Picoteo apetecible y una buena carta de vinos en el Patiochico de Cañadío

Después de cuatro meses cerrados, el pasado viernes la familia Revert, propietaria de Patiochico, retomaba la actividad con muchas ganas. Inaugurado en 2016, este establecimiento debe su nombre a su atractiva y acogedora terraza ubicada en el luminoso patio de entrada al local, que invita a pasar y disfrutar de una carta fresca, actual, con elaboraciones sabrosas y una estética muy cuidada, tanto en los platos como en las copas. Señalar que la carta de vinos presenta una oferta equilibrada y bien estructurada.

La fórmula de Patiochico es la de ofrecer una cocina rica, que alterna el picoteo con las especialidades en carnes –medallón de solomillo, entrecot de lomo alto troceado, steak tartar o tataki de solomillo– y pescados –delicias de merluza o albóndigas de merluza y langostinos, sobre una ligera crema de patata y aceite de pimentón–. A diario, fuera de carta, recomiendan un plato de cuchara que por el momento sustituye al menú diario.

La carta de picoteo es generosa en propuestas pensadas para compartir con clásicos como la ensaladilla rusa con ventresca y langostinos, los torreznos de Soria, las rabas de Santander, las anchoas de Santoña, el pastel templado de centollo, la cecina con virutas de foie y aceite de trufa blanca, una rica morcilla artesana con pisto de tomate, el tartar de gamba blanca, las zamburiñas o la siempre apetecible pata de pulpo asada, entre otras.

Los huevos camperos siempre resultan tentadores y en este bello rincón de Cañadío se proponen en tres versiones: con virutas de foie, con pisto y papada ibérica o con jamón ibérico.

Los quesos tienen un protagonismo especial en el último capítulo, el de los postres y la decisión se complica entre la tarta de queso al horno, un queso de oveja trufado o el gran colofón con una tabla de quesos de Cantabria, válida tanto al final como al principio de la comida.