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«Verte bien en el espejo te mantiene con ánimo»
Peluquerías. El aforo limita el número de clientes y el primer día de reapertura transcurre con tranquilidad, aunque no cesaron las llamadas para pedir cita
Para algunos ir a la peluquería forma parte de la rutina semanal o mensual, significa cuidarse y verse bien. Así que, después de cincuenta días encerrados, no han dudado ni un segundo en llamar a su local de confianza para ser los primeros en acudir tras la reapertura. Algunos lo hicieron incluso antes del anuncio de que reabrían. «Y mira que pusimos el grito en el cielo cuando dijeron que las dejaban abiertas», comentaba Rosa entre risas mientras la peinaban en uno de los tocadores. Ella fue la primera clienta que este lunes, sobre las 09.15 horas, atravesó la puerta de la peluquería Macavi, de la calle Francisco de Quevedo, en Santander. Aunque debería haber sido la segunda, pero la anterior canceló su cita.
«Buenos días, Rosa. Eres la primera», le decía una de las trabajadoras. «¿Inauguro el día?», preguntaba ella sorprendida. Para esta vecina, la salida de este lunes fue la primera desde la entrada en vigor del estado de alarma el pasado 14 de marzo. ¿Y por qué fue directa a la peluquería? «Puede parecer superficial, pero es una cuestión de reconocerse en el espejo». Verse bien en el reflejo «también ayuda a mantener el ánimo» y acercarse lo máximo posible a la tan deseada normalidad. Una manera de empezar a «recuperar la rutina». La misma reflexión la compartieron más clientes a lo largo del día.
Quienes pasaron por el establecimiento este lunes eran, en su mayoría, habituales. Tanto que algunos antes de salir ya estaban pidiendo cita para la semana que viene. Algo más bien complicado porque la lista de espera tenía más de 180 nombres antes siquiera de arrancar el día. Y las llamadas para pedir una cita fueron una constante hasta la hora de cerrar. En el primer día de reapertura, entre las peluqueras había más bien inquietud. «Yo he dormido poco y mal», reconocía Lara. En esa conversación, minutos antes de subir la persiana, algunas de sus compañeras confesaban que ellas tampoco habían conseguido descansar.
«Tenía ganas de empezar. Eso sí, ha sido una jornada liviana en comparación con el ajetreo diario»
María José Torre | Peluquera
El domingo estuvieron hasta última hora de la noche concretando todos los detalles. Por eso este lunes los nervios se mezclaban con las ganas de arrancar otra vez y de ver cómo transcurría la jornada con los nuevos protocolos y medidas de seguridad. «Tenía ganas de empezar», comentaba María José Torre. Como en el resto de peluquerías de la cadena, que abrirán a lo largo de esta semana, allí estaba todo pensado y preparado desde hace días. Los geles para desinfectar los diferentes espacios y las citas organizadas una cada quince o veinte minutos de modo que, como mucho, «haya siete clientes en el local», explicaba Manuel Macavi porque el espacio es lo suficientemente grande para mantener las distancias.
Con esa limitación del aforo, el día fue más bien tranquilo en comparación con el ritmo de trabajo habitual en un local con 25 tocadores. «Ha sido más bien liviano en comparación con el ajetreo diario», añadía Torre. Por eso a partir de hoy se plantean citar a más gente a lo largo del día. Eso sí, el teléfono no dejó de sonar. Mientras unas iban venían con tijeras y secadores en mano, en la recepción Sonia se repartía entre cobrar, atender a quienes se acercaban al establecimiento a pedir cita y responder a las llamadas, las grandes protagonistas de la jornada. «Ahora mismo no puedo darte fecha. Todavía tengo lista de espera, te avisaremos», era la respuesta que más repetía. A media mañana incluso había cola en la puerta del local y ya por la tarde optó por coger el cuaderno y dedicar todos sus esfuerzos únicamente a atender el aparato.
«Puede parecer algo superficial o una tontería, pero estos días también importa cuidarse»
Rosa | Clienta
Acostumbrarse a las medidas
Las tareas estaban claras y también los protocolos. El trasiego de la peluquería se repartió entre cortar, peinar, teñir y desinfectar cada uno de los espacios donde se sentaban los clientes. «Aunque tenía miedo de venir, he estado muy cómoda», reconocía Rosa. Ella, al igual que los 19 clientes que pasaron por allí, llevaba su mascarilla y guantes. «Les pedimos que vengan con ella puesta. Si no tienen, nosotros les damos una», explicaba Macavi. Aunque todavía no se han acostumbrado a lavar el pelo y poner los tintes con ellas puestas. «Tendremos que coger el hábito».
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Un antes y un después
Antes de entrar un «toma, lávate las manos si no te importa», era el primer mensaje que recibían los clientes. De ahí pasaban a preguntarse «¿qué tal está?», «¿cómo ha ido el confinamiento?» e interesarse por la familia. Porque esa fue la conversación principal que mantuvieron peluqueras y clientes. «Es el tema estrella», decía Torre. Eso mientras la gente renovaba su peinado, una vez terminados... «¡Qué guapa, Charo!». «La que me peina es una artista», respondía ella. Para Charo ir a la peluquería era ya necesidad. «Me agobiaba llevar el pelo tan largo», dice. Ayer sólo se cortó el pelo y a la salida dejó en el aire su intención de regresar la semana que viene a ponerse un poco de color.
Para ella fue una de sus primeras salidas, igual que para María Ángeles que, tras entrar con gorro a la peluquería, reconoció que necesitaba «verse mejor». Para Gonzalo Agraz, uno de los últimos clientes de la reapertura, la visita era más volver a la rutina. Él no ha dejado de salir a la calle por trabajo y, con el buen tiempo a la vista, era el momento de cortar el pelo incluso rodeado de medidas de seguridad: «Tendremos que aprender a convivir con ello».
«No podemos abrir, no tenemos entrada directa desde la calle»
Las únicas peluquerías que no podrán abrir sus puertas todavía son las ubicadas en los centros comerciales. La de Macavi, en Valle Real, será la única que no suba la persiana esta semana. Marisol y Pilar, las encargadas, lo tienen «todo preparado para arrancar», pero no han podido hacerlo. Allí tampoco abrirá Fran Peluquerías. En El Corte Inglés, seguirá cerrada la de Eduardo y Pilar Pescador. ¿El motivo? «No tenemos salida directa a la calle», explicaba ayer Pilar. Y «no hay otra alternativa». Con todo listo para empezar, tuvieron que cancelar los planes de reapertura igual que ocurre con la de Peñacastillo.