Un instituto con alma de museo
El Santa Clara cumple 180 años y, con motivo de su aniversario, el Ayuntamiento le ha concedido la Medalla de Oro de la ciudad
Un instituto con alma de museo. El edificio del instituto Santa Clara guarda detrás de sus puertas algo más que meras aulas. Caminar entre sus pasillos es hacer un viaje por la historia. Entre esas cuatro paredes han estudiado personajes tan ilustres como Menéndez Pelayo o Gerardo Diego quien, además de alumno, fue catedrático. Ahora el centro cumple 180 años, aniversario que el Ayuntamiento de Santander no ha querido dejar pasar y por eso ha decidido otorgarle la Medalla de Oro de la ciudad. «Estamos de celebración», dice Silvino Corada, director del centro, que agradece al Consistorio este reconocimiento porque significa «poner en valor» la trayectoria y el «importante papel» de un instituto que fue uno de los primeros de enseñanza media en España y el primero de Cantabria. «Cualquiera que tenga más de 55 años, seguro que ha pasado por aquí, aunque sea para hacer un examen», cuenta el director.
El instituto empezó a funcionar en el año 1838 como centro docente bajo el nombre Instituto Cantábrico. Cuando tras la desamortización de Mendizábal echaron de España a las órdenes religiosas, en Santander se preguntaron quién iba a encargarse entonces de la formación de los jóvenes de la época. En la ciudad decidieron solicitar la cesión del edificio en el que se encontraba el convento de las Clarisas –situado en la misma ubicación que el instituto– para crear un centro de enseñanza laico, paradójicamente, en lo que era un edificio religioso. «No había más institutos y por aquí tenían que pasar todos los que quisieran estudiar algo más que la escuela», recuerda Corada.
«Estamos de celebración, este reconocimiento pone en valor la trayectoria y el papel que jugó el instituto»
Silvino Corada | director del centro
Su trayectoria está marcada por lo que ocurrió unos años después, en 1911. Aquel año el edificio se demolió después de que una parte del mismo se derrumbara, concretamente el aula de Latín. Aunque lo cierto es que no hay nada documentado al respecto. Únicamente es conocido que «primero se tira el convento y luego la iglesia», explica Antonio de los Bueis, responsable de Patrimonio del centro y profesor.
Ese mismo año comenzó la reconstrucción del edificio, que duró casi un lustro, y en 1914 recuperó su actividad docente. El instituto actual todavía guarda «vestigios y la esencia de lo que fue», añade el director. Porque en las obras del nuevo edificio se utilizaron algunas de las paredes del convento. Además, en la planta baja se guardan ahora algunas partes del convento como la clave de bóveda de la iglesia.
Patrimonio
Lo que distingue al instituto es que al recorrer sus salas y aulas también se pasea por la historia. Una de las puertas esconde 'el museo de la imagen'. Un pequeño cuarto que expone, entre otras cosas, diapositivas de cristal del siglo XIX, las que se utilizaban entonces en las aulas del centro para enseñar a los alumnos arte, historia o biología. Y todo lo necesario para su reproducción, como «la linterna mágica» con la que es posible «ver lo mismo que los estudiantes de la época» y entender cómo aprendían.
Material único que, en algunos casos, estaba guardado en cajas –como la decena de trofeos que adornan la sala de profesores– y que con el derrumbe, la reconstrucción y el paso de los años podría haberse perdido, pero que el responsable de Patrimonio del centro, Antonio de los Bueis, recuperó. «No podía dejar que se tirara, lo que hay aquí es único, es patrimonio y es de todos», comenta.
«Estoy muy orgulloso de trabajar aquí, el material que tenemos es único y no podía dejar que se tirara»
Antonio de los bueis | responsable de patrimonio
Entrar en sala de reuniones del instituto es otro salto atrás, a los años 60. Decenas de fotografías cedidas por el Centro de Documentación de la Imagen de Santander muestran cómo eran las aulas o el patio del colegio en 1965, por ejemplo.
Ver fotos
Los escudos de las vidrieras han ido cambiando según la época. Las paredes de los pasillos están cubiertas con fotografías que recogen los momentos más relevantes del centro, como el acta en el que consta la cesión del convento. Cada rincón cuenta su particular historia y con su nombre. 'El pasillo de la ciencia' con utensilios como microscopios que se utilizaban para estudiar física o química. Varias vitrinas repletas de animales disecados muestran «cómo se estudiaba biología hace dos siglos», señala De los Bueis. Incluso una con minerales y fósiles que se recogían en los viajes a las cuevas. También un mojón del antiguo puerto de Santander. De todo.
«Orgullo» del centro
El edificio salió ileso del incendio que hubo en Santander en 1941 gracias a su construcción en piedra. En 1960 se llamaba José María Pereda, fue entonces cuando decidieron cambiarle el nombre por el de Santa Clara, con motivo del convento y dejarlo como colegio solo de chicas. Aunque antes había sido mixto, hay una orla de 1947 en la que comparten espacio chicos y chicas.
Los hitos del instituto hacen que, a día de hoy, la palabra que más pronuncian los que han formado parte de él o todavía lo hacen, es «orgullo». Jesús Peñalva, profesor de Historia, cuenta que si para cualquier docente el mero hecho de dar clase ya es motivo para sentirse orgulloso, hacerlo en el Santa Clara «tiene un valor añadido porque es histórico y fue muy importante para la ciudad». El profesor destaca que el número de intelectuales que se han formado entre sus cuatro paredes demuestra «que se daba una formación muy cualificada». Además, el patrimonio y materiales que ha conseguido guardar muestra que es un centro que «siempre quiso estar a la vanguardia de la innovación científica y educativa». Sin duda, fue un «motor sin precedentes y un revulsivo para la ciudad».
«Fue un motor cultural sin precedentes y siempre quiso estar a la vanguardia de la innovación científica»
Jesús peñalva | profesor de historia
Roberto Orallo, pintor cántabro, dio clases de dibujo en el Santa Clara. Es más, una de sus obras, 'Metamorfosis', da cada día la bienvenida a los alumnos –de los 1.650 que hay en el centro– que tengan su clase en la primera planta. Cuenta que cuando sacó la oposición y tuvo que elegir centro «puse Santa Clara en las cinco opciones». Él también se siente muy orgulloso por la trayectoria del centro y por haber tenido la oportunidad de «lanzarse a la aventura de crear la Escuela de Arte y que, además, haya llegado hasta donde esta ahora».
Los hitos del Instituto Santa Clara
1
En 1280 se funda un monasterio en el espacio donde hoy se ubica el instituto Santa Clara.
2
En 1837 se crea el Instituto Cantábrico y las reformas permiten habilitar el edificio como museo y hospital militar.
3
En 1874 se matriculan, por primera vez, mujeres. Cinco alumnas en la cátedra de Francés
4
Es el quinto instituto de España en número de matriculados en 1876, con 802.
5
Ese mismo año, se instala en los locales del instituto Santa Clara la escuela provincial de Artes y Oficios de Santander.
6
En 1901 adquiere una nueva estructura y cambia de nombre a Instituto General y Técnico de Santander.
7
Un aula se derrumba en 1911 y se decide demolerlo para levantarlo de nuevo.
8
En 1915 se finaliza la obra y el edificio resultante es casi igual al actual. En su fachada se leía Instituto General y Técnico
9
. Se establece, en 1926, el Observatorio Meteorológico en sus instalaciones.
10
El instituto sale ileso del incendio de 1941 gracias a su construcción de piedra
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