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Críticos y oficialistas de Podemos, en una imagen de archivo.
Madrid irrumpe en la crisis de Podemos e impone una dirección de consenso

Madrid irrumpe en la crisis de Podemos e impone una dirección de consenso

Dos altos cargos del partido vinieron a Santander y dieron un ultimátum a las dos partes: si no hay acuerdo, una gestora se hará cargo de la formación regional

Gonzalo Sellers

Miércoles, 27 de enero 2016, 11:06

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La cúpula nacional de Podemos ha decidido tomar las riendas e irrumpir en la crisis interna que mantienen sus dirigentes en Cantabria desde hace meses. La orden desde Madrid es clara: o se llega a un acuerdo para formar una dirección de consenso entre oficialistas y críticos o será una gestora externa la que se haga con el control temporal del partido en la región.

La dirección nacional quiere evitar, así, que se repita en Cantabria un escándalo como los ocurridos en las últimas semanas en Málaga, Valencia y Galicia, con dimisiones y críticas públicas entre sus dirigentes que han alcanzado eco nacional.

A pesar de que se ha impuesto la ley del silencio en ambos bandos mientras duran las negociaciones y que ninguno ha querido confirmar o desmentir oficialmente la información, este periódico ha podido saber que la semana pasada, el miércoles día 20, vinieron a Santander dos altos cargos del partido, cercanos a Pablo Iglesias, para mediar entre las dos partes. En la reunión, además de otros dos miembros del sector crítico, estuvieron presentes el secretario general, José Ramón Blanco, cuya dimisión exigen 20 de los 30 dirigentes de su Comité Ciudadano entre los que se encuentran sus dos compañeros diputados en el Parlamento y Marcos Martínez, su mano derecha.

Durante el cónclave, los emisarios de Madrid exigieron a las partes llegar a un acuerdo para formar un Consejo de Coordinación el máximo órgano de dirección en el partido de consenso, con los mismos miembros de un lado y de otro. A pesar de las reticencias iniciales para ceder, el bando oficialista fue el que más se inclinó por aceptar la oferta de Madrid. Los críticos, sin embargo, creen que esta opción volvería a dejar el partido en manos de Blanco. De hecho, el órgano lo forman diez miembros más el secretario general, por lo que la solución propuesta por Madrid beneficia, en principio, a los intereses del equipo de Blanco, que se quedarían con seis votos.

Secretarios que no lo son

Esta alternativa, por tanto, no ha sido bien recibida en el resto del Consejo, que no está dispuesto a que Blanco siga al frente del partido, sabedor de la fuerza que le da el apoyo de once de los trece secretarios locales cántabros. El arreglo, en estos momentos, parece lejano a pesar de la amenaza que supone la llegada de una gestora para poner fin al conflicto.

Tampoco la oferta que Blanco hizo hace dos semanas llegó a calar en sus rivales. El secretario general y nueve consejeros aceptaron la dimisión a cambio de una salida en bloque de toda la Ejecutiva. Es decir, la marcha también de los veinte críticos y la celebración de unas Primarias. Su órdago cayó en saco roto y Blanco puede aguantar el envite hasta agosto, cuando se cumplan 18 meses de su investidura y el Consejo, según marcan los estatutos, ya pueda revocarle.

Pero si las posturas estaban enquistadas en la reunión del pasado miércoles, las diferencias se acrecentaron todavía más dos días después, el viernes 22. El secretario de Coordinación nacional, Sergio Pascual, convocó a todos sus homólogos autonómicos a un encuentro en Madrid. Y allí ocupó su silla Lidia Alegría, lo que desató la ira del sector crítico.

Alegría es una de las personas que forman parte del núcleo duro de Blanco y uno de los cuatro cargos que fueron revocados a comienzos de diciembre por la junta directiva del partido, en manos de los detractores del secretario general. Junto a ella fueron cesados Óscar Manteca (secretario de Comunicación), Marcos Martínez (Política) y David González (responsable de redes). En su lugar se nombró a Javier Garay, Jon López, Ana Montalvo y Roberto Macho.

La indignación por la decisión de Madrid de convocar a Alegría se notó con fuerza en las redes sociales, donde incluso la diputada cántabra Verónica Ordóñez reprochó a Pascual que llamase «a un cargo revocado y no al nuevo electo».

Preocupación de Revilla

Incluso el propio presidente regional, Miguel Ángel Revilla, ha mostrado su «preocupación» por la crisis que sacude a Podemos. «No beneficia en nada a la estabilidad de Cantabria», señaló el jefe del Ejecutivo, que ha encontrado en Podemos a un socio en la oposición que le dejó vía libre a su investidura y a la aprobación del Presupuesto de este año.

Tanto Blanco como los otros dos diputados morados, Alberto Bolado y Ordóñez ambos ahora en las filas del sector crítico han insistido en que la crisis orgánica no afectará al grupo parlamentario. Los dos últimos, incluso, se han descartado para ocupar la Secretaría General del partido para no duplicar cargos. No así Blanco, que la semana pasada dejó abierta la puerta a volver a presentarse en caso de Primarias. A pesar de todo, el presidente cántabro les animó a «llegar a un acuerdo porque la estabilidad de los partidos es fundamental».

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