Quique Setién: «Fuimos muy superiores al Español en aquella promoción»
El cántabro regresó aquella temporada para liderar el retorno del Racing a Primera División, en una experiencia que recuerda con sabor agridulce | «Hay muchas cosas que son iguales», dice el exracinguista al comparar el ascenso de 1993 con la tentativa actual
Su fina estampa, su camiseta de Lotto por fuera con el '10' a la espalda y su brazalete rojo forman parte del recuerdo de aquel ascenso del 93. El que el racinguismo ha tomado como ejemplo a seguir. Como libro de ruta. Y es que «hay muchas cosas que son iguales», reconoce Quique Setién. Michel Pineda fue el héroe definitivo en Sarriá, pero 'El Flaco', en su retorno a casa, fue el talento visible del vestuario.

«Siempre es un plus que haya jugadores que sean de la tierra, aunque ese año todo el mundo sumó. Si no, no lo hubiésemos conseguido»
Tras su paso por Atlético de Madrid y Logroñés, el entonces director deportivo verdiblanco, José Antonio Saro, «insistió mucho en su vuelta». Le quedaba un año de contrato en Las Gaunas e iba a suponer bajar de Primera a Segunda, pero, con casi 33 años, el acuerdo le iba a permitir estar en Santander cuatro años más. Le convenció Saro. También el entrenador, Paquito. Y además, estaba la idea de devolver al Racing a Primera, porque «volví con esa esperanza. Y... Bueno, la verdad es que salió redondo». Asimismo, el saber que iba a liderar un vestuario con claro acento cántabro –Ceballos, Sañudo, Javi Roncal, Gelucho, Solaeta, Cantudo, Pinillos, Geli, Juan, Chili, Esteban Torre, Aguilar...–. «Eso siempre es un plus para cualquier equipo, que haya jugadores que sientan de verdad la camiseta y que sean de la tierra», afirma, «aunque es verdad que ese año todo el mundo sumó. Si no, no lo hubiésemos conseguido». No hizo falta enseñar el DNI. En invierno iban a llegar Pineda y Zigmantovich, que iban a subir de nivel el equipo.
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Como en el 93
Pero la razón de mayor peso era otra mucho más simple: «La verdad es que en Logroño siempre me trataron muy bien, pero yo tenía ganas ya de volver a casa». Como le pasó al otro mascarón de proa que recuperó el club aquel verano de 1992. Tuto Sañudo regresó, procedente del Oviedo.
La afición verdiblanca se encontraba en un momento similar al de ahora, ya que el equipo había logrado la permanencia después de un paso por Segunda División B. «En aquella etapa también se llenaba El Sardinero. La gente estaba muy ilusionada», recuerda.
Aquel Racing empezó bien. Muy bien. ¿Les suena? Siete victorias, un empate y una derrota en los nueve primeros encuentros. Setién lo recuerda, pero enseguida se traslada al tramo decisivo de la temporada. «Aparte de la importancia que tiene empezar bien, por supuesto, lo mejor fueron los últimos partidos, ¿no?». «Hay que llegar fuerte al final, porque la Segunda División es muy complicada. Hay muchos partidos, mucha igualdad», insiste, como pensando que, ojalá, la victoria de los de José Alberto contra el Granada sea síntoma de poderío a estas alturas.
Pero aquella temporada, antes del ascenso, también hubo dudas. La racha triunfal de ocho triunfos consecutivos se vio precedida poco antes por una de cinco encuentros sin ganar –cuatro derrotas y un empate–. El Racing viajó a Lugo. El campo, nevado. «Me empeñé en jugar aquel partido, porque el viaje a Lugo entonces era de 16 horas y había que volver si se suspendía el partido». 3-0, contra el colista. A partir de ahí, el tembleque.
Pero había «fortaleza mental. Estábamos muy convencidos». De nuevo en buena dinámica, llegó la última jornada. El Racing metió cinco tantos al Castellón y, aún así, le faltaron goles. El Valladolid ganó en Palamós. Algunos vieron cosas raras. Quique pasa de conspiraciones. «Prefiero pensar que las cosas se hacen bien».
El tercer puesto mandó al Racing a la promoción contra el Español, de Primera. El 0-1 de Sarriá se quedó corto. «Teníamos que haberlo zanjado en Barcelona, porque hicimos un partido extraordinario. Fuimos muy superiores». En la vuelta, los Campos de Sport con su mayor entrada. 28.000 espectadores mostraron aquellos pequeños marcadores electrónicos. «Estuvimos con más miedo a encajar un gol. Había unos nervios tremendos y un ambiente espectacular». «No fuimos brillantes, pero se hizo lo que había que hacer», dice. El empate era suficiente y la ciudad se convirtió en «una fiesta entera».
Sin embargo, para Setién la celebración fue «muy triste porque por la noche se anunció que Paquito no iba a seguir. A mí me dolió muchísimo, porque fue seguramente la persona más importante y al que habría que haberle dado el mayor mérito. Le recuerdo como el mejor entrenador que he tenido. Consiguió formar un grupo, era íntegro, con valores y con conocimiento del fútbol».
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