verse más allá de unos metros. Es fácil perderse si no se siguen las huellas de otros montañeros o no se va en grupo. Mientras no aparezca un caminante blanco… Tras algo más de una hora de caminata por la nieve, se llega al Collado de Coronas (3.208 metros). Son las 8.55. El cansancio se deja notar ya. Es mucho tiempo caminando a más de 3.000 metros de altitud.

Por fin el Paso de Mahoma

Pero todavía queda lo más duro, la zona más inclinada del glaciar que lleva hasta la antecima de este gigante de los Pirineos. No queda otra que serpentear por la pendiente para casi una hora después llegar arriba. 9.43 de la mañana. La cima por fin está a la vista, pero antes hay que atravesar el Paso de Mahoma.

Su nombre se lo debe al botánico francés Albert de Franqueville, miembro de la primera expedición que coronó el Aneto en 1842. Se dice que la llamó así por la creencia musulmana que dibuja la entrada al paraíso «tan estrecha como el filo de una cimitarra sobre la que solo pasan los justos». Es aquí donde se forman las colas de montañeros ansiosos por hacer cima. Hasta una hora se puede llegar a esperar. Cierto que no es el Everest, pero tampoco es la mejor de las ideas hacerlo a esta altitud. Por suerte -o más bien por haber madrugado-, a estas horas, las 9.55, no hay nadie atravesándola.

Tras dejar las mochilas- y en ellas las dudas; el miedo no cabía- en la antecima, los más expertos sigue adelante sin quitarse los crampones; los menos, solo con las botas. De rodillas, si es necesario. A ambos lados, una caída de decenas de metros. Momentos intensos. Cada paso tiene que ser firme. Hay algo de nieve, pero nada de hielo. Por suerte, la angustia pasa rápido. Los abrazos al otro lado y la alegría del grupo de navarros (Txali y compañía) a los que me he unido en la ascensión son la señales de que todo ha ido bien. Un recuerdo para Jonathan, que ha tenido que darle la vuelta por la maldita rodilla. Ahí está, por fin, la famosa cruz del Aneto. 3.404 metros. La cumbre más deseada de los Pirineos.

FOTOS: J. GARAY

Como ocurre con toda gran montaña, el descenso no es tarea fácil. Tras cinco horas de subida, las fuerzas están mermadas y hay que andar con cuidado. Más todavía en este caso, cuando hay que volver a pasar el Paso de Mahoma. Una vez de nuevo en la antecima, comienza un largo descenso que llevará casi tres horas. El día se ha abierto por completo y permite contemplar un paisaje espectacular que la noche primero y la bruma despúes habían impedido disfrutar. Son las 13.30. Casi ocho horas después de iniciar la subida, el Aneto ofrece un aspecto que la noche había ocultado. Más vale una imagen que mil palabras.

Vista desde la Renclusa al mediodía.
Vista desde la Renclusa al mediodía. FOTOS: J. GARAY

Subida al Aneto por la Besurta

  • Principales datos Desnivel positivo de 1.500 metros. Tiempo total : 7 horas y 50 minutos. Material: crampones y piolet (polainas recomendadas). Alta exigencia física.

  • Aparcamiento de la Besurta (1900 metros) Situado a 30 minutos en coche desde Benasque.

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