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JOSÉ LUIS PÉREZ
Domingo, 5 de julio 2015, 08:39
Javier Marcos Martínez y Lino Mantecón Callejo, arqueólogos y directores del proyecto de investigación en el castro de El Cincho, en el barrio de Yuso de Santillana del Mar, no ocultan su satisfacción con los resultados de la excavación arqueológica en curso por haber superado «con creces» los compromisos adquiridos con las administraciones que les han apoyado. A medida que avanzan los trabajos de campo se van obteniendo datos que les permiten avanzar con sus hipótesis. Así, la principal novedad ha sido el hallazgo de un broche de hierro con remaches en bronce en un contexto arqueológico que les permite datar el yacimiento al menos entre el siglo II antes de Cristo y los momentos de la romanización, periodo que se conoce como Segunda Edad del Hierro.
Esta pieza, que de inmediato se entregará en el Museo Regional de Prehistoria y Arqueología para que sea restaurada por los técnicos competentes, fue localizada bajo una de las dos murallas con que cuenta la antigua fortificación, en concreto bajo la menos antigua o superior. Porque esta campaña si algo ha corroborado es que se trata de un recinto amurallado en dos momentos diferentes.
La segunda campaña de excavaciones comenzó a mediados del pasado mes de junio y los expertos trabajan con la premisa de que pudieran encontrarse con un asentamiento de los antiguos blendios, una de las tribus cántabras que se enfrentaron a las tropas romanas que conquistaron el territorio a la raíz de las guerras fechadas entre el 29 y el 19 a. de C.
Aunque Javier Marcos y Lino Mantecón muestran cautela a la hora de llegar a conclusiones incluso provisionales, «porque no damos a basto con los medios de que disponemos para un yacimiento tan extenso», no ocultan su optimismo por otros hallazgos realizados en los aproximadamente 60 metros cuadrados que ya se han excavado. Así, se ha recuperado un borde de cerámica común romana, de la que existen claros paralelos en el yacimiento romano de Forua (Vizcaya). También se han exhumado restos de cerámica común realizada a mano, un fragmento de molino y algunos objetos metálicos (de hierro) muy deteriorados.
Por otro lado, una trinchera de unos 14 metros de longitud ha permitido documentar el derrumbe de la muralla externa. Paralelamente se ha advertido la existencia de estructuras de madera asociadas a la muralla que están pendientes de ser interpretadas con el avance de la actuación. Además, los arqueólogos también ratifican que esta campaña está confirmando las hipótesis que manejaron en sus informes a la conclusión de los trabajo realizados el pasado otoño, aunque ahora se plantean el reto de saber si el castro tuvo una ocupación continuada o si fue utilizado en diferentes etapas de la prehistoria reciente e, incluso, ya en la época romana.
Campo de trabajo
El pasado jueves comenzó en el yacimiento de El Cincho un campo internacional de trabajo con jóvenes procedentes de Taiwan, México, Italia, Francia y España. Durante 15 días éstos se formarán en técnicas arqueológicas participando activamente en algunos procesos de la excavación, lo que permitirá a los responsables de la misma afrontar otros retos como la posible identificación de una estructura en la cumbre del castro. Era frecuente que en la zona dominante de este tipo de hábitats se localizase la acrópolis, pero también se baraja la posibilidad de que pueda haber otros restos de barracones romanos.
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