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Mikel Herrera se recupera en la habitación del hospital donde ha colocado la camiseta que le han regalado sus amigos. :: ANDRÉS FERNÁNDEZ
CANTABRIA

Mikel recupera sus dedos en Cantabria

Un joven vitoriano se queda sólo con los pulgares al sufrir un grave accidente con una máquina. El equipo del cirujano Francisco Piñal le reimplanta seis de los miembros seccionados en una operación que duró 16 horas

VICTORIA LEMAUR

Jueves, 14 de abril 2011, 21:22

Nada le hacía presagiar a Mikel Herrera Solleiro que la jornada laboral del pasado miércoles se le complicaría tanto. Vive en Vitoria y, como cada día, acudió a la empresa en la que hace prácticas de Formación Profesional en Producción por Mecanizado. Cuando estaba rematando un trabajo, una máquina le cortó ocho dedos de las manos. Sólo le quedaron los pulgares. Sus compañeros rescataron de la tolva sus guantes con sus dedos aún dentro, y rápidamente le llevaron al hospital de Txagorritxu. Allí poco pudieron hacer y le dijeron que la solución a su problema era el equipo encabezado por el doctor Francisco Piñal, un experto en microcirugía de la mano que trabaja en Santander. Horas después, Mikel entraba en un quirófano de Mompía.

Ha pasado una semana de la tragedia y ayer, desde su cama des hospital, Mikel recordaba lo sucedido con una increíble serenidad. «No me dolió mucho», cuenta. «Lo primero que pensé es en cómo sería de mi vida sin manos y también me acordé de mi novia. Estaba convencido de que no podría recuperar mis dedos porque cuando me miré se veía hasta el hueso pero, por suerte, me mandaron aquí y el doctor Piñal me ha devuelto la alegría. Le estoy muy agradecido».

Dieciséis horas de quirófano en plena noche y la experiencia de Francisco Piñal y su equipo, hicieron el resto. Le sedaron y le aplicaron anestesia local en los brazos. El doctor Piñal es especialista en microcirugía de la mano, además de secretario general de la Sociedad Europea de Artroscopia, y ha realizado más de 300 reimplantes de dedos con un índice de éxito del 98,9%. Sin embargo, y a pesar de esta trayectoria, asegura recordar cada minuto de las intensas 16 horas que duró la intervención de Mikel por la complejidad de reimplantar tantos miembros al mismo tiempo, y también «por la lucha sin cuartel que mantuvimos para devolver a este joven una parte importante de su vida».

La cara de su «salvador»

El tesón de los especialistas no ha caído en saco roto. Mikel, que no pudo ver a su cirujano en el quirófano, quiso conocerle al despertar para ver «la cara de mi salvador» y agradecerle en persona su trabajo, algo que también su madre, Olga Solleiro, recalca una y otra vez. Olga recuerda que cuando llamaron de la empresa únicamente le dijeron que su hijo había sufrido un accidente, sin descender a la gravedad. «Cuando llegué, y supe lo que había sucedido no me lo podía creer. El mundo se me vino encima y se me pasó de todo por la cabeza». Sobrecoge escuchar el relato de madre e hijo cuando, ya con una sonrisa en los labios una vez que ha pasado lo peor, cuentan cómo ha ido todo. «Creo que he llorado todas las lágrimas que tenía en el cuerpo junto a mi marido, pero todo ha sido un éxito y estoy loca de contenta. ¡Olé sus narices!», dice Olga.

Dedos muy lesionados

Francisco Piñal explica que el hecho de que Mikel Herrera apartara las manos de un tirón de la máquina hizo que tanto los dedos como el resto de la mano, además de cortados, quedaran desgarrados. «Como consecuencia, sus estructuras se encontraban muy lesionadas hasta el punto de faltarle algunos nervios e incluso arterias que hemos tenido que injertar», algo que suponía una complicación añadida en una intervención quirúrgica que, por sí sola, ya era de gran dureza.

En vista de la situación, y dado que eran ocho miembros los que se iban a operar, el especialista decidió dar prioridad los dedos índices, medios y anulares y dejar para el final los meñiques porque tienen menor funcionalidad para la mano. De hecho, uno de ellos no ha podido ser reimplantado.

«Lo más importante ya está hecho», respira ahora. A pesar de que ya ha pasado la fase en la que existe un alto riesgo de rechazo agudo de los miembros reimplantados, el especialista asegura que todavía serán necesarias algunas intervenciones más de carácter menor para, por ejemplo, remodelar y alargar uno de los dedos pequeños que quedó seccionado por la mitad en el accidente.

Otras operaciones que Mikel puede requerir tendrán por objetivo reparar aspectos como la piel, la cobertura o la reconstrucción mediante microcirugía de los nervios de alguno de los dedos más afectados. «Estoy enormemente satisfecho del resultado de la intervención porque ya ha pasado una semana y se puede decir que la operación ha sido un completo éxito. Mikel recuperará sus manos», explica el cirujano.

No cabe duda de que, a este joven vitoriano, la microcirugía le ha otorgado una segunda oportunidad. Tras el accidente no perdió el conocimiento y ayer en el hospital, a pesar de su situación, no dejó de mostrar una amabilidad infinita.

Homenaje del Ariznabarra

Quizá por eso sus compañeros del Ariznabarra, el equipo de fútbol en el que juega como lateral, le rindió el pasado fin de semana un homenaje en el campo en el que, incluso, participó su abuela.

En respuesta, Mikel ha decorado la habitación que ocupa en la clínica Mompía con la camiseta firmada por los jugadores que sus «colegas del equipo» le trajeron el lunes y que le han vuelto «loco de contento». «Está claro que después de esto voy a cambiar de oficio. Y me gustaría que algún ojeador me fichara para un equipo».

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