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Nereo, una historia de valores y compromiso
La funeraria cántabra cumple 125 años como uno de los grandes referentes del sector y con la voluntad de seguir acompañando a las familias con cercanía y respeto
Acompañar a las familias en su peor momento, cuando acaban de perder a un ser querido, es un ejercicio complejo y exigente. No sólo por el cariz emocional de la situación, sino porque el fallecimiento de una persona implica trámites y gestiones, traslados, ataúdes, flores, lápidas, espacios en los que velar al difunto, la organización del entierro o del proceso de cremación… Un amplio abanico de servicios destinados a facilitar un momento triste y complejo.
Eso es precisamente lo que lleva haciendo la Funeraria Nereo Hermanos La Propicia desde hace ya 125 años, los que cumple en este 2025, construyendo así la historia de éxito de una saga familiar basada en unos valores sólidos y en un modo de entender la actividad que realizan que les ha llevado a consolidarse como una de las grande referencias del sector tanto en Cantabria como a nivel nacional. Su historia viene de lejos, en concreto del año 1900, y está marcada por la figura de su fundador, Joaquín Ruiz Cimiano, abuelo de la generación que dirige actualmente la compañía con Francisco Ruiz Calzada, presidente del Consejo de Administración, al frente de la misma.
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La funeraria La Propicia Nereo Hermanos celebra 125 años de historia
Según recuerda el propio nieto del fundador, su abuelo, conocido siempre como Nereo, inició su servicio funerario como complemento al de transporte de personas con vehículos de tracción animal que ya tenía. «La funeraria se llamaba La Bien Aparecida. Pero también había otras que eran La Propicia, El Carmen o La Verdad, y cuando vino el follón de la guerra, el incendio y todo aquello, se empezaron a unir porque no había para repartir», rememora. Con un carácter entregado por encima de todo al trabajo, Nereo levantó y consolidó los cimientos de la actual compañía hasta que en el año 1947 un incendio acabó con la gran mayoría de lo que había construido. «Cuando se produjo el incendio las cuatro tuvieron que volver a empezar, porque solamente se libraron los caballos», explica Joaquín Ruiz. «Fue en la calle Magallanes, y ahí es cuando se incorporó mi padre, que no estaba dedicado a la funeraria, sino al taller de construcción de coches».
El padre de la generación actual modernizó los coches fúnembres y convirtió durante años sus modelos en una referencia a nivel nacional
Su padre fue el referente de la segunda generación de Hermanos Nereo, y quien modernizó en gran medida la compañía. «Con el incendio paró su actividad de taller y se puso a reconstruir la funeraria y a trabajar para salir adelante. Cuando mi padre se puso al mando mi abuelo ya había fallecido, en el año 42».
El de los coches fúnebres es uno de los aspectos que más han caracterizado la evolución de la empresa cántabra, y en ese proceso el padre de la generación actual tuvo un papel fundamental: «Él supo rehacer las carrozas fúnebres y convertir la empresa en un ejemplo de los furgones en España, porque en aquel entonces todavía no había talleres que se dedicaban como ahora a construirlos», señala Ruiz, quien añade que su progenitor «hizo en aquel momento modelos especiales que han estado muchos años llamando la atención en España». «Fue un emprendedor y un hombre capaz de innovar constantemente», destaca con orgullo. Gracias a él, «a partir de ahí la empresa siguió creciendo, y mi padre fue comprando a los accionistas externos que seguían como socios en la empresa hasta quedar solamente la parte familiar».
















Consolidado el nombre de Hermanos Nereo, llegó el turno de la generación actual, de la que forma parte Francisco Ruiz. «Yo empecé a ayudar a mi padre cuando me saqué el carnet de conducir, a los 18 años. Luego le fui relevando, y aquí estoy todavía», señala.
Servicios y valores
Durante su etapa, la compañía ha seguido creciendo, consolidándose como una referencia en el sector y ampliando y modernizando sus servicios. «Durante estos años ha habido que ir haciendo cosas e irse poniendo al día», afirma. Entre otras cosas, «ha habido que volver a luchar con la competencia, que había desaparecido cuando en la época de mi abuelo se unieron». «A partir de ahí hemos ido adaptándonos a la evolución que los tiempos están teniendo. Cumpliendo por encima de todo para que la gente siga estando satisfecha con nuestro trabajo».
La compañía plantea una oferta transversal de servicios con el objetivo de cubrir todas las necesidades de las familias que han perdido a un ser querido
Tener claro sus principios y los valores que debían regir la actividad de la empresa ha sido una de las claves de su éxito. «Nuestro objetivo ha sido siempre atender al público por encima de todo, ese ha sido nuestro principal valor», resalta. «Hemos sabido entregarnos de lleno a las familias, asesorarlas y ganarnos su confianza cumpliendo, cumpliendo por encima de todo. Siempre nos ha preocupado más cumplir con ese objetivo incluso más que el comercial», destaca. ¿En qué se ha traducido esa aspiración? «Nos hemos centrado siempre en ofrecer el mejor servicio posible y para ello hemos ido cambiando y ampliando lo que ofrecemos a nuestros clientes. Con la sostenibilidad, el ofrecer todo el asesoramiento necesario en cada caso, las gestiones, las lápidas, las flores… Por eso, por ejemplo, servimos absolutamente a todas las compañías de seguros sin exclusión de ninguna especie», explica.
De cara al futuro «hay que seguir luchando y eso se traduce en evolucionar y adaptarse. Nosotros empezamos con la funeraria y ahora tenemos una fábrica de ataúdes, están las flores, la agencia de seguros… Hay coches de alquiler para hacer los acompañamientos, los coches eléctricos, las placas solares…», explica Francisco Ruiz. «Y si mañana surge otra cosa, pues también la haremos. Estamos siempre atentos a lo que va surgiendo, estudiándolo y viendo si es posible abarcarlo para ofrecer un mejor servicio», concluye.
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