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Las mujeres también cazaban grandes bestias en la Prehistoria

Las mujeres también cazaban grandes bestias en la Prehistoria

Durante décadas se ha asumido que en las antiguas sociedades solo se dedicaban a la caza de grandes animales los hombres. Hallazgos en Perú y Estados Unidos echan por tierra esa teoría. Las mujeres de la Prehistoria cazaban… y mucho.

Miércoles, 20 de Julio 2022

Tiempo de lectura: 5 min

Randy, creo que el cazador que localizasteis en la tumba de los Andes podría ser una mujer». Jim Watson, bioarqueólogo de la Universidad de Arizona, se dirige a Randy Haas, profesor de Antropología de la Universidad de California en Davis. Y lo hace con la cautela de quien sabe que con sus palabras está moviendo cimientos profundamente asentados.

A saber: que, en las sociedades de cazadores-recolectores que vivieron sobre la Tierra hasta hace aproximadamente 10.000 años, los hombres se ocupaban de la caza y las mujeres de la recolección y el cuidado de los menores. Este ha sido el dogma durante décadas. Y el hallazgo lo cuestiona.

El antropólogo Randy Haas estuvo al frente del equipo que localizó un yacimiento sepulcral en Wilamaya Patjxa, en lo que hoy es Perú. Allí, entre otros muchos restos, se encontraron con dos tumbas que llamaron especialmente su atención. Junto a los huesos había herramientas que permitían suponer que se trataba de cazadores con un estatus elevado dentro de su grupo.

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Mujeres de alto rango. El análisis del esmalte dental desvela que las mujeres derribaban vicuñas y venados andinos. Además, eran casi adolescentes y tenían alto rango. El hallazgo se ha realizado en el yacimiento de Wilamaya Patjxa (Perú).

Una de las tumbas, la del individuo que los arqueólogos denominan WMP6, tenía varias puntas de proyectil, raspadores, un cuchillo de piedra… y otros instrumentos utilizados para desollar la piel de los animales o para limpiar sus vísceras.

Pertenecían claramente a alguien dedicado a la caza de grandes animales, como vicuñas, un mamífero de la familia de los camélidos que todavía hoy habita zonas andinas de Perú (sobre todo), Bolivia, Chile o Argentina. Y este completo pack de herramientas se encontraba bien agrupado, reunido junto a la cadera, como si se hubieran alojado en una bolsa que el tiempo ha hecho desaparecer.

429 individuos encontrados en 107 yacimientos de América del Norte y del Sur, 27 eran cazadores y 11 de ellos eran mujeres

Todos en el equipo de excavadores, que trabajó con el apoyo de la comunidad andina mulla fasiri, asumieron que era un hombre. «Todo el mundo hablaba de cómo este tenía que ser un gran jefe, un hombre con poder que había sido enterrado ceremoniosamente –explica Randy Haas–. Pero nos dimos cuenta de que nos equivocábamos ya de vuelta en el laboratorio. Cuando Jim, el bioarqueólogo del proyecto, realizó un análisis osteométrico de los huesos».

Por su forma y tamaño parecían indicar que se trataba de una mujer. Pero albergaban dudas todavía. «Era algo que no podíamos descartar –cuenta Randy Haas–, pero aun así no sabía muy bien cómo tomármelo. Estaba emocionado, pero también un poco escéptico».

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Jóvenes cazadoras. En la tumba de una joven cazadora, junto a su cadera, se han encontrado puntas de proyectil, raspadores y otros instrumentos para desollar y limpiar las vísceras de los animales capturados.

La prueba definitiva llegó algún tiempo después con los análisis realizados por Glendon Parker, profesor del Departamento de Toxicología Ambiental de la Universidad de California en Davis y coautor del artículo que se publicó en la revista Science Advances para explicar el hallazgo.

Parker aplicó una técnica que permite conocer el sexo de unos restos mediante el análisis de las proteínas presentes en los dientes. La clave está en la amelogenina, una proteína del esmalte dental que se codifica de manera diversa en los cromosomas X (femeninos) e Y (masculinos). El diagnóstico era preciso: WMP6, el cazador que derribaba vicuñas y tarucas (o venado andino) hace 9000 años, era una mujer.

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Tesoros arqueológicos. En el yacimiento de Wilamaya Patjxa, situado en la cordillera de los Andes, a casi 4000 metros de altura, se han encontrado hasta 20.000 piezas; entre ellas, los restos de seis individuos que cazaban vicuñas y venados.

Los dientes arrojaron más datos: los terceros molares –las muelas del juicio– todavía no se habían formado del todo, pero el resto de los dientes sí, y mostraban signos de desgaste. Este nivel de desarrollo permite afirmar que tenía entre 17 y 19 años en el momento de su muerte. Y el análisis de los isótopos óseos mostraba una dieta que incluía carne y vegetal. En su tumba había huesos de taruca.

Así pues, WMP6 era mujer, gozaba de un elevado estatus en su grupo y se dedicaba a la caza mayor. Sin embargo, desde hace décadas se asume, en artículos académicos pero también en los libros de texto, que había ya en la Prehistoria una división sexual del trabajo de subsistencia.

«La división sexual del trabajo era mucho más equitativa en el pasado de nuestra especie», concluye el antropólogo Randy Haas

La pregunta para Haas y su equipo era evidente: «Me pregunté si era una excepción o estábamos ante un comportamiento habitual. Los arqueólogos no tenemos una máquina del tiempo, pero lo que podíamos hacer era estudiar el trabajo de los últimos 50 años y ver cuántos individuos se han encontrado asociados con herramientas de caza y cuántos eran o podían ser mujeres». Y eso hicieron.

Recogieron datos de 107 yacimientos del tardo Pleistoceno y temprano Holoceno de América del Norte y del Sur. De los 429 individuos encontrados en total, 27 eran cazadores… y 11 de ellos eran mujeres. «Un modelo plausible nos permite hablar de entre un 30 y un 50 por ciento de participación femenina, lo que sugiere que la caza mayor era neutral desde el punto de vista del género», afirma el artículo.

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Fieles reconstrucciones. En Perú se han encontrado restos femeninos vinculados a la caza que cuestionan el dogma de que las mujeres prehistóricas solo se ocupaban de la recolección y de la prole. Esta imagen es una reconstrucción de un individuo de la Edad de Piedra.

Otros trabajos recientes también han parecido arrojar dudas sobre el dogma asumido. Por ejemplo, en unas excavaciones de Illinois realizadas en los años sesenta se encontraron dos cuerpos enterrados con proyectiles de caza. Se asumió que se trataba de dos hombres, pero un análisis realizado en 2016 vio que uno de ellos era una mujer. Y, de nuevo, se asociaba a la caza y a un alto estatus en su comunidad.

Si los resultados de estos trabajos son ciertos, es ineludible una pregunta más: ¿y por qué hasta ahora se ha asumido que las mujeres no se dedicaban a la caza mayor? El antropólogo explica que los trabajos etnográficos en las sociedades de cazadores-recolectores actuales muestran que las mujeres raramente participan en la caza de grandes animales. «Es, por tanto, un punto de partida razonable», manifiesta. Aunque no evita las implicaciones más amplias del debate.

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A lo grande. Los americanos de hace 10.000 años cazaban animales grandes, como las vicuñas, unos camélidos que todavía habitan en Perú, Bolivia, Chile o Argentina, y las tarucas, venados de los Andes.

«Consideramos que estos hallazgos son muy apropiados a la luz de las conversaciones actuales en torno a la desigualdad de género –añade–. Y esto demuestra que la división sexual del trabajo era mucho más equitativa en el pasado de nuestra especie. Yo espero que entender esto ayude a reconocer que no hay nada ‘natural’ en las disparidades de género actuales».

© S. ENTRESSANGLE / E. DAYNES / SCIENCE PHOTO LIBRARY / AGE

Etiquetas: mujeres
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