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Marta San Miguel
Miércoles, 1 de febrero 2017, 07:17
'Parking abierto', dice un cartel desplegado en la boca sur del túnel de Cazoña. A su lado, la Residencia Cantabria es un cadáver de ... hormigón que vuelve pertinente la pancarta, porque el aparcamiento, que se construyó en 2014 sobre la vía que une La Albericia con La Marga, no ha vendido ninguna de las 85 plazas destinadas a residentes. La obra se hizo a pesar del rumor que advertía del cierre inminente del viejo hospital al que estaba llamado a prestar servicio, pero el augurio se cumplió antes de lo previsto: sólo dos años después de cortar la cinta, la Residencia pasó a mejor vida y con ella, la demanda del flamante aparcamiento con sus 455 plazas.
La vida desde entonces se ha quedado fría en esa cima donde los vecinos de Cazoña viven en edificios que en su mayoría cuentan con garajes propios. A la espera del 'efecto llamada' que pueda tener el Centro Cívico y de más abonos del personal sanitario del centro de salud y de Valdecilla, donde funcionan a pleno rendimiento dos aparcamientos al norte y sur del complejo hospitalario, ¿qué futuro le espera a un parking que recibe al día una media de 40 coches?
La pregunta se hace extensible a los últimos aparcamientos subterráneos construidos en Santander que se proyectaron con el fin de dar servicio a vecinos y residentes. Si en el Pctcan, otro aparcamiento puso la nota polémica por su cuestionado servicio a los trabajadores, los de Tetuán, Mendicouague y Cazoña comparten los mismos males en distintos vecindarios: se proyectaron en plena crisis económica y a día de hoy siguen siendo deficitarios. Están vacíos, las plazas de rotación apenas registran porcentajes sostenibles y de las 527 plazas que en total ofrecían a los residentes sólo se han vendido 17. El Ayuntamiento impulsó la creación de las tres infraestructuras con el fin de solucionar el quebradero de cabeza del estacionamiento, máxime cuando las políticas urbanísticas de la capital van encaminadas a la peatonalización del Centro. Sin embargo, el negocio ha salido rana.
"Todos los aparcamientos cuentan con su correspondiente estudio económico-financiero, que es fiscalizado con carácter previo a la adjudicación de cada concesión", explican fuentes del consistorio santanderino. ¿Qué ha fallado entonces? La respuesta desde colectivos vecinales o las propias empresas concesionarias consultadas por este periódico pasa por culpar a la crisis, que frenó la intención de compra de los vecinos, aunque paradójicamente los tres aparcamientos se planearan cuando la mentada crisis ya estaba en su apogeo.
El de Mendicouague ha sido el primero en capitular, pero el resto tiene un presente complicado: la empresa concesionaria entró en concurso de acreedores dejando en un limbo la futura gestión del parking de General Dávila; el de Cazoña tiene una planta cerrada y en Tetuán sólo hay movimiento los días festivos con el tirón hostelero, el resto de la semana "tiene una ocupación inferior al 10 por ciento".
Algo no ha funcionado, y si bien su construcción trajo consigo la rehabilitación de la zona en la que se excavaba (sobre todo en Tetuán y Cazoña, donde se habilitó una zona verde de 3.000 metros cuadrados), lo cierto es que los tres nacieron empujados por unas necesidades que después han resultado prescindibles.
Caso por caso: Tetuán
El primero en inaugurarse fue el de Tetuán en el año 2011. La empresa concesionaria es Estacionamientos y Servicios SA. Cuando se puso al frente de la obra era una filial de FCC, pero ahora ya no forma parte del emporio empresarial. "Entrar en Santander fue una decisión del grupo (Fomento de Construcciones y Contratas), se lo habían adjudicado inicialmente a otra empresa, Urazca, pero quebró, y ahí fue cuando nos llamó el Ayuntamiento", explica el delegado de zona, Adolfo Gutiérrez. "Nos interesaba la ciudad, sabíamos que era un riesgo y así ha sido, porque sigue siendo deficitario". La empresa, que gestiona en todo el país quince aparcamientos subterráneos, pagó un canon inicial al Ayuntamiento de Santander de 700.000 euros y habilitaron 438 plazas en la zona. "Por ahora nuestro objetivo es no perder dinero, llegar a números azules porque ahora mismo está en números rojos".
El precio de cada plaza de Tetuán es de 20.000 euros más IVA y por 50 años. De las 172 que tienen en venta por el momento han vendido 15 y alquiladas tienen 90. Es ahí, en la renta, por donde el resultado despierta cierto optimismo, sobre todo para los vecinos: "Nos ha beneficiado, la gente viene mucho más al barrio y se ha vuelto más accesible, dice el presidente de la asociación de hosteleros de Tetuán, que aglutina a doce negocios. "Al principio regalábamos dos horas gratis, pero ahora los fines de semana se llena. Creo que la apertura del aparcamiento ha ayudado a asentar una zona de ocio que gana protagonismo y entidad propia".
Sin embargo, la cara B de este hecho está en la estacionalidad de las cifras, como explica el responsable de la empresa que lo gestiona: "De lunes a jueves la ocupación es inferior al 10 por ciento, pero los viernes y sábados sube hasta el 20 por ciento" y, como en Cazoña, también hay una planta cerrada que en este caso "se habilita cuando es necesario". "Ha ido peor de los que pensábamos", dice concluyente, y eso a pesar de que el Ayuntamiento había aprobado ampliar la zona de influencia para que más vecinos pudieran aspirar a una plaza a través de una modificación de la ordenanza que lo regula. Esa modificación es de 2007, cuando el consistorio aprobó un marco normativo para adjudicar las plazas de residentes correspondientes a los aparcamientos subterráneos del Ayuntamiento, Alfonso XIII y Pombo, con sus correspondientes listas de reserva,así como para una primera ronda de solicitudes del aparcamiento de Tetuán. ¿Por qué no acaba de funcionar? Su explicación: "Esperábamos más venta de plazas pero nos cogió la crisis y los bancos cerraron el grifo".
Mendicouague
La crisis también está detrás de la debacle de Mendicouague. Allí se ha vendido sólo dos plazas de aparcamiento de las 270 disponibles para residentes. La crisis económica vuelve a ser la razón: "El parking se solicitó a instancias de 350 propietarios del área de esta asociación vecinal Las Peñucas en mayo de 2009", explica a este periódico José Luis Sánchez Landeras, presidente de dicha asociación. Con ellos, otra comunidad, la de San Francisco, registró en el Ayuntamiento "con nombres y apellidos y DNI" otras 150 solicitudes en las que los vecinos firmantes pedían plazas porque en la zona "son francamente escasas". La oferta por tanto quedaba cubierta con los solicitantes, sin embargo, según Sánchez Landeras, la oposición vecinal y las polémicas que generó este movimiento contra el parking "retrasó su construcción", que abrió más tarde de lo previsto, en 2013.
Las manifestaciones contra las obras fueron sonadas y numerosas voces se alzaron contra los planes del entonces alcalde Iñigo de la Serna de construir bajo el parque homónimo, con una encina centenaria incluida en la polémica. Al final, las obras siguieron adelante y el parking se inauguró en 2014 pero la crisis económica dio al traste con los planes: "Los solicitantes se asustaron y dieron un paso atrás a su intención de comprar", dice Landeras. ¿Qué solución tienen ahora? Según explica el presidente vecinal, han solicitado al consistorio rebajar el precio de las plazas: "De los 21.500 euros que cuesta la plaza más el 21% de IVA, hemos pedido que se redujera el coste a 19.000 euros y, pero no lo han aceptado".
Los tres aparcamientos analizados tienen un uso combinado residente-rotación, excepto el de Mendicouague, que inicialmente era así pero que, a petición de los vecinos, acabó siendo solo para residentes. En este momento cuenta con 25 plazas alquiladas.
Cazoña
¿Y qué sucedió en el aparcamiento de Cazoña? La obra de Fomento unió bajo tierra La Albericia con La Marga y descargando tráfico del centro. Entre la superficie de la obra (de 22 millones de euros de inversión) y el falso túnel quedaba un hueco donde el Ayuntamiento proyectó la construcción del aparcamiento aprovechando la actuación del Ministerio. El concurso se adjudicó a una UTE, con Emilio Bolado a la cabeza, pero nuevamente la crisis entra juego al tumbar la mítica constructora cántabra. La obra pasó entonces a Ascán, que había obtenido la segunda puntuación en el concurso.
La empresa de Santiago Díaz, que atravesaba una delicada situación financiera con un ERE y el despido de 67 trabajadores, se hizo cargo de la obra en una condiciones que le eximían de pagar el canon municipal de explotación, como es habitual en las concesiones. El aparcamiento sobre el falso túnel se inauguró en 2014 con una media de 300 entradas diarias y 25 abonos de alquiler,. Hoy en día, registra una entrada de 40 coches y se hace verdad la declaración que hizo a este periódico el presidente vecinal: "Cazoña nunca ha tenido problemas para aparcar". La Residencia Cantabria ha tenido que ver, pero la suya es una consecuencia anunciada. No muy lejos, el Centro de Salud de Cazoña y Valdecilla podrían ser los reclamos necesarios para una infraestructura que no acaba de funcionar, mientras la empresa ofrece agresivas campañas de captación con ofertas como la de 6 euros al día que pusieron en marcha este verano y que siguen anunciado en sus fachas. El objetivo, según fuentes de Ascán, es seguir trabajando con planes que fomenten su uso, convirtiendo el parking en un establecimiento low cost, con ideas o ingenios que hagan innecesario ese cartel que a día de hoy nos recuerda a todos que el parking sigue ahí, abierto.
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