

Secciones
Servicios
Destacamos
Ir al nutricionista es algo cada vez más común en nuestro país. De la misma manera que ha aumentado el número de estos profesionales colegiados – ... de 2016 a 2020 pasaron de ser 3.361 a 5.698, casi el doble–, ha crecido el número de personas que acude a consulta. Tras la pandemia, las visitas a estos especialistas aumentaron un 35%, según datos del sector. Y no se trata de personas con graves afecciones o trastornos, sino de gente que se ha dado cuenta de lo importante que es tener una correcta alimentación para un sistema inmunitario fuerte y una salud óptima.
Ahora bien, pese a estos datos, no siempre vamos a la consulta con la actitud adecuada... ni nos encontramos enfrente al profesional adecuado para nosotros. «No hay un momento idóneo para que decidas venir a una consulta porque requiere esfuerzo», reconoce la nutricionista Ikerne Vizcaino. El ideal es el que decidas. Lo que hay que tener claro también es que ni todo vale, ni hay que aguantar cualquier cosa. Esta especialista del centro Bidez Mar Actividades nos explica esas 'red flags' ante las que está más que justificado que salgamos corriendo.
Si un especialista empieza a prohibirte alimentos de forma tajante, pasa algo. «Los 'esto no puedes comer, está prohibido' no tienen cabida en mi filosofía de trabajo», explica Vizcaino. ¿La razón? «Al final genera más ansiedad y es contraproducente». El día que por lo que sea no eres capaz de resistirte vas a comer el doble y te vas a sentir peor, culpable, lo que, según la especialista, es síntoma de que no tienes una buena relación con la comida que es justo lo contrario de lo que se busca. «Encima, muchas veces no se hace una buena historia clínica, con lo que puede que estés agudizando problemas previos con este comportamiento». Es el caso de las personas que sufren trastornos de la conducta alimentaria, en los que esta profesional está especializada. «A mi consulta han llegado pacientes con más alimentos en la lista del no que en la del sí», denuncia. Y tanta restricción no les ayuda. «Al contrario».
Tampoco debemos permitir que el nutricionista condicione nuestra vida diaria. El cambio de hábitos tiene que adaptarse a nosotros. «Cuando dices 'esto no me encaja' y la respuesta es 'lo tienes que hacer así, y si no lo haces así no sirve para nada', algo falla», desliza Vizcaino. En su caso, lo tiene claro: «No todo el mundo puede comer a las dos de la tarde, hay gente que sale a las tres y media, o que no puede comer en el puesto de trabajo... y tendrás que organizar la pauta para adaptarse a eso. No al revés». Y apunta otro asunto más relevante:«Los cambios que haces durante el proceso con una persona tienen que ser perdurables en el tiempo. No me sirve de nada que tú hagas un cambio ahora y que dentro de tres meses eso no lo puedas mantener. ¿Para qué te va a servir? Al final, esto no va de adelgazar diez kilos a toda costa y luego ya veremos».
Si vas a un nutricionista y te pone un plan de comidas donde se repite una y otra vez alimentos que has dicho que no te gustan... ahí no es. «En la primera consulta, yo registro varias cosas, entre ellas, lo que esa persona no quiere que le ponga y por qué. A veces no lo ha probado, pero otras ya te avisa de que no lo come porque no le gusta. En este caso, pues no se lo pongo», describe la experta. Hay muchos caminos para llegar al objetivo: si no te gusta el bacalao, pues puedes comer merluza, por ejemplo. Y el nutricionista debe tenerlo en cuenta... y adaptarse: nada de planes de comida enlatados.
Se puede ir a la consulta de un nutricionista con la intención de bajar de peso y no pasar por la báscula cada vez. «No es obligatorio; ¡si te va a decir la cintura del pantalón si estás bajando o no!», explica la nutricionista vasca. Así que si lo pasas mal cada vez que te tienes que subir, si sientes que es como estar de exámenes de nuevo y se te revuelve hasta la tripa, no hace falta que pases por ese trago. «Yo se lo digo a mis pacientes, si no les apetece, si te va a generar ansiedad, no lo hacemos. De hecho, la báscula muchas veces engaña porque a nivel corporal te sientas más ligera, más floja, y la báscula no refleja eso».
«Cuando vienes a un nutricionista no se trata de que lo hagas para sufrir. Evidentemente, conlleva un esfuerzo, pero no tienes que pasarlo mal», señala Vizcaino. Y eso no es ser demasiado condescendiente. «Como profesional no puedes pensar que la gente viene a tu consulta y no sigue la dieta porque tiene ganas de tirar el dinero. No es así», advierte. Por eso, cuando alguien le confiesa avergonzado que desde la última vez lo ha hecho mal su respuesta es la misma:«Primero, ¿qué es mal? Y segundo:mal está robar y pegar, pero mal no es comerte una tableta de chocolate. Mejor que fustigarnos es analizar por qué no has cumplido los objetivos que tenías marcados».
Ocurre también que cuando vamos al nutricionista acabamos diciendo las cosas a medias o directamente mentimos, como los niños pequeños. ¿Por qué tenemos esta regresión?«Lo hacemos porque nos sentimos culpables, pero por favor, ¿qué más da si has tomado las tostadas con mantequilla o no? Cuanta más información le demos al profesional, cuanto más verídica sea, más podrá ayudarte», recomienda Ikerne Vizcaino. «Cuando veo que no concuerda lo que dice con los resultados a mi me gusta preguntar e indagar... porque también puede dar pistas de que hay otros problemas».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Da a luz en la calle a la salida de unos cines de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.