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Mariña Álvarez
Domingo, 11 de junio 2017, 19:14
Hace casi un año el barrio de Tetuán vivió un desgraciado episodio en su historia de pequeño pueblo dentro de la ciudad, donde todos se conocen, todos comparten la alegría contagiosa de este rincón de moda de Santander pero también el infortunio que puedan sufrir sus vecinos. Como una gran familia, en Tetuán nadie se queda tirado. Y menos si el que cae es pieza fundamental de este puzle de casas sencillas, bares con solera, fiestas de renombre y orgullo vecinal. Nano Cotera (Santander, 1969) perdió parte de su mano izquierda por un accidente pirotécnico en las pasadas fiestas patronales del barrio. Hoy hay una peña deportiva que lleva su nombre, que se inventa eventos para recaudar fondos y ayudarle a pagar las desorbitadas facturas médicas. Él, que siempre se volcó con los suyos, recoge ahora lo que sembró.
El 10 de julio de 2016 Nano Cotera estaba lanzando los petardos en la tradicional 'Bajada del Agua', después de que todo Tetuán entonase el 'Pobre de mí', encabezando la despedida de San Fermín, como cada año. De pronto uno le explotó en la mano y Tetuán vivió el más dramático fin de fiestas. Ha pasado casi un año. El doctor Piñal ha hecho maravillas con los destrozados dedos de Nano Cotera. Va recuperando la movilidad, mientras aprende a vivir con un dedo y medio menos y a levantar cabeza a pesar de todo.
Desde aquel aciago 10 de julio su vida cambió radicalmente. «Yo era un hombre muy activo, entrenaba a niños, era árbitro de fútbol, salía a correr y trabajaba. De todo eso, a nada. Reposo y rehabilitación. Es lo único», cuenta Cotera. Sus actos reflejos no tienen en cuenta que sus dedos ya no están ahí y a veces le suceden cosas. Necesita ayuda para muchas cuestiones cotidianas, como abrocharse los botones, aunque poco a poco va ganando autonomía. Ha tenido que irse a vivir con un hermano suyo porque la vida diaria se le hacía cuesta arriba. No sólo ha perdido su independencia, también le han echado del trabajo. Para entender su situación hay que volver a aquel día 10...
Con el doctor Piñal
«Sólo recuerdo la sangre y que tuve el impulso de taparme la mano para que los niños no me la vieran. De pronto estaba en una ambulancia», rememora con gran esfuerzo. A veces tiene pesadillas con la explosión. Apenas duerme. Está en tratamiento psiquiátrico y recibe ayuda psicológica para superarlo. Su memoria borró ese momento, «o tal vez no quiera acordarme». Está en proceso de afrontarlo. Pero todavía no puede. Sí recuerda perfectamente todo lo que pasó después. Primero, a Valdecilla. De ahí, al hospital de Burgos, porque es el centro público de referencia en este tipo de heridos. Aquí se sometió a la primera operación el 11 de julio. Pero no iba nada bien. «Me dijeron que era posible que perdiera la mano. Me estaba corriendo la infección (...)». Su hermano se enteró de que la asociación de vecinos de Tetuán, organizadora de la fiesta, tenía un seguro contratado.
De inmediato, le dijo a Nano que tenían que ir a ver al doctor Piñal, experto en cirugía de la mano, en el sistema sanitario privado. «Al día siguiente, tal y como estaba, pedí el alta voluntaria y me vine en coche a Santander. El doctor Piñal me vio y me prometió: 'Te voy a hacer una mano funcional'». En la explosión perdió el dedo meñique, medio dedo anular y el pulgar se le quedó colgando en una palma reducida a la mitad. Le operó dos veces en Mompía. Diez horas en quirófano para reconstruirle la mano «como un puzle, encajar huesos y venas. Me quitó dos tendones del pie y otro de la ingle para la palma. Me salvó el pulgar, me hizo un injerto con piel de mi pierna...». Hoy ya hace pinza, cada vez mueve mejor los dedos y se está valorando el trasplante de una falange del pie en el dedo anular.
Y pasan los meses. Y la Seguridad Social no cubre los gastos. Supuestamente, la aseguradora tendrá que hacerse cargo. Pero, mientras, las facturas van llegando. Debe ya unos 90.000 euros: cerca de 8.000 por los días de hospitalización en Mompía; lleva acumulados unos 70.000 al doctor Piñal, 3.800 al perito judicial que ha tenido que contratar, y las radiografías, analíticas y otros especialistas... Todo es privado desde el día que pidió el alta en el hospital de Burgos.
el apoyo de todo el barrio
«Tetuán se lo debía. Las fiestas eran suyas, estaba metido en todos los jardines. Los hosteleros se volcaron y las fiestas ahora están hasta arriba. Su labor ha sido un beneficio para todos y la gente sabe valorarlo», explica Juanma. Pero hay algo más la persona. «Es un tío muy conocido en el barrio, con muchísimos amigos, siempre moviendo a los chavales con el fútbol De los que merecen la pena. Lo principal es que estamos haciendo algo por el que tanto nos dio».
Esta es la suerte de Nano. Haberse criado en un barrio «muy unido», en el que salvo un par de edificios nuevos que han atraído a foráneos, el resto son descendientes de los obreros y marineros oriundos de estas populosas calles que suben de Puertochico. «El núcleo sigue aquí. Y todos los que han podido se han volcado. No se puede exprimir más, este es un barrio obrero». Juanma está lanzando el guante a quien quiera recogerlo «No alcanzamos».
Es tarde para arrepentirse de haber salido del sistema sanitario público. «De no ser porque supimos de la existencia de ese seguro jamás se me hubiera ocurrido ir por lo privado. Hasta me había hecho a la idea de que me quedaba sin mano». Su familia va pagando plazos urgentes. «Qué suerte que tengo familia y amigos», celebra.
La 'Peña Nano Cotera'
Esa suerte que tanto repite cristalizó poco después de venírsele el mundo abajo. Sus amigos de Tetuán organizaron un torneo de fútbol de 24 horas en La Albericia simplemente para tenerlo entretenido cuando más hundido estaba. «Nos juntamos todos y nos hicimos llamar la 'Peña Nano Cotera' para animarlo», recuerda Juanma Pacheco, portavoz de este grupo de amigos al que pronto se sumaron todos. El grupo se constituyó de forma oficial como peña deportiva y «empezamos a pensar maneras de ayudarle para pagar a los médicos», cuenta. Venta de papeletas, pulseras, partidos de fútbol... La última ha sido 'El finde de Nano', una gran fiesta que involucró a todo el barrio, con conciertos, fútbol infantil, marmitada, ollas ferroviarias, encierro de toros hinchables... Vendieron papeletas a un euro para sortear una cesta con los regalos más variopintos: desde 500 euros en metálico, un fin de semana en Potes o un jamón, hasta cenas en restaurantes del barrio y el apoyo de marcas como Central Lechera Asturiana. Ya hay ganadora, Victoria Portilla. Y también recuento de la recaudación del 'Finde de Nano': 5.000 euros, «al menos para que vaya pagando parte». Llevan ya unos 8.000 euros recaudados desde que empezaron con esta misión, que se van en el saco sin fondo de pruebas médicas que debe pagar. «Le siguen surgiendo gastos y de momento nadie se está haciendo cargo del accidente que sufrió, hay que ayudarle», explica Juanma. Si algún día el seguro se hace cargo Nano Cotera devolverá eldinero y después la peña decidirá a qué entidad benéfica se lo da. Todo se hace de manera rigurosa: el dinero va a una cuenta de la que él es beneficiario. Si necesita dinero, dice qué cantidad y luego presenta facturas.
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