Pánico simulado en Carrefour de El Alisal: «Cuidado, hay gente armada»
La Policía Nacional realizó anoche un simulacro de atentado yihadista en el centro comercial de Santander con 80 efectivos y cerca de un centenar de figurantes
Suena el tema 'Learn From me', de Jonathan Dimmel, en el hilo musical de Carrefour. Son las diez y media de la noche y ... cerca de un centenar de personas hace tranquilamente la compra por los pasillos del centro comercial de El Alisal. Una clienta lleva un paquete de galletas, algo de fruta y unas latas de cerveza en una cesta de esas azules que permiten comprar lo justo. Va a ser la primera víctima del atentado yihadista que está a punto de comenzar. Lo bueno es que está al tanto de ello. Sabe que si la disparan tendrá que tirarse al suelo y hacerse la muerta hasta que alguien le diga lo contrario.
Cerca de cien figurantes, entre trabajadores de Carrefour, familiares y amigos y empleados del Departamento de Seguridad del centro comercial, participaron anoche en el simulacro de atentado terrorista que llevó a cabo la Policía Nacional con 80 efectivos, entre Grupos Operativos Especiales, la Brigada de Seguridad Ciudadana, la Unidad de Guías Caninos y la Científica. No faltó de nada: perros, explosivos, un robot desactivador de bombas, ataques de pánico, heridos, víctimas, héroes, llamadas al 091 y vídeos que circularon por WhatsApp con múltiples interpretaciones, a cada cuál más jugosa.
Un atentado de este tipo suele durar cerca de ocho minutos, tiempo en el que los terroristas buscan causar el mayor número de muertos. La Policía Nacional lo denomina incidente 'Amok' porque el agresor emplea cualquier medio para atacar una población o un colectivo, independientemente de la motivación, y puede perpetrarse con armas de fuego, armas blancas, o incluso con un vehículo. Por lo general, los atacantes no tienen un plan de huida ya que asumen que perderán la vida en el atentado.
«Les van a encañonar, ténganlo en cuenta, habrá que obedecer, y a algunos también les van a disparar»
«Les van a encañonar, ténganlo en cuenta, habrá que obedecer, y a algunos también les van a disparar y tendrán que hacerse los muertos. No se pueden levantar, esto no es The Walking Dead. Pueden gritar y llorar. Dramaticen. Y gracias a todos. Ojalá nunca tengan que verse en este contexto, pero si este ejercicio les sirve para que el día de mañana un pequeño detalle les haga salvar la vida, bienvenido sea. Estos centros comerciales son objetivos de los terroristas». El discurso que suelta un agente de la Policía Nacional a los figurantes pone el corazón de alguno de ellos a hacer un solo de batería. «¿Y nos podemos esconder? ¿Tenemos que salir corriendo? ¿Habrá explosiones reales? Si muero decid a mi madre que la quiero», los nervios afloran entre el cachondeo y el temor de que algún día puedas verte en una situación similar.
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A las diez de la noche comienza el entrenamiento. Carrefour ha cerrado sus instalaciones para sus clientes, los reales, y los falsos entran en acción. Unos harán de empleados, otros de consumidores, y no todos actuarán de la misma manera. «Tú, tú y tú saldréis corriendo. Aquel se queda dentro...», un agente con chaleco amarillo reparte los distintos roles. A uno le ha tocado salir corriendo para después volver a entrar porque su mujer e hijos están dentro. A otra ponerse histérica y entorpecer el trabajo de los agentes. El papel más fácil es el de la víctima: correr o esconderse hasta que te disparen. ¿Quién? No sabes, los terroristas están camuflados entre los figurantes.

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Van vestidos de paisano y disimulan mirando sus teléfonos móviles, observando la gente que hay dentro, esperando una señal, una orden de atacar. Media hora después se oyen gritos, carreras, disparos. «¡Cuidado hay gente armada, socorro!», comienza el dramatismo. Alguno se lo toma muy en serio. Cinco minutos después hay un reguero de muertos en el pasillo central de Carrefour, incluido el vigilante de seguridad. «Que estoy sangrando, que alguien me ayude», grita una empleada, en la vida real y en la ficción, porque aún lleva puesto el uniforme. Está espatarrada sobre el frío suelo del centro comercial. Y ahí se quedará durante casi una hora porque las víctimas no son la prioridad en un atentado como este. El objetivo es dar con los terroristas para que no sigan causando bajas.
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A las doce de la noche ya estaba casi todo el pescado vendido. No el de Carrefour, sino el del simulacro. Los heridos fuera del centro comercial y los atacantes desarmados y uno abatido. Buen trabajo.
«¿Sabéis qué ha pasado en el Carrefour de El Alisal? Dicen que han matado a alguien», los grupos de WhatsApp a lo suyo.
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