San Martín de Elines se rebela contra el vicario del Obispado
Fuera de la iglesia. La autoridad religiosa ha prohibido a los vecinos emplear las estancias de la colegiata del pueblo para representar una obra de teatro
Es probable que María Montero, vecina de San Martín de Elines (Valderredible), se despertara el jueves pensando en todo lo que tenía que hacer antes de las diez y media de la noche, cuando daría comienzo la representación teatral que los vecinos realizan en la Colegiata de San Martín de Elines todos los jueves de agosto desde hace cinco años. Hay quien prefiere decir performance, «pero lo que hacemos es una pequeña recreación de cómo vivían los monjes cuando la colegiata era un monasterio benedictino en el siglo XII», revela María. Son alrededor de cuarenta los vecinos que participan, que es más o menos el número de habitantes que tiene la localidad. La representación gravita en torno a los muros incólumes del monumento y atraviesa sus estancias, de manera que en el templo entra el aire y los actores respiran su historia.
Llevan haciéndolo tres años y antes de ayer, jueves, iba a tener lugar el estreno de la temporada a las 22.30 horas. Pero, para sorpresa de todos, el Obispado lo frenó. El vicario general, Álvaro Asensio, comunicó unas horas antes de la representación, el mismo jueves, que los actores no iban a poder interaccionar con la Colegiata de San Martín de Elines en su representación, ni ocupar el claustro o el ábside. ¿El motivo? «Que no se había pedido permiso y que la actividad se realiza de manera informal, sin contratar, por ejemplo, un seguro de responsabilidad civil por si se produjera un accidente».
La escenificación se venía realizando desde que el anterior vicario diese su permiso hace cuatro años, cuando surgió la idea
Según la organizadora, ella misma le habría pedido permiso al que era párroco en 2021, Ezequiel Kuassi Efoevi, así como al vicario general anterior. Una licencia que no consideró hubiera que renovar año a año. Algo que ahora le exige el Obispado, aunque la respuesta al final fuera la misma, que no se pueden emplear los edificios religiosos para este tipo de actos.
Así las cosas, los participantes decidieron a última hora, «porque nos comunicaron la decisión con muy poco tiempo de antelación», que improvisarían una representación en la plaza del pueblo, con la iglesia de fondo ya como figurante y un aliño de protesta en el guion. «Es injusto», porque ideamos esta iniciativa para mantener el templo y abrirlo al público, ponerlo en valor y retratar su pasado.
La iglesia románica es Bien de Interés Cultural (BIC), la torre respalda al resto del monumento, en el que destaca el ábside y el claustro. Una «joya» del románico que se asienta sobre un valle extenso y desconocido,«por lo que recibe menos atención que el resto de colegiatas de Cantabria», certifica María. Está decepcionada por la decisión que ha tomado el cargo eclesiástico y que les ha impedido recrear la historia que circula por dentro de estos muros. «Participan personas del pueblo y también veraneantes, aunque sea haciendo de monjes, sin texto». La 'función' finalizaba alrededor del ábside y los asistentes pagaban 5 euros. «Con el dinero recaudado, hacíamos una cena al final del verano». Además, «solamente dejamos entrar a 50 espectadores, porque queremos que sea una experiencia didáctica». Las entradas se agotan en seguida. Este jueves también. La obra se representó en la calle bajo el título 'La reina Leonor de Aquitania pasa la noche en la abadía' y los vecinos dijeron que no se iban a rendir.
Por su parte, el Obispado justificó su decisión en que «los que lo hacen son los vecinos y no tienen entidad jurídica, ni se han unido en una asociación, si pasa algo, el responsable es el Obispado». En todo este tiempo, dice María, «nunca ha habido un accidente».
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