Tóxicos en fritos, ebullición explosiva... y otras verdades sobre los microondas que suenan a bulo
Cada vez más personas los repudian, aunque no por las razones correctas
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Los microondas entraron en nuestras cocinas a finales de los 80 y desde entonces se han convertido en un electrodoméstico imprescindible para la mayoría de ... familias. Nos sacan de un apuro cuando tenemos poco tiempo para cocinar, nos permiten acelerar los procesos de descongelación o calentar platos preparados de antemano. Y a pesar de todo... ¡su mala fama no deja de aumentar!
El funcionamiento de estos aparatos, sustentado en la radiación no ionizante (ondas electromagnéticas similares a la que emiten nuestros teléfonos móviles, aunque más potentes), sirvió para que se extendiese el bulo de que la estructura molecular de los alimentos quedaba alterada al ser 'irradiados'. ¿Acaso un simple café con leche puede convertirse en tóxico tras pasar por el microondas? Ni mucho menos. Este se limita a generar calor por fricción, agitando las moléculas del agua y sin dejar residuo alguno en la comida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) coinciden al afirmar que los microondas no implican riesgo alguno para la salud bajo una utilización normal. Es más, no existen evidencias científicas de que provoquen cáncer y, en algunos casos, resultan más beneficiosos que otros métodos culinarios. Así lo concluye la Harvard Medical School, que encontró una mayor preservación de los nutrientes respecto al hervido y las frituras (especialmente al cocinar con poca agua).
Buena parte de culpa de que los microondas sigan demonizándose la encontramos en las redes sociales, donde abundan las historias falsas; aunque también son cada vez más quienes rechazan instalar uno en sus hogares por cuestiones bien distintas: el deseo de retornar a una cocina más tradicional, en sartén y a fuego lento; y por la necesidad de abandonar el consumo de ultraprocesados, más probable si tenemos un microondas a mano.
Aunque los microondas no resultan peligrosos 'per se', hemos interiorizado ciertos hábitos de uso que deberíamos descartar si queremos cocinar con las máximas garantías de seguridad y salubridad:
1. Cuidado con los plásticos
Cocinar alimentos en túpers o fiambreras no aptas para microondas sí puede exponernos a sustancias químicas como las dioxinas, los ésteres de anhídrido ftálico (ftalatos) o el BPA, liberados al calentarse.
2. Vigila las cocciones
Los microondas no calientan los alimentos de manera uniforme, por lo que algunas partes pueden no alcanzar la temperatura necesaria como para consumirlos de forma segura (un pollo aparentemente cocinado puede convertirse en foco de bacterias, por ejemplo). ¿Qué hacer al respecto? Con guisos y sopas funciona removerlos a media cocción, para el resto de alimentos conviene distribuirlos para que no queden justo en el centro del plato del microondas.
3. Nada de envases cerrados
Hay un motivo por el que los fabricantes de cremas o tortillas de patatas para microondas indican que perforemos sus envases antes de calentarlos. De no hacerlo, podrían explotar por acumulación de vapor (a veces justo al sacarlos del electrodoméstico, lo que nos expone a graves quemaduras).
4. Ni metales ni dorados
Tampoco se recomienda introducir envases metálicos o menaje con filos dorados en el microondas, ya que esto puede generar chispas e incluso un incendio (como sabrá quien se haya olvidado un cubierto dentro del plato que iba a calentar).
5. Los líquidos, el tiempo justo
Podemos llevarnos otro susto si calentamos en exceso líquidos como agua o leche. Puede parecer que no han hervido, pero al sacarlos del microondas terminan abrasándonos por lo que se conoce como una 'ebullición explosiva' (el vaso utilizado llega a explotar al mero contacto). Meter una cucharilla de madera en la taza ayuda a evitarlo.
6. Las frituras, mejor al momento
A nadie se le ocurriría calentar aceite en el microondas, pero no dudamos al recalentar alimentos previamente fritos (aunque la mayoría de veces queden blandos y poco apetecibles). Hacerlo puede favorecer la formación de tóxicos como la acroleína, de carácter irritante.
7. Ojo con el golpecito de calor
Tampoco es buena idea darle un 'golpe de calor' a las salchichas o los 'nuggets'. Irán perdiendo nutrientes cada vez que pasen por el microondas, algo que podemos evitar usando una vaporera de silicona con aquellos alimentos que se presten a ello.
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