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Ansola

Un ovni sobre Santoña

LEYENDAS DE AQUÍ ·

Varios testigos aseguraron ver un objeto extraño sobrevolando la bahía. En realidad era el ocaso de la Luna sobre Meruelo

Aser Falagán

Santander

Sábado, 21 de agosto 2021, 07:39

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Debían ser hacia las diez y media de la noche. La hora de cenar, en cualquier caso. Todo parecía normal aquel martes rutinario todavía de invierno. Todo estaba en calma, incluso la noche, apacible para la fecha. Tres amigos habían quedado para cenar. Algo se ve desde esa mole, torre o bastión que de incrusta insolente en lo más alto de Laredo, junto a la autovía. Allí desde donde se domina no solo Laredo, sino buena parte de la bahía y, por supuesto, se divisa lejanamente Santoña y su peña como reivindicación que es esta villa, y no sus vecinos pejinos, quienes dan nombre al estuario.

Era el 12 de marzo de 1974. Entre esos tres amigos está Gonzalo García Salomón, entonces director de la Coral Salvé de Laredo, y el profesor de música Leopoldo Martínez. Y sí, los tres vieron algo raro. Pero fue Salomón el que un mes más tarde se lo contó a JJ Benítez para La Gaceta del Norte. Fue él quien se atrevió a ser testigo y explicar con sus propias palabras, un mes después de lo sucedido, que aquel 12 de marzo había visto algo raro. Como sus amigos, aunque uno de ellos prefiriera que no se publicara su nombre.

Aún no habían entrado al local cuando de pronto observaron algo raro en el cielo, aproximadamente sobre la peña de Santoña. Un objeto que bien podría parecer la Luna si no fuera porque la Luna ni aparece por allí –salvo que el autor, que no era de Laredo, se equivocara al decir la posición–, ni es de ese tamaño, ni brilla tanto en circunstancias normales. Aquello que flotaba sobre la peña de Santoña tenía que ser necesariamente otra cosa. A saber qué, pero otra cosa. «Era blanco, muy brillante. Tenía una parte más luminosa o brillante que el resto. Se notaba perfectamente a la derecha del objeto. Era como un filo», decía en su testimonio.

Decidieron no darle mayor importancia y entraron a cenar, pero aquello no era como olvidarlo tan pronto, siguieron hablando de ello y ninguno de los tres pudo resistir el impulso de salir de nuevo a la calle, mirar al cielo y tratar de explicarse lo que era. Y eso que aún no había móviles para haber inundado las redes con fotografías y enviar el extraño suceso a los medios. Sin embargo, cuando quisieron volver a salir el objeto ya no estaba. Ni rastro de aquella extraña y fulgurante luz. A cambio había quedado una huella; una estela. No como la de los aviones, sino algo más difuso y estático. Así los explicaba Salomón en la información firmada por Benítez. «En el lugar donde vimos el gran disco quedó una extraña nube. Era la unía que había en todo el cielo. Se encontraba justamente en la parte anterior del disco aquel. Después desapareció el objeto y allí quedó la nube difuminándose lentamente».

Estrictamente y desde el punto de vista de los observadores se puede hablar de ovni, puesto que las siglas significan lo que significan: objeto volador no identificado, y los tres pejinos –y algunos testigos más, según Benítez– vieron exactamente eso: algo en el cielo que no sabían lo que era, más allá de lo que hubiera detrás.

De hecho, y según la información, también algunos testigos de la villa vecina vieron, al parecer –pocas más fuentes hay-, el mismo fenómeno, que corrió como una mecha prendida en el Laredo y la Santoña de la época durante los setenta hasta que paulatinamente se fue olvidando el suceso.

Por cierto, casi lo olvido: todo indica a que aquello que vieron todos los testigos sí que fue, efectivamente la Luna en fase decreciente. De acuerdo con los partes de la época y según explica Juan Carlos Victorio en el blog Misterios del Aire, la Luna no estaba exactamente sobre la peña de Santoña, aunque se pudiera observar a sus alrededores, sino más al sur. El «filo» del que habla el testigo es precisamente esa fase decreciente casi hacia la Luna Nueva. En cuanto a aquella nebulosa que se formó debajo del «disco», se trataba con toda probabilidad de la Luna que justo en su ocaso iluminaba aún bien una nube aislada en una noche clara o bien algún elemento orográfico. Algo que responde a la perfección a la descripción de unos testigos que efectivamente vieron una Luna mucho más extraña de lo que es habitual, pero la Luna al fin y al cabo.

Lo que se queda flotando en el aire es otra paradoja, porque al final, para una vez que en Laredo se puede avistar un ovni aparece precisamente sobrevolando el cielo de Santoña, aunque en realidad la orientación más correcta sería aproximadamente sobre Meruelo. Que contrariedad; quién sabe si ahora tocará discutir de quién era y quién lo espantó; a ver si al final lo del ovni va a terminar como aquello de quién se comió la ballena.

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