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José María Gutiérrez
Jueves, 6 de octubre 2016, 18:31
Los deberes escolares que los estudiantes deben realizar en casa se han convertido en un nuevo motivo de discordia entre padres de familias, profesores y la administración educativa en este inicio de curso. Y Cantabria no es ajena a lo que sucede en el resto de España.
«Es un tema bastante complicado, hay un profundo desacuerdo entre los distintos sectores de la comunidad educativa y entre los componentes de un mismo sector», alertan todas las partes antes de entrar en materia.
Las asociaciones de padres de los colegios públicos se muestran a favor de la eliminación total de los deberes, porque consideran que dificultan la conciliación familiar y reducen a la mínima expresión el tiempo libre de los niños, algo en lo que no están de acuerdo los colectivos de padres de la enseñanza concertada.
Por su parte, la Consejería de Educación apuesta por el mantenimiento de las tareas porque «forman parte del proceso de aprendizaje», pero de una manera «racional, coherente a las edades y los proyectos de los centros y complementaria a lo que se realiza en clase». Y entre los profesores hay opiniones para todos los gustos, desde los partidarios de los mismos hasta los detractores, aunque sí coinciden en que cualquier debate al respecto debe hacerse desde la mesura y no desde el enfrentamiento y las llamadas a la insumisión.
Y en medio de todos ellos, los niños y adolescentes, que en España dedican dos horas y media semanales más a los deberes que la media de los países de la OCDE (seis horas y media frente a cuatro).
El tema de los deberes ha vuelto, de nuevo, a colocarse en el centro del debate debido a la campaña de sensibilización y movilización contra los deberes escolares que ha puesto en marcha la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (Ceapa), mayoritaria en la enseñanza pública y de la que forma parte el colectivo FAPA Cantabria.
La iniciativa, denominada En la escuela falta una asignatura: mi tiempo libre, pretende lograr «la eliminación total» de las tareas fuera de clase y, como primer paso previo hacia ese objetivo final, plantean a los profesores que el próximo mes de noviembre no encarguen deberes durante los fines de semana.
«Si es posible estar todos los fines de semana sin deberes, podemos estar todo el año sin ellos», señala Leticia Cardenal, presidenta de la FAPA y vicepresidenta de la Ceapa. «Queremos recuperar el tiempo libre de nuestros hijos, sobre todo y en especial, en las edades más tempranas», añade, quejándose de la «excesiva carga» de deberes que se ven obligados a realizar muchos pequeños y «el impacto negativo que tienen en la conciliación de la vida familiar y en su propia salud y sus derechos». «Muchos niños tienen dos horas diarias de deberes y, cómo tengas más de un hijo, pues imagínate...», ejemplifica. Por ello, apuesta por limitar las tareas «al ámbito y horario escolar».
Tareas complementarias
La Ceapa apoya su campaña en los resultados de un informe sobre los derechos de la infancia en el que se ha encuestado a 1.748 padres y casi 500 alumnos de escuelas públicas.
Los resultados son nacionales y no tienen reflejo específico por comunidades autónomas. El trabajo concluye que un 43,24% de los niños afirma dedicarle a los deberes un tiempo mayor de lo esperado o deseado, mientras que un 32,43% considera que es mucho tiempo, un 10,81% que es excesivo y solo un 14,86% que son muy pocos.
En cuanto a los padres, el 40,89% cree que el tiempo dedicado a los deberes es mayor de lo esperado o deseado, el 27,86% opina que es mucho tiempo y el 13,02% lo considera excesivo. En cuanto al volumen, el 20,24% de las familias sitúa por encima de las dos horas de media diarias la duración de las tareas.
En otros parámetros, el 48,5% de los padres considera que los deberes afectan de forma negativa a su vida familiar y el 58% señala que sus hijos tienen un perjuicio académico cuando no los llevan hechos. La Concapa ha rechazado estos resultados porque, en su opinión, están basados en una encuesta «nada significativa».
Pero la Administración no está a favor de esta eliminación total de los deberes. Sí de una racionalización y una coordinación de los mismos, objetivo para la que ya se han dado pasos, tal y como recuerda el consejero Ramón Ruiz.
Así, el pleno del Parlamento de Cantabria aprobó en mayo una proposición no de ley de Ciudadanos en la que se instaba al Gobierno a fijar orientaciones para que los centros de Primaria establezcan unos criterios comunes en la designación de los deberes, que deben ser «complementarios» y «no repetitivos» a las tareas que se realizan en las aulas.
En virtud de ella, Educación ha remitido a los centros en este inicio de curso unas instrucciones concretas para alcanzar este fin, porque la historia demuestra que, cada centro, y, más en concreto, cada profesor, es un mundo, habiendo grandes diferencias entre unos y otros.
«Consideramos que los deberes son una parte más del conjunto del proceso educativo. Tan malo es no tener ninguna actividad por norma que cargar en exceso las tareas», explica Ruiz, que detalla esas instrucciones remitidas a las centros.
«Los deberes tienen que ser fruto de un planteamiento reflexivo en el claustro de cada centro, debe haber una coordinación colectiva, no puede decidir de forma aislada cada profesor. Y la carga tiene que ser racional, porque la cantidad no equivale a la calidad, hay que proponer actividades que tengan sentido para los alumnos, que les motiven, que sean complementarias y no meramente repetitivas o memorísticas».
Esta postura es compartida por Mónica Haro, responsable en Cantabria de Concapa (la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia), que defiende «firmemente» que los estudiantes tienen que tener deberes de «forma racional y proporcional». «Dos o tres horas al día es excesivo, pero ¿no hacer nada? ¿Es mejor que se pasen el día jugando a las videoconsolas? Creo que hay tiempo libre suficiente para hacer de todo», razona Haro, que considera «fundamental educar a los niños en la cultura del esfuerzo y el sacrificio, porque si no todo van a ser frustraciones e el futuro».
Opiniones divididas en los centros
Dentro de los centros e institutos, las opiniones están divididas, tal y como refleja Pedro Ruiz Moya, presidente de la asociación de directores de centros de Secundaria, que se muestra partidario de un «término medio».
«En una cantidad razonable y teniendo en cuenta las capacidades, conocimientos y necesidades de los alumnos, los deberes son una estrategia eficaz para mejorar el aprendizaje y para fomentar la conexión entre la escuela y la familia, que cada vez se reduce más», opina. Frente a los argumentos en contra que indican que un exceso de carga puede producir fatiga y desmotivación a la vez que limita el tiempo libre, Ruiz Moya también apunta que los deberes «ayudan a los estudiantes a organizarse, a retener el conocimiento, mejoran la concentración y los hábitos de estudio y generan autodisciplina», entre otras razones.
El también director del IES Valle de Camargo sostiene que «los deberes han existido toda la vida», pero que «la sociedad evoluciona y las tareas también deben hacerlo». Por ello, apunta que «conviene que se limite la cantidad, que se dedique tiempo en clase a marcar las pautas y orientaciones para que los alumnos sepan que tienen que hacer en casa, que se ajusten al nivel de cada estudiante...».
Los Puentes de Colindres es uno de los ejemplos de colegios sin deberes. O con una carga muy reducida. «Hay tareas para casa solo cuando es necesario, cuando no ha dado tiempo en clase, pero no por sistema», explica su director, David Viadero, también profesor de Infantil y miembro del Comité de Coordinación de los centros de Primaria.
«Tres horas de deberes es una barbaridad que se ha demostrado que no es eficaz, pero hay un abanico intermedio muy amplio que es defendible y entendible», razona. Viadero cree que estas diferencias entre centros, más que una desventaja, proporcionan «una oferta académica lo suficientemente amplia para que los padres decidan lo que quieren para sus hijos».
¿Un noviembre sin deberes?
La campaña En la escuela falta una asignatura: mi tiempo libre se ha puesto en marcha con una fase de información para las familias. La próxima semana, FAPA Cantabria realizará una charla al respecto en Santander.
Y en octubre, la trasladarán a las administraciones educativas y a los docentes, a los que solicitarán que, durante el mes de noviembre al menos, no pongan deberes a los menores los fines de semana. Pero, ¿y si se los mandan? Los colectivos de padres llaman a no realizarlos. Para ello, facilitarán a los progenitores documentación para que puedan expresar por escrito esa negativa y explicar los motivos por los que sus hijos no han realizado los deberes. «No es una huelga, es una movilización sin deberes», detalla Cardenal.
Esta actitud no gusta al resto de los sectores, que no creen que esta llamada a la insumisión sea la mejor manera de encontrar una solución. «Invito a los padres a reflexionar de forma conjunta, a que participen en el debate junto al resto de la comunidad educativa, a que se alejen de extremismos», pide Ramón Ruiz.
«Cada punto de desacuerdo dentro de la comunidad educativa no puede ser abordado con este punto de belicosidad», apunta Viadero. Más crítica se muestra Rus Trueba, profesora y presidenta del sindicato ANPE en Cantabria, uno de los integrantes de la Junta de Personal Docente. «Esta campaña boicotea el trabajo del profesorado y su autoridad académica y atenta contra la libertad de cátedra y el principio de autonomía pedagógica y organizativa de los centros», lamenta. «No es de recibo este intrusismo de los padres en nuestro trabajo y, desde luego, no es la manera de buscar el entendimiento entre todas las partes», añade.
«Es una libertad de cátedra mal entendida porque los docentes entienden que tienen derecho a decidir lo que pasa en las casas, que son entornos privados que competen en exclusiva a las familias», responde Cardenal. El desacuerdo en torno a los deberes es evidente.
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