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Víctor Queipo muestra las entrañas del histórico reloj. Ana Cobo

El reloj del Manzanedo volverá a latir

Patrimonio. Tras casi dos años parado, la dirección del instituto ha encargado su reparación a un profesional asturiano que pondrá a punto este ingenio de cuerdas y pesas

Ana Cobo

Santoña

Miércoles, 29 de julio 2020, 07:23

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Por el reloj del instituto Marqués de Manzanedo, en Santoña, no pasaba el tiempo. Durante casi dos años sus agujas han permanecido inmóviles. Se detuvieron en las cuatro de la tarde y ocho minutos y ahí han seguido hasta que el relojero asturiano Víctor Queipo ha acudido en su rescate. Lo ha hecho tras una llamada de la directora del centro educativo, Diana Iglesias, que, desde que asumió las riendas, se propuso volver a poner en marcha esta joya. «Es una seña de identidad tanto del edificio como del pueblo. Tiene un gran valor histórico y también sentimental para los vecinos», asegura.

La preciada pieza es obra del relojero leonés José Rodríguez Losada, creador de otros relojes relevantes de Europa, y data de finales del siglo XIX. En concreto, el instituto Marqués de Manzanedo se inauguró el 24 de junio de 1871 y desde entonces, este ingenio de pesas y cuerdas marca los minutos y horas de cada día.

El pasado verano, Queipo hizo una primera visita a Santoña para revisar la maquinaria y comprobar por qué no funcionaba. Lo cierto es que el mecanismo se encuentra en perfecto estado. «El reloj se ha parado porque está desnivelado. No es un problema grande. Únicamente hay que volver a ponerlo a punto para que dé las horas de nuevo», explicó el relojero. Lo que sí precisa de una mayor restauración es la esfera del exterior de la torre. La que está a la vista de todos, al encontrarse completamente oxidada.

El equipo directivo, tras conocer el diagnóstico, siguió adelante con su intención de devolverlo a la vida, aunque «los trabajos se han visto retrasados por motivos de salud del relojero y de la pandemia», justifica Iglesias. «Es cierto que podíamos haber buscado otro profesional pero tanto Víctor como Gonzalo, que le echa una mano, ya se habían encargado de anteriores reparaciones de este reloj y queríamos que lo hicieran ellos porque nos gusta mucho como trabajan».

La pasado semana el relojero se desplazó hasta el instituto para proceder a extraer la esfera, ya que se la tiene que llevar a su taller, en el pueblo asturiano de Arriondas, para acondicionarla. Fue necesaria una grúa pluma para subir a lo alto de la torre y desmontar la pieza. Previamente, Queipo soltó desde la parte interior los tornillos de las agujas para hacer más fácil la operación.

«Los trabajos de reparación tienen un presupuesto de 1.700 euros, que los puede asumir el instituto. El Ayuntamiento de Santoña ha mostrado su colaboración en todo momento y ha sufragado el alquiler de la grúa y dispuso personal municipal de obras para manejarla», apunta la directora.

La extracción, que llamó la atención de los viandantes, costó más de la cuenta hasta que se consiguió alcanzar la altura necesaria; pero la esfera, a pesar de llevar encajada en la torre 150 años, salió sin dificultades. «Pensaba que era de hierro pero es de cobre y por eso ha perdurado tanto tiempo. Voy a pintar de blanco el fondo y no sé si repasaré los números o superpondré otros», explica el relojero sin haber tomado la decisión aún.

Será cuando regrese a Santoña con la esfera reluciente cuando corrija el desnivel -ajustando unos contrapesos de la maquinaria para equilibrar la carga- y el reloj volverá a latir con fuerza. Su funcionamiento, aunque sencillo, requiere estar pendiente y subir cada cuatro días a darle cuerda para que las manillas no se detengan. Una labor que recae en los conserjes del instituto. «A nada que te pases de fuerza dándole cuerda se para, que parece ser que es lo que ocurrió en su momento. Tiene una manivela de hierro y al empezar a darle sube una bolita (la pesa) que si lo hace más de la cuenta, se estropea. Parece simple pero no lo es. Tiene un mecanismo delicado», señala la directora. Queipo se ha comprometido a explicar a las personas que se encarguen de esta tarea «todo lo que deben hacer. Teniendo cuidado no va a haber ningún problema».

Puerta del Sol

El asturiano tiene claro que con las pertinentes revisiones este reloj puede durar perfectamente varias generaciones más. Vamos, que tiene cuerda para rato. Queipo, que lleva más de 60 años en el oficio, asegura que la primera vez que lo vio «quedé impresionado por su tamaño, calidad y todo lo que tiene. Nunca había visto un reloj como este. En aquella época los hacían artesanos y ninguno era igual a otro. Es de valorar que el instituto se preocupe y quiera ponerlo en marcha».

Su creador es el leonés José Rodríguez Losada, el mismo relojero que realizó y donó el emblemático reloj de la Puerta del Sol que cada 31 de diciembre da las campanadas a toda España. Lo hizo en Londres a donde tuvo que exiliar y allí también se encargó de terminar las obras del reloj del Big Ben ya que durante el proceso falleció el primer autor.

Por ello, el histórico reloj del instituto Marqués de Manzanedo constituye una patrimonio local de gran relevancia. Y pronto, vecinos y estudiantes volverán a mirar hacia lo alto de la torre para saber qué horas es. «Es un reloj del pueblo».

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