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Nieves Bolado
Sábado, 1 de noviembre 2014, 13:13
El sol no quiso este sábado hacer un guiño a las miles y miles de personas que visitaron los cientos de cementerios de Cantabria, uno por pueblo, varios por ciudad. Fue un día gris para el recuerdo de quienes se fueron. El día de Todos los Santos da paso este domingo a la jornada dedicada al recuerdo de Todos los Difuntos. El obispo de Santander, Vicente Jiménez Zamora, hizo precisamente una reflexión al respecto: «Recordamos a todos los santos hermanos nuestros que ya han llegado a la meta de la vida y desde el cielo ahora son grandes intercesores nuestros. En este día también se recuerda a todos los santos anónimos que ya han llegado a la gloria». Cada cual recordó a los suyos con un momento de silencio, una mirada nostálgica, o unas sencillas flores depositadas sobre una lápida. Es verdad que eran las personas de más edad las que se acercaron ayer a las tumbas de sus familiares, pero el futuro lo ponía negro sobre blanco un mujer en Torrelavega en el antiquísimo cementerio de Geloria que se tranquilizaba pensando en que «lo jóvenes no vienen a los cementerios porque afortunadamente para ellos aún no tienen a quienes llevar flores».
Como era previsible, el mayor número de personas acudieron al único cementerio de Santander, donde se estima que han pasado no menos de 10.000 personas. No hay que olvidar que en Ciriego hay 30.000 nichos y 2.000 panteones, criptas y mausoleos. Todo el personal estuvo movilizado para dar respuesta a las peticiones de los visitantes. Todo fue lo más fácil posible... menos aparcar. Hubo quien decidió dejar su vehículo en las inmediaciones de la Virgen del Mar y hacer un largo paseo hasta el cementerio, aunque el día no invitara para ello.
Momentos de aluvión
El ajetreo que se vivió los días anteriores este 1 de noviembre nada tenía que ver con la aparente tranquilidad que en la primera mitad de la mañana del sábado se observaba en los cementerios más 'urbanos', adecentando las tumbas. Fue hacia la una de la tarde cuando los vehículos anunciaban que el día de difuntos no había pasado, que seguía estando vigente. El segundo aluvión, después del almuerzo, a media tarde. Los policías locales que custodiaban las entradas y aparcamientos de los cementerios principales Santander y Torrelavega especialmente poco tuvieron que hacer hasta bien pasado el mediodía. Fue entonces cuando los accesos a los cementerios de las principales urbes se atascaron de público. No así los camposantos rurales, donde los vecinos se cercaron quedamente, a pié, sin prisas, a recordar a los suyos.
Muy pocos habían dejado la tarea de adecentar las tumbas y lugares de enterramiento para el último momento. La 'obligación' ya estaba cumplida. Como mucho, las flores frescas se depositaban frente a algunas perennes, las artificiales, dejadas sobre los túmulos como queriendo así alargar así el homenaje a los muertos.
Horas ante las tumbas
Fieles como casi nadie, los hombres y mujeres de etnia gitana. Han pasado dos días completos custodiando el último lugar de descanso de los suyos, de los que fueron. Impresionaba sobre todo en Torrelavega y Santander ver a familias gitanas completas, enlutadas, velando ante la tumba de sus familiares. Besos y abrazos de quienes en esta tienen un momento de cita anual obligada. Algunos habían llegado de otros lugares de España para hacer vela. El olvido de los muertos no está en el código de conducta de estas gentes.
Y es que volviendo al mensaje del obispo de Santander a los fieles cántabros esta es, también, «una fiesta muy familiar». Conmemoración de los Fieles Difuntos que la Iglesia celebra este domingo, día 2 de noviembre, los cristianos a quienes Jiménez Zamora ha pedido que se visiten «devotamente un cementerio entre el día 1 y el día 8 de noviembre y recen, aunque sólo sea mentalmente por los difuntos». Al respecto trajo a colación el prelado cántabro que la Iglesia concede una indulgencia plenaria que se puede aplicar por las almas de los fieles fallecidos, cumpliendo las condiciones acostumbradas (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por el Romano Pontífice).
Pero también el cementerio es lugar de reposo de los restos de quienes murieron sin una cruz sobre su féretro. En algunas tumbas de Torrelavega sobre todo en Geloria, menos en Zurita no había símbolos religiosos, pero sí flores. También en Ciriego, en Santander. El recuerdo no tiene fechas en el calendario apostólico y romano. Es universal evocación la de los difuntos.
Los mayores, sobre todo aquellos de más edad, no dejaban de llamar la atención de muchos de quienes pasaban a su lado. Fueron, quizás, los más sensibles al recuerdo, «no hay un día que no piense en mi esposa. A veces vengo y le cuento lo que pasa en la familia», decía Benjamín Aristayeta, un octogenario de Suances que fijaba la vista en un nicho de la villa marinera en el que reposan los restos de quien le acompañó durante cincuenta años en su vida.
Y es que, este sábado, había más y menos bonitos cementerios, tantos como lugares en la región. A media tarde comenzaba el tradicional rezo del Rosario en muchos de ellos como recuerdo o consuelo.
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