El último outlaw de Nashville
JP Harris dejó su hogar con 14 años para recorrer Estados Unidos y hoy su voz recupera el espíritu de los pioneros del country que decidieron cambiar el sistema
Ten cuidado,' lleva tatuado en sus manos. Un mensaje que habrá escuchado infinidad de veces. Tantas como cruces de caminos ha tomado desde que a los 14 años, Jp Harris (Montgomery, Alabama, 1983) abandonó su casa, se subió a un tren y ya no se detuvo.
Cogió el testigo de figuras (Bobby Bare, Willie Nelson o Waylon Jennings) que a comienzos de los 70 se salieron del sistema establecido en el mundo del country y le añadieron sonidos propios del rock, los llamados forajidos o 'outlaws', y lo aplicó con todas sus consecuencias. Un término que, dice «se usa con bastante ligereza hoy en día». En su cabeza, últimamente, «están siempre» Waylon Jennings, Terry Allen y Kris Kristofferson. El domingo cierra su gira española con un concierto enla sala Niágara de Santander (20.30 h).
–¿Qué significa ser un outlaw hoy en día en su país?
–Diría que se trata de negarse a vivir bajo las reglas, sean antiguas o nuevas, analógicas o digitales… Creo que siempre he forjado mi propio camino en la vida y en la música, sin importar si lleva al éxito o a la aceptación. Y bajo esa medida, podría decirse que soy un outlaw, incluso dentro de la nueva escena country underground.
–Cuando uno proviene de una tradición tan profundamente arraigada, ¿qué considera respeto?
–Creo firmemente que un artista puede innovar dentro de la tradición y expandirla, en cualquier cultura; aunque no siempre se note en la superficie, creo que conocer la historia y la línea del tiempo de esa tradición es el mayor homenaje que un artista puede rendir.
–¿Qué opina de la percepción de la música country en Europa?
–Realmente creo que la música tradicional estadounidense —ya sea country, bluegrass, blues o jazz— es un lenguaje universal de la clase trabajadora. Al fin y al cabo, estas tradiciones nacieron del crisol de culturas de Estados Unidos, de muchas culturas que se mezclaron y crearon algo completamente nuevo. Así que, al menos entre los fans que aman y apoyan a los artistas country más underground, la música tiene un tema que se aplica a la vida de cualquier persona trabajadora, sin importar el idioma que hable o el país de donde venga.
-Se fue de casa a los 14 años y pasó años viajando por el país en trenes de carga y viviendo en cabañas remotas sin electricidad ni agua corriente. ¿Cómo moldearon estas experiencias su visión del mundo y su enfoque musical?
–Esos años y kilómetros sin duda me dieron una visión mucho más completa del mundo, de la experiencia humana. Cuando tienes menos, aprendes a arreglártelas con menos, pero también te enseña a depender de la bondad de extraños y vecinos por igual. Me atrajo la música country por su simplicidad, y por la forma en que una canción puede hablar de manera sencilla pero poética a la gente común, sobre los dolores y alegrías de cualquiera.
Harris, siempre en movimiento, termina el domingo en la sala Niágara, Santander su gira por España
JDMcPherson está en la producción de su último álbum. ¿Qué aportó JD al proceso creativo?
–JD es uno de mis mejores amigos, casi como un hermano mayor en cierto modo… cuando me pidió producir un álbum mío me sentí muy halagado y agradecido. Es un artista en todo el sentido de la palabra, y aportó mucho más que ideas sonoras; fue más como hacer una película de arte vanguardista que un disco. Nunca me he sentido más orgulloso de una grabación mía, y la mayor parte de eso se lo debo a la fe y el apoyo de JD hacia mí.
–Además de la música, sigue tranajando como restaurador.
–Siento que se complementan perfectamente. Hay una sensación de trabajo con significado cuando conservas algo mucho más antiguo que tú, le das nueva vida, tal vez le agregas algunos toques propios en el camino. En muchos aspectos, siento que abordo la música country de la misma manera.
–Desde el punk rock hasta el folk y el country tradicional. ¿Cómo entretejes estas diversas influencias en su sonido actual?
–Bueno, diría que ciertas influencias se manifiestan más como una 'actitud' que como un 'enfoque'. Algo como una línea vocal gruñida con más fuerza, una guitarra steel mezclada un poco más alta, o una letra que hace un guiño a una canción antigua… puede que no sepas exactamente qué es lo diferente, pero la actitud está ahí.
–Escribió al «JP, con 20 años, derritiendo grasa de oso con un viejo amigo y definitivamente sin imaginar los lugares a los que me llevarían una guitarra y una canción en las próximas décadas». ¿Qué le diría a ese JP?
–Bueno, viendo a dónde me ha llevado la vida hasta ahora, tal vez dejaría que ese JP de veinte años lo descubriera por sí mismo (ríe). Quizás le diría que recuerde que tiene una vida muy larga por delante y que desacelere un poco, porque al contrario de lo que siente la mayoría al envejecer, estos días me parece que todavía me queda mucho tiempo aquí en la Tierra.
–Ha dicho que la música algún día podría transformar el mundo en el lugar que necesitamos que sea… ¿Cómo sería ese lugar?
–Necesitamos tolerancia, necesitamos compasión, y necesitamos dejar de tratar a la tierra y a la gente trabajadora como si fueran desechables. Por muy cliché que suene, toda esta maldad, guerra y odio tiene que contrarrestarse con amor y comprensión… es increíble lo lejos que puede llegar un poco de amabilidad en este mundo.
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