Matemáticas a través del arte de Okuda
Los colores y formas del artista inspiran las lecciones de un centenar de niños en el colegio Menéndez Pelayo, transformadas en una experiencia de juego y diversidad
Eres Okuda?». Los alumnos más pequeños del Colegio Menéndez Pelayo, en Torrelavega, conocen de sobra muchas de las obras del artista cántabro Óscar San Miguel porque las vienen repasando en el último año como ejemplo del uso de las formas y los colores, en el ámbito de las matemáticas, pero muchos no le ponían cara todavía ayer por la mañana. Cuando llegó, verle en carne y hueso fue un auténtico 'shock' para muchos, que le tenían casi como a un pintor inalcanzable como los que citan a veces sus profesores. «¡Okuda! ¡Okuda!», saludaban los más lanzados; otros, la mayoría, se quedaron mudos al verle entrar por el pasillo, donde además tenían expuestos parte de los dibujos y obras que han hecho inspirándose en la obra del santanderino. Ellos también le deslumbraron a él con esas figuras, aros y cubos de colores, el resultado de un ejercicio de matemáticas para los alumnos de infantil de 3 años y al que se han terminado sumando decenas y decenas de niños de quinto y también sexto, de incluso doce años, hasta integrar a más de un centenar.
'Pinta lo que se te Okuda', rezan las paredes del Menéndez Pelayo estos días. Su visita, organizada en el marco de una colaboración con la fundación Coloring the World, fue la culminación soñada para los estudiantes y también la dirección y el profesorado, volcado en el último año en convertir las formas, los colores y el estilo de Okuda en una experiencia que trasciende a los libros o las lecciones tradicionales. Con su geometría y heterogeneidad de tonos, Okuda ha inspirado lecciones de mates, sí, pero también un interesante ejercicio de aprendizaje y comunicación entre estos más de cien niños, sin importar su edad, mezclando puntos de vista, juegos y maneras de plantear lo que sea.
Aunque quiera ser mecánico de mayor, Hugo Saiz, de 6 años, no ha sido ajeno a esa lluvia de ideas y juegos. Ayer, en la sala principal donde se exponían gran parte de las creaciones, él y decenas de artistas más contribuían a dar vida y color a la sala. Pintando, algo que le encanta, y jugando «a los rayos láser», como define él la esquina de la sala dispuesta con figuras y cuerdas.
Mientras, Nika Oliva, también de seis años, se encargaba de colorear de azul una de las caras del cubo que preside el aula. Quiere ser artista, como Okuda, que compartió rato con ella y todos los niños que se inspiraban por ahí. Rayuela para saltar a la pata coja, aros colgados, construcciones variadas... De todo.
Conexión con el arte
A Okuda, impresionado por la novedad del enfoque y esta sala llena de colores, no le sorprende que el proyecto ya este prendiendo vocaciones. «La conexión que yo tuve en el instituto la pueden tener ya, muchos años antes. Creo que son propuestas muy interesantes y les ha quedado muy chulo. Me sorprende especialmente la instalación artística y su enfoque como concepto para jugar e interactuar», enfatizó.
Para entonces, Okuda ya había pasado un buen rato en el colegio. Ensalzó ante el profesorado el carácter didáctico, innovador e interactivo de los juegos, pero también respondió preguntas de los alumnos curiosos. «Cuanto tardaste en pintar el Colegio Vital Alsar (Santander)?; «cuándo empezaste a pintar»; «¿no te da vértigo a veces?». Respondió a todas las preguntas de los periodistas –también han hecho de jóvenes reporteros recientemente en el cole, de hecho– y después empuñó un rotulador para dibujar un conejo sobre un gran lienzo blanco dispuesto en el suelo. Ya desde que comenzó con las orejas, su destreza dejó boquiabierto a todo el personal. En unos segundos perfiló al animal y todos los alumnos se lanzaron al suelo para ayudarle con el color.
Centenario soñado
La traducción de un año de trabajo en la visita del propio Okuda ha sido un sueño para el profesorado y la dirección del centro público, el más antiguo de Torrelavega e inmerso en los actos de su centenario. «Qué mejor que Okuda para celebrarlo. Pensábamos que era algo inalcanzable», declara su directora, Eva López.
A su lado, y durante toda la visita, varias profesoras reflejaban la misma ilusión. Dos de ellas son Patricia Fernández y Raquel Sansegundo, docentes de Infantil de escolares de 3 y 5 años. «Que haya venido Okuda es espectacular, que conozcan al artista en carne y hueso», celebraba la primera, convencida de la «simbiosis» y la «interacción» entre alumnos distintos, «no tanto por su edad, sino por su carácter, su madurez y forma de verlo todo». Sansegundo lo resumía bien, también:«Esa heterogeneidad es la que hace que sea enriquecedor. Este es un centro muy diverso».
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