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Las actividades que el técnico de Educación Física, Javier Loza, lleva a cabo con cada grupo se adaptan al grado de fragilidad de los participantes. : Daniel Pedriza

Envejecimiento activo y de calidad

Santoña ·

Beneficios.Los mayores de Santoña participan en un proyecto piloto del Ayuntamiento en el que realizan sesiones de ejercicio físico para mantener su autonomía

Ana Cobo

Santoña

Lunes, 11 de marzo 2019, 09:04

«Las sesiones de ejercicio me están viniendo estupendamente. Además, el venir aquí nos obliga a salir un rato por las tardes porque sino estábamos sentados en casa». Ángela es la primera en tomar la palabra dentro del grupo. Tiene 86 años y es una de las participantes del proyecto piloto 'Más movimiento y menos medicamento', puesto en marcha desde hace un mes por la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Santoña. Los lunes, miércoles y viernes tiene que ir a media tarde hasta el centro de salud para realizar el ejercicio físico que le han 'recetado'. En su caso no lo hace sola. Acude junto a su marido Manuel, de 89 años, que reconoce que antes de esta iniciativa, «no me movía mucho». El matrimonio está «encantado» con las clases al igual que sus compañeros de grupo, Dolores, María Blanca, José Ramón, Agustín y Juan Bautista. Aunque alguno ha tenido que cambiar sus costumbres. «Desde que vengo ya no me echo la siesta», confiesa José Ramón, de 74 años. Y no le importa.

Mientras hablan de su experiencia, el técnico en Educación Física, Javier Loza, les da indicaciones. «Flexionamos el codo, pegado siempre al tronco para trabajar el bíceps». Les habla con voz suave, cercana y con cariño. Ellos lo agradecen. «El profesor vale oro, de diez para arriba. Tiene mucho paciencia y es un encanto con nosotros». Loza sabe motivarles aunque lo cierto es que ellos se muestran plenamente receptivos a hacer lo que el cuerpo, en mucho casos frágil, les permite para su edad y estado. Actitud no les falta.

El objetivo de este programa, que se lleva a cabo en coordinación con el centro de salud y las Instalaciones Deportivas del Municipio (IDM), es mejorar la calidad de vida de estos mayores a través del envejecimiento activo. Y para ello realizan clases de ejercicio físico adaptado a sus limitaciones, explica el técnico contratado a través de una subvención del Gobierno de Cantabria para Corporaciones Locales y cofinanciada por el Fondo Social Europeo.

«Se busca mejorar su calidad de vida y que puedan seguir haciendo por sí mismos las actividades básicas de la vida diaria»

Javier Loza | Técnico

En el programa participan un total de 34 personas. A excepción de dos, el resto sobrepasa ampliamente los 70 años. «Son mayores autónomos, independientes, capaces de hacer las actividades básicas del día a día por sí mismos, pero llevan una vida sedentaria». Están divididos en varios grupos según el deterioro de sus capacidades. «Les hemos agrupado en limitaciones graves, moderadas, leves o mínimas». De esta manera, se puede adecuar al máximo los ejercicios y el volumen e intensidades los mismos a su fragilidad o discapacidad.

La elección de los participantes ha corrido a cuenta del médico de familia de Santoña, Rafael Colás y su enferma, Giovanna Lezama, que se han involucrado en este proyecto conscientes de los beneficios físicos y psicológicos del deporte en la tercera edad. «Me hicieron unas pruebas y unos análisis y como era apta me apuntó Colás», cuenta Blanca. A lo que se refiere la mujer es que le sometieron a un pretest, «una batería de pruebas físicas para ver su rendimiento». Para determinar los que eran más aptos para el programa se les realizó un test de equilibro, otro de velocidad y marcha y otro de levantarse y sentarse de la silla. «Nos ha servido para saber la condición física que tienen y esas mismas pruebas se les realizarán en un postest - cuando termine el programa a finales de mayo - para sacar unas conclusiones y así publicarlas, difundirlas y que sirvan de base para aplicar el proyecto en otros municipios.

«Las sesiones de ejercicio me están viniendo bien y son una motivación para salir por la tarde de casa»

Ángela | Participante

El técnico trabaja con los participantes en base a un entrenamiento multicomponente basado en cuatro tipos de ejercicios. Uno de ellos va encaminado a que recuperen la fuerza que van perdiendo al sumar años. «Es muy importante porque tienen síndrome de fragilidad y un alto riesgo de sufrir eventos adversos como caídas, discapacidades y hospitalizaciones». La resistencia es otro de los aspectos que se trabaja «para conseguir mejorar la función cardiovascular y la capacidad respiratoria, tratar de reducir el colesterol y la glucosa en sangre e intentar regula la frecuencia cardíaca en reposo». Lo que más les cuesta son los ejercicios de equilibrio y marcha. «Es clave. El equilibrio está directamente relacionado con el riesgo de caídas que pueden desembocar en ingresos, hospitalizaciones, estar un tiempo en cama sin poder levantarse o perder las facultades. Nos preocupa mucho y lo trabajamos en casi todas las sesiones». El cuarto eje gira en torno a la flexibilidad para tratar de mejorar la movilidad de las articulaciones.

Por sí mismos

Los ejercicios que llevan a la práctica simulan actividades de la vida diaria. «En flexibilidad buscamos que el músculo tenga más elasticidad y se relaje. Ser flexibles les va a permitir, por ejemplo, a calzarse que a algunos de ellos les cuesta», explica Loza. Y es que se pretende que sigan manteniendo su autonomía el máximo tiempo posible y puedan seguir desarrollando las actividades de la vida diaria por ellos mismos. «Los que tienen limitaciones moderadas o graves están predispuestos a entrar en discapacidad y no valerse por sí mismos. Se trata de revertir el estado de fragilidad en el que se encuentran en la medida de lo posible, reducir la edad funcional que a veces no coincide con la cronológica».

Es por eso, que los mismos ejercicios «son fáciles para algunos y más difíciles para otros». En el grupo de limitaciones mínimas están África, Celina, María Núñez, Lolo Vinatea, María Luisa y María Badiola». Lolo reconoce que él si se mueve, pasea y hasta hace bici estática. «Es importante que haya estas cosas porque vienen bien para el cuerpo y las articulaciones», apunta sonriente. El resto dice que salen a caminar pero no acostumbran a realizar este tipo de ejercicios. «Nos gusta venir», asienten todos. Las sesiones se imparten en una sala del centro de salud pero aprovechando el buen tiempo algunos grupos han acudido a los aparatos biosaludables del Pasaje. Y es que este proyecto también busca mejorar las relaciones sociales y la autoestima. «El ejercicio tiene efectos positivos, reduce el estrés, la ansiedad y mejora la imagen de uno mismo, quitando inseguridades».

Los resultados reales de esta iniciativa se podrán comprobar cuando pasen los cuatro meses del programa. «Algunos de ellos me dicen que se encuentran un poco mejor, que tienen un poco más de movilidad, y que donde antes no llegaban ahora llegan». Poco a poco. Lo que si desean es que estas clases se mantengan en el tiempo, algo que se intentará desde el ayuntamiento.

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