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Varios agentes buscan a Juan Carlos en su pueblo, Caloca, el día que apareció el cuerpo sin vida de su pareja.

Las acusaciones elevan a 20 años la petición de cárcel para el presunto autor del crimen de Caloca

La familia de la víctima y el Gobierno de Cantabria desdicen a la Fiscalía y califican los hechos como asesinato, no como homicidio

Mariña Álvarez

Martes, 2 de junio 2015, 20:03

La lebaniega María Cruz Gutiérrez, de 44 años de edad, salió a cenar con su pareja el 18 de septiembre de 2013 a un restaurante de Polaciones. Después, él quiso ir a escuchar la berrea y se dirigieron en coche a una pista forestal situada entre Caloca (Pesaguero) y la localidad palentina de Casavegas. Ella ya no salió con vida de este remoto lugar. Unos excursionistas encontraron su cuerpo cosido a puñaladas y oculto entre matorrales en la mañana del día 20. Su novio, Juan Carlos P. V., de 47 años en aquel momento, fue detenido en Santander al día siguiente y está en prisión provisional desde entonces como presunto autor de este crimen.

La Fiscalía considera que Juan Carlos es autor de un delito de homicidio con la agravante de parentesco y solicita una condena de 15 años de cárcel.

Pero las acusaciones, que ejercen los hijos y padres de la víctima, por un lado, y el Gobierno de Cantabria, por otro, desdicen al Ministerio Público y elevan la petición de pena para Juan Carlos P. V. a 20 años de prisión porque consideran que no fue un homicidio, sino un asesinato.

La calificación jurídica de los hechos es la única diferencia destacable en los escritos remitidos por estas tres partes personadas en la causa para interesar la apertura de juicio ante el Tribunal del Jurado, y a los que ha tenido acceso este periódico. Porque en lo esencial acusaciones y Fiscalía coinciden: hubo una discusión entre María Cruz y Juan Carlos «motivada por los celos de él». Después, éste, «de manera inopinada y sin permitir defensa» alguna de su pareja, «y con el ánimo de acabar con su vida», le clavó un «objeto cortante de hoja plana» y le asestó «hasta 12 puñaladas». Las acometidas las realizó tanto en la parte frontal del cuerpo de la mujer, como en el cuello cuando intentó defenderse, y por la espalda, cuando ella trató de abandonar el coche. Finalmente, él arrastró su cuerpo inerte por el suelo, lo ocultó y se fue con el coche de ella, dejándola allí abandonada.

El posterior periplo del acusado lo describe de manera minuciosa el escrito de la acusación particular. Primero se fue a comprar tabaco a un pueblo, luego a tomar unas copas a otro, echó una cabezada en una gasolinera y llegó a Santander, donde dejó el coche aparcado y se dirigió a las inmediaciones de la iglesia de San Francisco. Todo en día y medio, tiempo que duró su búsqueda por los montes fronterizos entre Liébana y Palencia a cargo de varias decenas de agentes hasta que la Policía dio con él en la capital cántabra.

María Cruz dejó dos hijos -una menor de edad- y a sus padres, con los que vivía en Barrio (Vega de Liébana). La Fiscalía pide que sean indemnizados con un total de 230.000 euros, cantidad que la acusación eleva a 237.000. También varía algo la orden de alejamiento que las partes piden que se le imponga al acusado con respecto a la familia de la fallecida: la Fiscalía solicita que se le prohiba acercarse a ellos durante 16 años y las acusaciones reclaman 25 años por este mismo concepto.

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