'La bola negra' revive el Seminario Menor
Javier Calvo y Javier Ambrossi, Los Javis, han rodado durante tres semanas en Comillas, escenario «fundamental» de su próxima película que parte de una obra inacabada de Lorca
Asomado a la ventanilla de una furgoneta negra, Javier Ambrossi sonríe y da los buenos días desde el asiento del copiloto. Detrás, su socio y pareja, Javier Calvo y parte de su equipo. Salen en dirección a la costa cántabra donde tienen programada una secuencia de la que será su próxima película: 'La bola negra'. Atrás dejan un edificio un tanto fantasmagórico, el Seminario Menor de Comillas, que tras décadas de abandono, se ha llenado de vida, de historia, de personas y personajes.
Durante más de dos meses, el segundo edificio del decadente complejo universitario pontificio se ha reconvertido en un escenario. Y no uno cualquiera; el equipo insiste en que este será un lugar clave en la película, que se estrenará el próximo año y en la que parten de la obra inconclusa de Federico García Lorca, 'La bola negra', en la que por primera vez, el escritor, poeta y dramaturgo abordaba un protagonista abiertamente homosexual. A Lorca lo mataron, pero su huella permanece y ahora, uno de los dúos creativos con más personalidad del panorama nacional, da continuidad a ese relato, en tres épocas –1932, 1937 y 2017– con Penélope Cruz, Lola Dueñas, Carlos González, Guitarricadelafuente y Miguel Ángel Bernardeau como protagonistas. Los dos últimos, ataviados como exige el guion, se resguardan de la lluvia en una de las entradas laterales del edificio. Fuman y charlan con otros miembros del reparto haciendo algo habitual en el cine, que no queda reflejado en el resultado: tiempo.
Es el último día de rodaje en este enclave que se suma a las escenas en Oyambre, La Arnía y la Fuente del Francés y de una quinta localización que no se desvelará por el momento. El cálido verano cántabro ha dado paso a un otoño repentino. Empapado por la lluvia aparece Mariano Piñeiro. Es el director de producción de un filme que es «como tres películas en una», en la que se combinan distintos espacios temporales, localizaciones y centros de trabajo con un enorme equipo. «Y gracias a ese equipo muy grande y muy talentoso podemos sacarla adelante todos juntos; esa es la clave». Tareas que se superponen y que exigen «tener músculo para poder abordarlas». Pensar, replantear, dar una vuelta y, sobre todo, a juicio de Piñeiro, «tener directores con las cosas claras» son aspectos fundamentales.
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En total 162 personas repartidas en distintos áreas «según la necesidad». El de arte, con 50 integrantes, es uno de los más numerosos. Todos remando «a merced de la creación» y orientados a «lo que Los Javis quieren», definiendo con máxima claridad qué es eso que quieren para que «todos los equipos sepamos hacia dónde tenemos que ir; cuando vamos y nos encontramos, sabemos que eso era lo que estábamos buscando».
Ese equipo se completa con los más de 60 extras locales que se han fichado en Cantabria, además del catering, electricistas, atrecistas, vestuario… «Tratas de nutrirte de la gente local y estamos muy contentos porque hemos tenido muy buena acogida», explica. Aquí han pasado cuatro semanas rodando, si bien el equipo de arte llegó un mes antes para preparar el Seminario Menor. Destaca Piñeiro el movimiento, también económico, que eso supone para el destino de trabajo. «Es algo rentable». Tienen contabilizadas 3.937 noches de hotel como un ejemplo para valorar «la dimensión logística y el presupuesto», que incluye taxis, hostelería, servicios… Un rodaje también es comer, cenar, moverse, salir, bailar…vivir. Visitar Cabárceno o las exposiciones en Santander. «Maruja Mallo ha sido muy celebrada», bromean.
El proyecto de 'La bola negra' tuvo seis meses de fase previa, con las primeras pinceladas. Después llegó el tiempo de «empaparse con la pieza, con el texto, bajarlo a números y darle un poco de forma». Fueron otros cuatro meses, en un proceso que, ya en fase de rodaje llegó a «esta maravilla de sitio que por cámara es espectacular, ya lo veréis», advierte. Los cinco pisos del complejo, construido en 1912 en un proyecto del arquitecto vasco José María Basterra, se acondicionaron para convertirlo en un hospital de 1937.
Entre desconchones, cristales rotos – «no te imaginas cuántos hemos arreglado», dicen– y sensación de abandono, el Seminario Menor es un hervidero de idas y venidas. Recorrer sus amplísimos y decadentes pasillos es como viajar en el tiempo. Cada detalle está pensado para trasladar al espectador al momento deseado. Las salas convertidas en estancias de un hospital, habitaciones o despachos, se mezclan con las zonas de trabajo destinadas a vestuario, maquillaje, comedor, almacén, oficinas… Hileras de pequeñas polaroids sirven de inventario de los cientos, miles de objetos que consiguen recrear la atmósfera buscada, muchos de los cuales inician su viaje de vuelta. Tres operarios arrastran un carro con colchones, mantas y almohadas. Cerca, el camión vestuario abre sus puertas para cargar trajes, uniformes y otros atrezzos.
Al frente de ese proceso de recreación está Roger Bellés, diseñador de producción y arte de la película, que ya trabajó con Los Javis en 'Paquita Salas' o 'La Llamada'. Se ocupa de «los decorados en sentido amplio; de darle un universo tangible a las ideas del guion». Insiste mucho en que esa construcción tiene que «ser narrativa, acompañar lo que se está contando», y en el caso de 'La bola negra', que «sean independientes, pero que estén relacionadas» respecto a cada una de las épocas.
Investigar y adaptar
Encontrar un espacio, «con todas estas posibilidades» ha supuesto trabajo, reconoce. Y una vez encontrado «llenarlo en todos los sentidos; ponerlo en el punto de vida en que estaría para lo que necesitamos en la película». Bien de material histórico para «darle lógica y funcionamiento interno». Una meta que exige una amplia labor de investigación. Cuentan con un asesor histórico experto en Cantabria, también asesoría en materia militar y todos los subdepartamentos comienzan a documentarse desde que se lee el guion, «buscando referencias reales». Así lo señalaba también Javier Ambrossi durante la presentación del proyecto: «El proceso creativo de 'La bola negra' comenzó con una labor de documentación e investigación histórica que hemos mezclado con un trabajo literario precioso con Alberto Conejero. Tiene una parte de adaptación teatral, otra de imaginación y otra de introspección para proyectar sobre todas las tramas nuestra identidad».
El hecho de desarrollar parte del filme con un conflicto bélico como fondo, supone contar con mucha documentación, pero también la existencia de un canon que se ha ido creando «tras tantísimas obras dramáticas ambientadas en ese momento». Una ventaja y una desventaja a la vez. 'La bola negra' quiere aportar «un nuevo lenguaje, una nueva perspectiva y un nuevo empuje, una mirada propia, siendo totalmente fieles a la historia».
Desde un tipo específico de barandilla propia de Cantabria «que no he visto en ningún sitio», hasta el tipo de vacas que habría en aquella época en los prados aledaños, los cultivos de las huertas comillanas, los platos que se servirían en función de lo que se podía conseguir, hasta los datos de cada paciente del recreado hospital. Todo se ha revisado «para reproducir una vida distinta» y que funcione como un único mecanismo. «No sentíamos que estábamos imaginando una historia sino recordándola, casi como desenterrándola. Sacando a la luz unos personajes, una historia, unos diálogos y una herida que no sabíamos que existían pero que de alguna manera latían dentro», en palabras de Javier Calvo.
No es sencillo para Bellés encontrar un término que resuma la experiencia, pero tras pensarlo, elige expectativas. «En el sentido de ir un paso más allá, de inminencia; todo el mundo, en todos los departamentos, está funcionando al máximo de sus capacidades y eso no se encuentra siempre. Es algo muy bonito y con ellos pasa mucho».
Clara Salvador es la jefa de localizaciones que trabaja mano a mano con Iker García, ayudante, con familia en Suances y cierto conocimiento del territorio cántabro, lo cual le ayudó a ver el potencial del monumental conjunto comillano. «Buscábamos espacios grandes que pudiesen encajar en la época, que hubieran sido hospitales en su día, incluso». Espacioso, bonito, de época. El Seminario «lo tenía todo», incluyendo un estado de abandono excesivo. Tuvieron que desbrozar, abrir paso a los vehículos, limpiar, quitar muebles para colocar otros… Una semana de trabajo antes de que el equipo de arte se instalase, dos meses antes del inicio.
Destacan además las facilidades que han tenido para la gestión de toda la parte burocrática, habitualmente tediosa en un entorno más reducido, como el cántabro. En cuanto a los exteriores, con los que «suele ser complicado dar con el punto perfecto», todo ha sido sencillo. Cuando 'La bola negra', que es, dicen «un plato combinado de emociones», se estrene, «el espacio va a tener mucho protagonismo» y eso puede suponer un revulsivo para que los espectadores sientan ganas de descubrir el lugar, lo cual exigiría una puesta a punto de un edificio imponente, propiedad del Gobierno de Cantabria, que se cae a cachos. Pero… esa será otra película.
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