El Ayuntamiento reducirá la población de palomas en Covadonga con jaulas trampa

Así lo ha anunciado a El Diario Montañés el concejal de Salud Pública, Bernardo Bustillo, que ocupa el cargo desde el pasado mes de mayo. «La presión que ejercían las palomas se ha reducido mucho en los últimos años –explica–, pero es cierto que en el Barrio Covadonga hemos tenido problemas para buscar una ubicación para las jaulas en los tejados, un método que se utiliza para capturarlas y que se ha demostrado que funciona».

El edil indica que la empresa contratada para realizar este servicio buscará de nuevo emplazamientos para instalar las jaulas en el barrio, problema que espera resolver «en pocos días». Bustillo comprende las protestas de los vecinos, pero también advierte de la presencia de «alimentadores», personas que «dan de comer a las palomas, cosa que está prohibida, y provocan su concentración». Para tratar de poner fin a esa situación, la Policía Local «incrementará la vigilancia en las zonas más afectadas».

La Asociación de Vecinos Besaya ha vuelto a alzar la voz en las últimas semanas para exigir una solución. Su presidenta, Maryán Cicero, dice que tienen una «superpoblación» de palomas «impresionante» que se ha ido agravando con el paso de los años por la «inutilidad» del anterior concejal de Salud Pública, José Luis Urraca. «Cuando el Ayuntamiento empezó a controlar la población de palomas en este barrio –señala–, porque había zonas convertidas en una auténtica guarrada, se acabó el presupuesto y desde entonces no se ha hecho nada».

Cicero hace hincapié en las consecuencias: «Las palomas están manchando con sus cagadas tejados, fachadas, ropa, balcones, aceras..., y las que se mueren dejan plumas, malos olores, gusanos, ratas, insectos...». Añade que las zonas más afectadas por la presencia de estas aves son «Julio Ruiz de Salazar, Amancio Ruiz Capillas, Río Ebro, Eulalio Ferrer y el Centro de Salud».

«Es horroroso»

Delfina Junco, vecina de la calle Julio Ruiz de Salazar, resume el problema que padece en su vivienda: «El último piso está vacío. Creo que es de un fondo buitre. Y las palomas se posan en la repisa, el canalón, los contadores del gas... Es horroroso, lo manchan todo y tenemos que colocar plásticos, limpiar...». Alberto Riaño vive cerca, en la calle Río Ebro, y también se queja: «Durante el día nos dejan un poco tranquilos, pero por la tarde llegan para pasar la noche, especialmente en los patios interiores, y lo dejan todo lleno de plumas, cagadas, bichos muertos... Hay vecinos que lo limpian, pero donde no vive nadie no ves ni el suelo».

Los afectados destacan también los gastos que conlleva este problema en productos de limpieza o la instalación de «pinchos» metálicos para impedir el acceso de las palomas. Una de sus principales preocupaciones se centra en la ropa. «La protegemos con toldos, plásticos o lo que tengamos a mano, porque las cagadas son muy corrosivas y muchas veces tenemos que tirar las prendas porque las manchas no se quitan», expone Riaño.

En un breve recorrido por el barrio, los vecinos muestran a El Diario Montañés un 'paisaje' desolador en las zonas más afectadas por la suciedad e insalubridad que provocan estas aves cuando su número es excesivo. Los afectados confían en que esta vez sus quejas sean atendidas.