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El gran apagón que el lunes dejó a toda la península sin luz durante horas no solo desveló la vulnerabilidad del sistema sino que, efectivamente, ... demostró que tenemos que estar preparados para cualquier contingencia. Durante el tiempo que nos quedamos sin luz, muchos nos acordamos de la famosa mochila para sobrevivir 72 horas sin ayuda externa que la UE nos recomendó tener hecha el pasado marzo.
En ella, además de pilas, una radio, linternas y velas, algo para asearse, bolsas de basura y medicinas (sobre todo las que tomamos habitualmente), tiene que haber agua, un hornillo y comida... Pero ¿cuál? Está claro que tienen que ser alimentos no perecederos y que «nos proporcionen la energía y los nutrientes necesarios», señalan Isabel Prieto y Ana Belén Segarra, catedrática y profesora de Fisiología, respectivamente, de la Universidad de Jaén. Sin embargo, en esta categoría hay muchos y conviene elegir los que más se adapten a nuestras necesidades. Y dentro de todas las que se dan en situaciones de crisis, hay una muy importante: la de mantenerse en calma. Efectivamente es algo de carácter –no todo el mundo puede controlar los nervios–, pero también podemos potenciarlo con la comida.
En momentos como el del lunes, de algo totalmente inesperado, «nuestro cuerpo sufre los efectos negativos del cortisol, que es la principal hormona que se libera», explican Prieto y Segarra. También disminuyen la serotonina y la melatonina, «responsables de nuestra sensación de bienestar y estado de ánimo positivo». Todo ello acaba siendo como un sopapo: nos caemos del guindo y empiezan las mariposas en el estómago... aunque no las del amor, las de los nervios.
«La buena noticia es que hay alimentos que nos ayudan», prosiguen las expertas. Y sí, los podemos meter en la mochila porque cumplen con todos los requisitos para formar parte de un 'kit' de emergencia. Además, como vivimos en esa parte del mundo 'privilegiada', en la que nos podemos preparar con tiempo para situaciones de crisis, esos alimentos nos sirven para hacernos menús completos, con primer plato, segundo y hasta postre. Así, nuestra rutina –en la que comer no es solo una necesidad, sino una costumbre– se ve lo menos alterada posible.
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Las bondades de las legumbres no son ningún secreto. Resultan un alimento muy completo que, incluso, tiene un importante aporte proteico. Pueden servirnos perfectamente como plato único sin pasar apuros ni necesidades. Pero es que también ayudan a «mantener a raya el cortisol», coinciden las expertas. Ayudan a que no se produzcan picos de glucosa y promueven la absorción del triptófano y la serotonina, sustancias que tenemos por los suelos. Si, además, los botes de legumbres que compremos incluyen verduras, serán mucho más saludables.
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Latas de sardinas, atún, bonito, caballa... son bienvenidas en el kit de emergencia. Se conservan fácil, apenas ocupan y tienen una fecha de caducidad larga. Solo por eso hay que incluirlas. Sin embargo, resultan todavía más interesantes porque todos esos alimentos son ricos en ácidos grasos omega-3, que, además de buenos para la salud cardiovascular, tienen un «efecto modulador sobre el eje hipotálamo-hipófisis-adrenales» que lo que hace es «reducir la producción excesiva de cortisol, asociada con respuestas al estrés y trastornos de salud mental», como demostró a finales del año pasado un completo estudio de la Universidad de Varsovia, en Polonia.
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Cacahuetes, anacardos, avellanas y demás no solo son buenos para combatir ese ansia por comer que nos entra cuando estamos nerviosos y para pasar el rato cuando no podemos hacer otra cosa que esperar a la ayuda. «Al ser ricos en magnesio y potasio, disminuyen el cortisol en sangre y aumentan la melatonina». Vamos, lo que viene a ser el chute que necesitamos ante la crisis, pero sin necesidad de receta médica.
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No podía faltarnos el postre. Que sí, que si tenemos que echar manos de un kit de emergencia es que la cosa es seria, pero el chocolate negro no solo nos va a ayudar a calmar la gusa por lo dulce, también a atemperar los nervios. ¿Cómo? «Las variedades con 75% o más de cacao contienen gran cantidad de flavonoides, que se ha demostrado que son eficaces para bajar el cortisol». Y, dos por el precio de uno, el cacao es bueno para el corazón al contener «grandes antioxidantes».
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Si nos lo montamos bien y con tiempo, en esta situación de emergencia no nos va a faltar ni el vaso de leche caliente antes de irnos a dormir. Eso sí, para que no nos caduque ni tengamos problemas para conservarla, debe ser en polvo. Aparte de calentarnos la tripa y conectarnos con momentos agradables de nuestra infancia, «nos aportará triptófano, que es una aminoácido que ayuda a sintetizar la serotonina y melatonina», aportan las docentes, y, por tanto, a que podamos conciliar el sueño más fácil.
Comer caliente tiene un efecto reconfortante. Lo notamos cuando hace frío y nos tomamos un potaje o un chocolate caliente. Por mucho que la situación de emergencia nos pille en pleno verano, también conviene hacerlo. La explicación es que en esos contextos, psicológicamente, nos vamos a sentir mejor. Porque «para sobrevivir tres días claro que podemos tirar de bocatas o de latas», señala Koldo Iturriaga, especialista en supervivencia, pero no tienen ese efecto de «bálsamo» que unas lentejas calientes. Otro aspecto interesante es que comer caliente si hace calor no es malo, todo lo contrario, ayuda al organismo a termorregularse. Lo que deberíamos tener en cuenta en esta situación es que hay que hidratarse más a menudo.
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