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Los académicos Salvador Gutiérrez Ordóñez y Pedro Álvarez de Miranda, en el Palacio de La Magdalena.

"La Academia no es la policía del idioma"

Pedro Álvarez de Miranda ha dirigido la vigésima tercera edición del diccionario de la DRAE

ASER FALAGÁN

Lunes, 21 de julio 2014, 08:58

Catedrático de la UAM, Pedro Álvarez de Miranda ha dirigido la vigésima tercera edición del diccionario de la Academia, que está a punto de ver la luz.

Muchas novedades en el nuevo DRAE...

Son unas 6.000 nuevas entradas pero al mismo tiempo más de mil bajas de palabras que salen del diccionario por estar muy anticuadas o tener muy escaso fundamento textual o lexicográfico, de modo que el balance es de unas 5.000 novedades. La edición anterior tenía unas 88.000 y la actual contará con algo más de 93.000.

¿Qué constantes se buscan para certificar la muerte palabra?

Que una palabra no esté en uso no implica su salida del diccionario, sino que debe aparecer con la marca de desusada. El diccionario debe servir también para leer al gran literatura española desde el Siglo de Oro en adelante, de modo que una palabra que está en Cervantes o en Galdós debe estar en el diccionario aunque cayera en desuso, pero con las marcas adecuadas. De todas formas, lo de la vigencia o no vigencia de una palabra es un fenómeno muy complicado y lleno de matices que no se puede zanjar de un plumazo. En lo que más debe mejorar un diccionario es en el andamiaje de marcas que las rodea.

¿Cuáles son entonces las que han salido de esta nueva edición?

Aquellas que no superaron el siglo XV o que tienen muy poca base. Desde el primer diccionario los académicos incurrieron en cierto afán coleccionista, hay palabras que en su momento entraron con un fundamento muy débil. No solo ni están vivas ahora, sino que no lo estuvo nunca. Ese tipo de palabras, que son comparativamente pocas, son las que causan baja.

Hay consenso en que la RAE está más atenta a la calle que nunca a la hora de actualizar el diccionario. Y paradójicamente se la critica por ello...

Sí; a la Academia se la critica en sentidos completamente opuestos. Hay quien le reprocha ser demasiado conservadora y quien la ve demasiado aperturista. Tal vez eso significa que está donde debe, en el justo medio, sin abrir puertas a palabras que pueden ser efímeras pero escuchando la evolución del idioma. Le voy a poner un ejemplo: la palabra escrache no va a a entrar porque nos ha parecido que convenía esperar para comprobar si arraigará.

Es solo una de las muchas palabras no recogidas que empleamos intencionadamente los periodistas.

Y hacen muy bien.

¿No nos recomienda ser más académicos?

Por supuesto que no. La Academia no es una policía del idioma, sin una notaria. Siempre que me preguntan '¿Se puede emplear tal palabra?' yo contesto: 'Sí claro, empléala. Nadie te va a poner una multa'. Cuando a Unamuno le reprochaban emplear una palabra que no estaba en el diccionario decía: 'Ya la pondrán'. Y es verdad.

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