Santander, el destino turístico más caro del norte sólo por detrás de San Sebastián
Algunos hoteles han incrementado las tarifas hasta un 12% respecto al pasado año, en parte obligados por el incremento de costes y también por la reacción del cliente, que cada vez está dispuesto a pagar más
Dicen los visitantes veteranos, fieles a las vacaciones del estío santanderino, que lo que antiguamente costaba hospedarse en un hotel es lo que ahora se pide por un piso turístico, y que el precio de entonces de una habitación en el Real es ahora la tarifa normal de cualquier hotel en la capital. Desde que el turista nacional descubriera el norte peninsular a raíz de la pandemia, y ahora espoleado también por las temperaturas suaves en medio de un verano que arrastra olas de calor consecutivas, que convierten los días en insufribles hornos estivales en el centro, levante y sur peninsular, el norte está cada vez más cotizado. Se nota en los precios. Cada año es más caro pasar una noche en los hoteles de las principales capitales al otro lado de la Cordillera. Se lleva la palma San Sebastián, que parece competir en un universo financiero paralelo, con costes muy por encima de la media; pero le va a la zaga Santander, que, aún muy lejos de aquellas tarifas, se está consolidando como uno de los principales destinos de lujo del turismo veraniego patrio.
«Hace años que se está hablando que nos vamos a poner de moda pero es que ya somos moda», confirma Daniel Fidalgo, responsable de la cadena Silken (Coliseum y Río) en la capital. «El crecimiento del precio por habitación en julio y agosto ha sido exponencial en los últimos años. Sólo en lo que va de ejercicio hemos subido un 12%, en parte también obligados por el incremento de los costes», confirma.
La oferta que compara este reportaje es también muy heterogénea porque la realidad se divide en dos divisiones, las ciudades que tienen costa y las que no. Así como La Coruña, Gijón, Santander ySan Sebastián compiten en ligas parecidas;capitales interiores como Oviedo o Bilbao se quedan a la cola en subida de precios porque no se encuentran como popularmente se dice, en temporada alta. La capital del País Vasco tiene más adeptos durante el otoño o el invierno que en verano, cuando lo que se busca es la playa.
Lo que sí se nota en esta realidad es un gradiente decreciente de precios a medida que la oferta se desplaza hacia el oeste. San Sebastián manda en cuanto a precios altos, seguido de Santander, para dejar paso después a Gijón y en cuarto lugar a La Coruña. Dicen los expertos que las dos ciudades en cabeza han sabido conjugar mejor la oferta puramente veraniega con la más cultural. Y es que Santander puede ser un destino cultural, gastronómico y de playa; pero tiene cada vez más alternativas para los días nublados. Sea como fuere, los precios están por las nubes y parece que aún hay recorrido para continuar aumentándolos, al menos en temporada estival, pues la ocupación media en los hoteles de la capital ronda estos días el 90% en la primera quincena de este mes de agosto, a falta de las reservas de última hora.
El perfil del visitante es muy claro:parejas y sobre todo familias españolas, muchas de ellas asiduas al veraneo santanderino, y es que la mayor parte de ellos repiten año tras año. Por eso, en parte, este incremento de costes no está ahuyentando al turista. Todo lo contrario.
Hay muchos clientes que están dispuestos a pagar esto. «Primero porque pueden permitírselo, y segundo porque consideran que lo vale», afirma Fidalgo sobre una circunstancia que no sólo es consecuencia de las modas, sino que también ha tenido mucho que ver con la labor que el sector ha ido trabajando en Cantabria a lo largo de la última década.
«Se ha hecho un gran esfuerzo en la mejora de la oferta, en la prestación de servicios y en la mejora de la hostelería, que es de lo que más notamos que ha cambiado. Lo sabe bien también el ciudadano local», explica Eduardo Lamadrid, presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria. «Se ha puesto el foco en que cada cliente quede tan contento tras su visita que quiera regresar todos los años y lo hemos conseguido. Cada vez hay más familias y parejas que repiten sus vacaciones porque saben que aquí encuentran lo que quieren, se les trata bien y disfrutan de unas vacaciones de calidad».
«El cliente paga estos precios porque puede permitírselo, y porque considera que lo vale»
Daniel Fidalgo
Hoteles Silken
«Se ha cuidado al visitante para que vuelva cada año y se ha conseguido pese al aumento de precios»
Eduardo Lamadrid
Pte. Asociación de Hostelería
«Hay clientes que se quejan de la limpieza de algunos espacios públicos y hay que remediarlo»
Carmen Pérez
Hotel Victoria
Nadie teme al fantasma que agitaban los agoreros;el que venía a decir que Santander acabaría muriendo de éxito. Que el aumento de precios terminaría por vaciar los hoteles, por alejar al turista medio. Nada de eso se ha cumplido. «Lo que hacemos es ajustar bien la oferta a la demanda y se hacen estudios regulares para que todo esté en la misma realidad, lo que ocurre es que los precios han subido mucho y la gente se ha acostumbrado a ello», insiste Fidalgo.
Los servicios también se actualizan. «Hemos sabido también innovar. Por ejemplo, nosotros hemos introducido un servicio nuevo de toallas para la playa que está siendo muy bien acogido por nuestros clientes», detalla el gerente. «Lo importante es saber qué es lo que demanda la gente y procurar que estén cada vez más cómodos en su estancia aquí».
Otros hoteles, como el Victoria, en El Sardinero, aprovecha lo privilegiado de sus instalaciones. «Nosotros podemos permitirnos estos precios porque al final tenemos instalaciones exclusivas, como una terraza que nadie tiene en pleno Sardinero», defiende Carmen Pérez, directora comercial del hotel.
Peligro de masifiación
Otro de los miedos de esta moda es la masificación de la que tanto se habla en los últimos días. Imágenes como la plaza de Cañadío abarrotada de turistas, o el chiringuito de El Puntal lleno de jóvenes bebiendo en la arena, han saltado de nuevo las alarmas que cada verano son más sonadas. «Pero esto tiene fácil solución», remarca Lamadrid, que defiende una buena gestión de los visitantes y un control de llegadas. «Sabemos las plazas hoteleras que hay en Cantabria y la cantidad de gente que puede llegar;pero si proliferan como hasta ahora los pisos turísticos, no tenemos ese control y no podemos saber qué servicios van a ser necesarios para atender a esa llegada de personas», argumenta el representante de los hosteleros.
El nuevo Decreto que busca regular las viviendas turísticas debería servir para solucionar esto;pero muchos profesionales opinan que poco o nada va a cambiar con la nueva norma que deposita la responsabilidad en los ayuntamientos, pues serán las entidades locales las que deberán expedir las licencias para explotar estos inmuebles particulares con fines turísticos de acuerdo con los requisitos que fije cada localidad. «Esperemos que para el año que viene esto esté mucho más definido y controlado», desea Lamadrid. Un control que implica la supresión de muchas de esas licencias. Lo que se pregunta mucha gente entonces es si será necesario ampliar la oferta hotelera:«Claramente no», zanja Francisco Agudo, gerente del Hotel Santemar.
«Estamos hablando de que estos precios son propios de los días de mayor afluencia en la ciudad. De que Santander por estas fechas está lleno y de que los precios son los más altos del año, pero no nos engañemos, el año es muy largo y esto es sólo un mes», argumenta el responsable del Santemar.
En invierno cualquiera puede hospedarse en una habitación de un hotel de cuatro estrellas por apenas cuarenta euros aprovechando alguna de las múltiples ofertas que salen en temporada baja. «Hay meses muy malos, pero muy malos. Meses en los que estamos completamente parados salvo cuando tenemos actividad con algún congreso. Sobre todo los hoteles que estamos más alejados del centro, en invierno no tenemos negocio, y eso es algo sobre lo que creo que deberíamos seguir trabajando», matiza el que fuera exdirector general de Turismo.
El visitante extranjero también está ganando peso y aunque aún está muy por debajo del 20%, el crecimiento exponencial de los turistas franceses, y el mantenimiento del cupo inglés, mantiene las cifras en límites aceptables. Pero aún con todo, y pese al éxito del negocio en verano, los profesionales continúan demandando medidas para mejorar los servicios y desestacionalizar la oferta.
«Nosotros estamos intentando hacer lo mejor posible nuestro trabajo pero hay cosas que no dependen de nosotros», comenta Carmen Pérez. «Hay clientes que se quejan de las condiciones de mantenimiento de ciertos espacios públicos de la ciudad, como por ejemplo los bajos del Rhin en El Sardinero. Cuentan que el nivel de limpieza no se corresponde con lo que es el resto y es algo que deberíamos cuidar más como ciudad».
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