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Aspecto que presenta la duna de Loredo por la que, tras los últimos temporales, asoma el acantilado cubierto hace 5.000 años. Antonio 'Sane'
El acantilado oculto de Loredo

El acantilado oculto de Loredo

El temporal deja a la vista el cantil vertical que ha estado cubierto por las dunas durante más de 5.000 años, desde que El Puntal se estabilizó

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Sábado, 13 de enero 2018, 16:53

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Las última imágenes del sistema dunar de Loredo no dejan lugar a la duda de que la erosión de la playa y su retroceso avanza sin piedad. Hace unos años empezó a aparecer roca y con las últimas lluvias el mordisco a la duna ha sido más descarnado, de tal forma que asoma con nitidez «el acantilado que ha estado cubierto, por lo menos, los últimos 5.000 años, desde que la playa de El Puntal se estabilizó», según afirma el investigador del Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria, César Vidal. La costa vertical de Loredo «siempre ha estado ahí, oculta bajo la duna desde hace más de mil lustros, y ahora asoma por la escasez de arena, aunque todavía tardará diez años en aparecer por completo», calcula el investigador.

«Cada vez asoma más parte del antiguo acantilado, lo que es señal de que la playa sigue retrocediendo», explica;«cuando ya no quede más arena y sólo haya roca, el oleaje buscará otra zona donde cogerla, que presumiblemente, será Somo. El peligro es que es una zona urbanizada y se llevaría por delante la primera línea de playa», alertó el investigador y catedrático de Ingeniería Hidráulica. En tal caso, «Somo tendrá un problema dentro unos ocho años», consideró.

Otro de los escenarios posibles es «la rotura de la lengua de El Puntal si el río Cubas se cansara de dar toda la vuelta y decide abrir una brecha por el arenal», como ha ocurrido en El Rompido, en Huelva.

La playa de Loredo está cada año «más desprotegida» ya que necesita a las dunas para resguardarse de los embates de los temporales, continuó Vidal. Cada vez que la playa pierde arena las dunas «sirven de armario» para reponerla. «Es fundamental que las personas no pisen las dunas, ya que esto las destruye», añade el investigador.

El oleaje rompe la duna y la erosión destapa rocas de la antigua costa, anterior a la formación de la playa.
El oleaje rompe la duna y la erosión destapa rocas de la antigua costa, anterior a la formación de la playa. Antonio 'Sane'

Según reveló un estudio realizado por el IH Cantabria, «los grandes dragados que se realizaron en el canal de navegación de la bahía santanderina hicieron que se perdieran tres millones de metros cúbicos de arena».

Existen mapas de 1870 de la bahía de Santander que marcan el Este de El Puntal a la altura de la isla de la Horadada, una extensión inferior a la de hoy. En la actualidad, su extensión se ha ampliado en 960 metros. «Este crecimiento exponencial se produjo en los años noventa, prolongándose quince metros cada año», explicó el catedrático.

Vidal destacó que «el retroceso de El Puntal comenzó a partir del siglo XIX, cuando empezó la intervención humana en la bahía, y no se ha vuelto a estabilizar porque se perdió demasiada arena y se acabó con ‘El bajo de las Quebrantas’, una barrera natural de protección frente al oleaje que desapareció por el dragado. Sin esa barrera, las olas rompen en la playa con mucha más fuerza».

A raíz de este estudio presentado por el instituto, «la política de dragado que se lleva a cabo hoy ha mejorado sensiblemente pues sólo se hace lo estrictamente necesario y se devuelve la arena lo más cerca posible de la playa».

Regeneración dunar

Según el biólogo Carlos Ley, de Ecología Litoral SL, la empresa que gestiona el invernadero de Loredo dedicado a la reforestación dunar, la aparición del acantilado a continuación de los pinares de Loredo evidencia que «la playa no siempre estuvo ahí, sino que el mar llegaba hasta el acantilado. Esta playa es consecuencia de la deforestación del río Miera, que generó un enorme crecimiento de los arenales, que ahora desaparecen». El biólogo insiste en que fue la mano del hombre el que los creó. «El ser humano intercede en el medio natural de manera inevitable», apunta.

Una de las formas para evitar la desaparición de las dunas, según inciden los expertos, es no pasar por encima, ya que las plantas dunares que las sostienen poseen unas raíces muy frágiles y una simple pisada las destruye y deja de sostener la arena que envuelven, al actuar como una red tridimensional.

«La regeneración dunar es una fórmula para disminuir los efectos adversos de la erosión y la pérdida de arena de las playas, y una forma mucho más económica que el relleno de arena, más duradera y que se realiza mediante una técnica relativamente sencilla», explicó Carlos Ley.

En Europa, la replantación dunar es un método extendido de conservación del ecosistema dunar, pero aquí en Cantabria es habitual ver actuaciones de relleno de arena de las playas sin que estén acompañadas de una plantación. «La arena no tarde en volver a irse si no hay plantas que la sujeten», asegura el experto. Por eso, en el invernadero de Loredo trabajan en reforzar un plan informativo a las administraciones locales. El vivero de Loredo forma parte del proyecto Arcos Life centrado en la ejecución de una serie de medidas encaminadas a mejorar el estado de conservación de los ecosistemas dunares de la costa cantábrica, mediante la restauración de diez de estos ecosistemas en otros tantos espacios de la Red Natura 2000 en Asturias, Cantabria y País Vasco.

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