Borrar
Vista panorámica de la caseta y las terrazas llenas durante la noche, una vez acabados los toros

Ver fotos

Vista panorámica de la caseta y las terrazas llenas durante la noche, una vez acabados los toros Sane

Una noche de verano en la Plaza de México

De caseta en caseta ·

Una vez acabados los toros, las carpas junto a Cuatro Caminos cobran vida. De La Pera a Galicia, pasando por las sevillanas de la Hermandad del Rocío

Sábado, 30 de julio 2022, 07:13

Comenta

Los toros han terminado y una multitud abandona lentamente Cuatro Caminos. Comienzan a ascender hacia la parte superior del aparcamiento subterráneo. Avanzar entre tanta gente es complicado. Tan solo pueden darse dos pasos por segundo. Hay dos opciones: o continuar la subida por la cuesta de Sáinz de la Maza o utilizar las escaleras situadas frente a la entrada oeste del coso. Mejor la segunda. Más directa. Eso sí, la cantidad de gente no disminuye utilizando una vía u otra. Todos se dirigen al mismo sitio. ¿Dónde? Esperen un poco para llegar a lo alto de las escaleras, que parece que está costando.

Un santanderino ya sabrá que este lugar no es otro que la Plaza de México, pero no estamos en cualquier fecha de año. Ya saben, Semana Grande después de dos años de pandemia, y, además, el tiempo acompañando toda la semana. Quizás esto ayude a explicar el ambiente que uno puede presenciar una vez que alcance el final de las escaleras. Por cierto, ¿las escaleras? Sí. Los que salían de los toros ya han llegado.

Pisadas en llano y vuelta de reconocimiento en la plaza. La atmósfera hace recordar, más si cabe, que la ciudad está en fiestas. Jóvenes con sus tradicionales 'litros' se agolpan a lo largo del calendario azteca y del monumento central de la plaza, que también funciona como punto de encuentro. «¡Por fin te veo! Te he estado llamando un buen rato», se podía escuchar entre grupos de amigos –de cualquier edad– que volvían a verse en una calurosa noche. Mientras, por la parte lateral de la plaza, un grupo de jóvenes procedentes de Salamanca, cargados de bebidas y ataviados con sombreros, exclamaban su alegría de encontrarse en Santander en estas fechas tan señaladas: «Lo que hacía que no veníamos a estas fiestas. Están mejor que antes y todo», afirmaba uno de ellos con su vaso en la mano.

Camino de la carpa donde el color verde es un uniforme reglamentario. La de la peña La Pera. Carpa más grande, sí. Novedad de este año sustituyendo así a la clásica y, como de costumbre, una gran cantidad de visitantes. El trajín constante de entrada y salida es casi una tradición en ese lugar. Bailes y cánticos son su carta de presentación, donde edades de todo tipo no se esconden y la convivencia entre ellos no es nada más que pacífica. Un buen ejemplo de esa sosegada coexistencia es la variedad musical: pasamos de los éxitos de Tina Turner –donde los más 'veteranos' lo dan todo–, a lo último de Aitana y Zzoilo con su 'Mon Amour', que se ha convertido en uno de los temas de moda entre la población más joven.

Sane

Cuesta llegar a la barra. Vete y ve de bebidas, pagos y vueltas. Da la bienvenida Ismael de la Vega, encargado de la carpa y de la peña. Tras sonreír para la fotografía, cuenta que el balance de este año está siendo «muy positivo» y que «ya iba siendo hora de tener una semana de relajación después de este período sanitario tan duro». Algo llamativo es la cantidad de gente joven trabajando al otro lado. De la Vega tiene una respuesta: «Toda esta chavalería que veis aquí con nosotros son nuestros hijos o sobrinos, que están aquí para aprender un oficio y ayudarnos en una semana tan laboriosa como esta». «Venga, que nos vamos». Pero Isma –una institución de las fiestas– insiste en una invitación. La caña, por cierto, a dos euros.

De carpa en carpa. Toca la caseta del Centro Gallego. Se nota enseguida por el calor de las brasas y el aroma a carne que lo envuelve. Atiende Diana Ferreiro, responsable de las dos casetas –la otra esta en el Sardinero– y encargada también del negocio Pulpalia. Muy gallego todo. Lleva 25 años de trabajo todos los veranos en ambas casetas, y nunca había visto a sus clientes tan estructurados a la hora de pedir: «La gente aguarda la cola y espera su turno sin agolparse. Eso ha sido un efecto secundario de la pandemia sin duda, ya que en las últimas fiestas jamás veías tanto orden».

Pulpo, siempre

Ahora bien, la gente no se cansa del plato estrella: «El pulpo es nuestra insignia, junto con el albariño», aunque también se han llevado sorpresas esta semana con alguna que otra petición: «Nos pidieron lejía que no sabíamos lo que era, y es una bebida típica de Pamplona que se hace con cerveza y limón», afirma Ferreiro entre carcajadas.

Rumbo a la izquierda, a la última caseta de la zona: la Hermandad del Rocío. Vestidos de sevillanas, farolillos, estampados con arte andaluz y bailes flamencos encima de un tablao. Estos son todos los alicientes que año tras año esta caseta ofrece. Los vestidos persiguen a uno por todo el recinto. Por color, por gracia, porque llaman la atención. Un dato, muchos de estos trajes han sido confeccionados por las propias integrantes del colectivo, tal y como relata la 'Hermana Mayor' de la caseta, Gema González: «Nos cambiamos de traje todos los días, y hay gente que también se los hace ellos mismos. El que yo llevo puesto ahora mismo lo compré en la anteúltima peregrinación al Rocío».

Y es que esta caseta es un ajetreo constante. Tapas de morcilla o de tortillitas de camarón salen continuamente de su cocina, además de rebujitos. Un clásico en una 'embajada' de Andalucía. ¿Se hace la espera muy larga hasta que llega la comida? No hay problema, ya que el tablao funciona de forma continuada. Así da gusto entretenerse antes de calmar el hambre. «Oye, no es mala idea. A por una tapa que nos vamos».

Novedades en los pagos

Y detalles de este año. Si hay una novedad que muchas casetas comparten es la posibilidad de poder pagar con el pago electrónico o 'Bizum'. Algunos como La Pera disponen de un número de teléfono colgado en la barra donde enviar el dinero. También el Centro Gallego lo ha comenzado a usar: «No podemos escapar a los nuevos tiempos, todos lo utilizan», afirma Ferreiro. Los rocieros, por su parte, lo incluirán «posiblemente» a partir de la Semana Grande del próximo año.

Nuevas tecnologías y tradiciones de siempre. Porque a las doce, en la Hermandad, saben lo que toca. La Salve Rociera interpretada por su propio coro. Y así todos los días –en realidad todas las noches– de la semana más grande del año.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Una noche de verano en la Plaza de México