Eterno descanso en La Asunción

El columbario ha sido habilitado en el baptisterio, a la derecha de la entrada principal del templo, y se denomina 'Capilla de la vida'. El párroco, Juan Carlos Rodríguez del Pozo, explica por qué: «El agua del bautismo te lleva a asegurar que tenemos vida eterna. Por eso hemos unido la pila bautismal y una vidriera de la Virgen ascendiendo al cielo con el conjunto de nichos». Rodríguez del Pozo recuerda que la pila bautismal es «valiosa» -se hizo a la par que la iglesia-, pero «ahora los bautizos se realizan de forma comunitaria, dentro de la misa, por lo que han dejado de tener uso».

En ese espacio, ahora mejor aprovechado, se ha colocado una luminosa vidriera de La Asunción, que reproduce un cuadro que se exhibe en la catedral de Santander, donado por la pintora Teresa Peña. La vidriera es obra del Espacio Creativo Laetitia, que «se ocupa de hacer los Nacimientos en Navidad y todas las obras de arte de la parroquia».

Separado por una verja queda el columbario, con el que Rodríguez del Pozo quiere atender una necesidad creciente: «La gente tiene un poco de lío, no sabe qué hacer con las cenizas de sus difuntos, si tirarlas por ahí, en un lugar significativo para ellos, o tenerlas en casa, lo que dificulta el duelo porque se acuerdan continuamente de su marido, sus padres o hijos».

«Hace poco -añade- salió una norma de la Iglesia que dice que los cristianos que hemos vivido en comunidad, debemos esperar la resurrección de los muertos en comunidad. Y para eso lo mejor es un sitio sagrado. Además, es un privilegio tener en el centro de la ciudad un espacio para que nuestros fieles puedan descansar aquí». El párroco también resalta que este «descanso eterno» se ofrece junto al de los fundadores de la ciudad, encabezados por Leonor de la Vega (1431) y enterrados en torno a la girola y la capilla lateral. Alrededor del altar mayor también destaca la presencia de lápidas de algunos benefactores, párrocos, nobles, militares, ministros...

La oferta del columbario es amplia y variada. Se encuentran a la venta 35 nichos con capacidad para tres urnas (1.815 euros, IVA incluido), 109 para dos urnas (1.452) y 130 espacios compartidos para urnas individuales (605). También existe la posibilidad de depositar los restos en un cenizario común (250). Por el mantenimiento anual se cobra 20 euros y 50 por el servicio de introducir la urna en el columbario. El contrato tiene una duración de 30 años y es prorrogable.

Rodríguez del Pozo inició el año pasado las gestiones para restaurar el deteriorado interior del templo, para igualar el magnífico aspecto que ofrece el exterior desde la década pasada, cuando el monumental santuario neogótico se rehabilitó en su centenario. Se trata de una obra «integral» que va a costar «mucho dinero», pero ni la pandemia ha quebrado la moral del sacerdote para recaudar fondos: «Es un reto para esta ciudad intentar mantener este legado patrimonial, la catedral de la gente, aunque está claro que primero son las personas y después las piedras».