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Clara tiene una estrecha vinculación con Cantabria, donde veranea desde la niñez. / DM
ENTREVISTA

«El concurso me ha cambiado la vida y no puedo estar más agradecida»

Clara Pérez. Concursante de MasterChef. «Me quedo con la frase de Aduriz, ‘El sentido más desarrollado del cocinero debe ser la memoria’»

José Luis Pérez

Sábado, 10 de agosto 2013, 14:35

En la memoria reciente de los aficionados a la cocina y a los programas de televisión está MasterChef, un concurso que ha triunfado en audiencia y en repercusión. El formato ha gustado y su futuro a corto y medio plazo parece que está asegurado. Ahora, incluso, se está poniendo en marcha una versión para niños. Entre los participantes, una de las figuras más destacada fue Clara Pérez Villalón, una joven madrileña con 23 años recién cumplidos y una estrecha vinculación con Cantabria. Con motivo de una corta estancia vacacional en Santander, Clara habla de lo que ha significado para ella este concurso y de sus planes de futuro. Durante la conversación pone de relieve un aplomo y una madurez que ya proyectó durante la emisión del programa.

¿Cuál es su vinculación con Cantabria?

Veraneamos aquí. Un tío mío se casó con Ana Puras y tenemos casa en El Sardinero, donde recuerdo que de niña pasaba desde el 15 de junio al 15 de septiembre. Ahora sigo viniendo algunos fines de semana. Además, tengo aquí a mis caballos.

Es entonces su segunda casa...

Me viene muy bien venir a Santander, tengo necesidad de... Es un bálsamo, oler Santander, el mar... Se duerme distinto, con manta, se come...

¿Por qué se decidió a inscribirse en el concurso?

Fue de rebote. Un novio que tenía me dijo: Con lo que a ti te gusta cocinar. Ya tenía un blog de cocina (www.missmigas.com) y mi madre es una excelente cocinera. Una enfermedad de páncreas que me mantuvo mucho tiempo en casa reforzó mi dedicación a la cocina. Aunque no podía apenas comer y tenía que probar y escupir, me metí más entre los fogones.

¿Qué le había impulsado a meterse en la cocina?

Mi madre cocina más lo salado y a mí me dejaba los postres. Por ahí comencé. Me encanta todo lo relacionado con los panes y la bollería. Incluso, algún año he llegado a vender roscos de Reyes en Madrid, gracias al boca boca. Llenábamos la casa de roscos, más de cien y ganábamos un dinerillo. Con el dinero me he comprado una máquina de fotos para hacer las fotos a los platos para mi blog.

¿Esperaba que el programa fuese así?

No esperaba nada de esto. Entré un poco inocente al respecto. Me lo tomé como una experiencia nueva, pero se ha convertido en algo más grande e incontrolable. Ahora te asaltan por la calle, porque eres famosa...

¿Cómo lleva esa fama?

Con naturalidad. Trato de seguir siendo yo misma, sonreír, ser cercana. Mi vida tiene que ser igual que antes. He hecho amigos que no me conocían de antes y me dicen que soy normal. Lo que ocurre es que ahora llevo el apellido del concurso, son Clara de MasterChef en lugar de Clara Pérez Villalón.

¿Qué es lo que más le ha gustado del concurso?

Me ha servido para conocerme a mi misma, para tener más disciplina, para saber estar, para tener calma... También ha sido positiva la relación con los compañeros, el respeto. Me ha permitido aprender lo que es realmente la cocina, detrás de un plato hay muchas más cosas. Finalmente creo que MasterChef es un muy buen programa para el mundo de la gastronomía, para el oficio... Ayuda a valorar el trabajo de los profesionales.

¿Y lo que menos le ha gustado?

Las horas de grabación, el falsear para que parezca..., pero salvo mínimos detalles cualquier valoración tiene que ser positiva.

¿Volvería a repetir?

Sí, sin duda alguna. Ya lo echo de menos. Me ha cambiado a la vida y no puedo estar más agradecida. Me han tocado con una varita. Es una experiencia única.

¿Cómo fue la experiencia detrás de los decorados?

Nos hemos llevado muy bien. No ha habido broncas, aunque estábamos encerrados en una casa sin tener el más mínimo contacto con el exterior, ni móvil, ni periódicos, ni radio, ni televisión. Solo podíamos hablar diez minutos a la semana por teléfono con la familia. Nos enteramos que murió Hugo Chávez en una gasolinera cuando íbamos en autobús a Badajoz. Cuando nos llevaban a una prueba no sabíamos ni a dónde íbamos ni a qué. Además teníamos que guardar la confidencialidad exigida, por lo que no podíamos explicar a nadie quiénes éramos...

¿Y cómo mataban el tiempo?

Con un disco duro de películas y con una gran biblioteca de libros de cocina que había en la casa.

¿Y cómo vislumbra ahora su futuro?

Tengo pendiente acabar Económicas, me quedan las cinco asignaturas del último trimestre porque entré en el programa. Voy a terminarlo, aunque a lo que realmente me quiero dedicar es a la cocina, es lo que me hace feliz. Pero podré utilizar la carrera para todo. La cocina me emociona, me llena.

¿La veremos con su propio restaurante?

Ahora quiero trabajar y aprender. Luego ya se verá. Hay que vivir el momento.

¿Qué chef le impresionó más?

Aduriz, más por lo que habló que por las técnicas. Me quedo con una frase suya que ahora llevo conmigo: El sentido más desarrollado del cocinero debe ser la memoria. También las charlas con Jordi Cruz, tienen un coco magnífico.

¿Esperaba el desenlace final?

Esperaba que ganase Juan Manuel. Es una persona fantástica, todo corazón. Ya lo dije el día que salí del programa. No sólo sabe cocinar, tiene más cualidades. A ser persona no te enseñan, a cocinar puedes aprender.

¿Fue eliminada por...?

Un potaje de bacalao. No me salió del todo mal, pero no es mi fuerte. Estoy contenta de haber salido en ese momento. Me llevo lo bueno. A partir de ese momento el programa creció el competitividad y ya no se estaba tan cómodo dentro.

Y cuando salió del programa, ¿qué sensación le quedó o qué hizo?

Hice un potaje en casa y me vine a Santander, donde estuve dos semanas, apenas sin salir de casa. Era el compromiso con la productora, para mantener el secreto del programa. Me dediqué a cocinar.

¿A qué cocineros admira?

De cada uno se puede aprender una cosa diferente. En España tenemos grandes cocineros, los mejores del mundo, lo que se admira poco. No les damos el valor que tienen.

¿Cómo define su estilo de cocina?

Trato de no perder la cocina tradicional, su sabor, pero también de dar un punto más. Pero no creo que las trampas que da la técnica. La técnica en un plato debe tener un por qué.

¿Dónde le gustaría comer?

Me gustaría descubrir la verdadera cocina mexicana y también la cocina rural del norte de Cataluña... Tengo una lista tan larga... Calima, A Poniente, Dos Palillos... Y el Cenador de Amós, que ya he podido conocerlo estos días.

¿Qué va a ser de su ravioli invertido, al que hubo quien calificó como el mejor plato del concurso?

Lo tengo que patentar. Quizá lo pueda presentar en noviembre en Cantabria, en un curso en el Aula de Cocina del Cenador de Amós. Fue algo improvisado porque había pensado en una pasta dulce, pero en el supermercado del concurso no había chocolate negro. En tres minutos tuve que dar la vuelta a la receta.

¿Qué tiene previsto hacer en los próximos meses?

He estado un mes haciendo prácticas en El Bohío, el restaurante de Pepe. Me ha permitido ver cómo funciona una cocina, el ritmo frenético... La adrenalina se vuelve adictiva... Más adelante voy a hacer prácticas en el Abac, el restaurante de Jordi Cruz y tengo propuestas para ir a hacer un curso con Dani García a Marbella.

De la cocina de Cantabria, ¿con qué se queda?

El cocido montañés me encanta, pero también la quesada, el marisco, las rabas... Me gusta la cocina tradicional de Cantabria.

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