
Secciones
Servicios
Destacamos
Salió bueno aquel verano olímpico del 92. Caluroso pero no tórrido en el año de la autoestima con los Juegos, la Expo y el V Centenario. Un Racing en el que también se respiraba buen ambiente se unió a la ola optimista pergeñando un proyecto para el ascenso. Así lo decía sin tapujos el secretario técnico, José Antonio Saro. Contaba con el bloque de canteranos que había ascendido dos años antes de Segunda B: José Ceballos, Javi Roncal, Esteban Torre, Geli... y algún ilustre veterano como Gelucho –aunque con treinta años tampoco lo era tanto–, con experiencia en Primera. Como Marcel Sabou y Benito Ballent, uno de los futbolistas con más ascendencia, bregado en Primera con Osasuna y plenamente identificado después con el Racing y con Cantabria.
El regreso de Quique Setién, libre tras terminar su contrato con el Logroñés, fue el primer gran hito. Para dar más enjundia a la defensa también volvió, también con la carta de libertad en el bolsillo, Tuto Sañudo. Dos futbolistas comprometidos y de la casa que daban experiencia y calidad a una plantilla muy joven.
Se las arregló Saro para contratar un nigeriano del Castilla que se convertiría en un clásico: Mutiu Adepoju. También a Jesús Merino, un central que cansado de que no le dieran alternativas en San Mamés, aunque había llegado a debutar con el primer equipo, se buscaba la vida en el club vecino. Aprovechó el descenso del Burgos para enrolar al croata Ivica Barbaric y que Osasuna descartaba al canterano Edu García para hacer lo propio. Para reforzar la delantera, un chico de Torrelavega que se había hartado de marcar goles en Segunda B en Andorra: Chili.
Para dirigir la nave se la jugó con Paquito, un técnico tranquilo y pedagógico, con carácter y experiencia en Primera y en la categoría, pero que llevaba dos años sin entrenar. De pronto y a coste cero había gestado una poderosa plantilla para el ascenso.
El curso comenzó bien, pero mal. El Racing ganaba 2-0 al Badajoz en los Campos de Sport en la jornada inaugural, pero pagaba un caro peaje: una grave lesión de rodilla de Benito, a quien antes le dio tiempo a marcar el primer gol. Era el delantero centro titular, el elegido para aprovechar la clarividencia de Quique Setién. No volvería a jugar al fútbol. Tocó reconvertir a Mutiu y echar mano de Chili y otro que ya estaba en la plantilla: Juan Carlos de Diego.
Poco a poco Paquito se fue haciendo con el equipo, aunque no tuvo un año sencillo en Santander. En el equipo y, sobre todo, en el entorno, que lo juzgó con dureza tras toparse con una campaña en contra. Pero se las arregló para consolidar un once titular que con buen juego y efectividad estuvo siempre entre los mejores.
Al final de la primera vuelta Racing, Mallorca y Lleida había protagonizado un apretado duelo por el liderato resuelto casi siempre a favor de los catalanes. En una época en la que la victoria se recompensaba con dos puntos, los verdiblancos eran terceros a dos del Lleida y uno del Mallorca.
Uno de los momentos más complicados de la temporada, la nefasta racha de un punto en cinco partidos, comenzó poco después, el 28 de febrero. El Racing, a tres puntos del Lleida, visitaba al colista, el Lugo. Una antológica nevada le recibió en Galicia y aunque parte de la plantilla insistió en que había que presionar para no jugar, finalmente el partido se disputó en el Anxo Carro. Aquello no fue del todo fútbol, los verdiblancos cayeron 3-0 y se colocó a cinco puntos del líder, aunque aún en el tercer puesto.
La situación se agravó con otras dos derrotas consecutivas: en casa ante el Bilbao Athletic y en Zorrilla ante el Real Valladolid. Después, un empate en casa con el Palamós y otra derrota en el Mini Estadi. El Racing cayó a la cuarta plaza y arreciaron las críticas a Paquito, a quien un medio armó una campaña en contra por motivos personales.
Mientras, el club, preocupado porque la temporada se hiciera muy larga, trabajaba en reforzar la plantilla de cara a la recta final de la competición. Precisamente por esas fechas llegó a Santander el bielorruso Andrej Zygmantovich, un centrocampista que había disputado el Mundial de Italia con la URSS y jugaba en el Groningen neerlandés, aunque le costó adaptarse y convencer al técnico y tardaría aún muchas semanas en comenzar a jugar. Y ya en marzo llegó Michel Pineda en otra oportunidad de mercado: la desaparición del Toulon francés le había dejado sin equipo y el Racing reforzaba su maltrecha delantera (ya se había asumido que Benito no volvería a jugar) con un delantero con experiencia internacional.
El debut del hispanofrancés en la jornada 29 sirvió para terminar con la mala racha de cinco jornadas sin ganar: el Racing se imponía 3-1 a Villarreal con tantos de Merino, Quique Setién y el recién llegado. Se abrió entonces una gran racha de 18 puntos de 20 posibles en una recta final de temporada convertida en una contrarreloj por dar caza al Mallorca y al Valladolid para conseguir la segunda plaza. Se superó a los bermellones, pero los pucelanos mantuvieron el pulso y se llegó a un final frenético en la última jornada.
Aquel sistema de competición premiaba con el ascenso directo a los dos primeros clasificados, mientras que tercero y cuarto debían enfrentarse en una eliminatoria a doble partido con el 18º y 17º de Primera, respectivamente. Con Real Valladolid y Racing empatados a puntos y enfrentamientos, los verdiblancos necesitaban ganar al Castellón y que el Valladolid no hiciera lo propio en Palamós. En caso contrario, necesitaban ganar por cinco tantos más de lo que lo hicieran los pucelanos para asegurarse la segunda plaza.
Comenzó ganando el Palamós, pero el Valladolid remontó por medio de dos penaltis –ninguno de ellos, por cierto, lo era–, de modo que el Racing se conjuró en el vestuario para buscar la goleada. Se impuso 5-1, pero le faltaron dos tantos y se vio abocado a disputar la promoción de ascenso, en la que le tocó como rival el Espanyol.
Los catalanes estaban en caída libre, tanto en lo deportivo como en lo anímico. Un equipo que aspiraba a Europa y tenía la permanencia virtualmente asegurada a falta de más de diez jornadas se veía en la promoción de descenso. El Racing, al contrario, llegaba al alza y pleno de ánimo. Fue dominador en el partido de ida en Sarriá, donde se le anularon justamente dos goles antes de que Michel Pineda, precisamente el delantero de aquel Espanyol de Javier Clemente que estuvo a punto de ganar la Copa de la UEFA, adelantara al Racing.
El tanto fue decisivo. Ese único gol, unido a las sensaciones que transmitían unos y otros, había convertido de pronto a los verdiblancos en favoritos ante un adversario teóricamente superior en lo deportivo y sin lugar a dudas en lo económico. Pero la plantilla racinguista y toda Cantabria estaban concienciadas. Pocas veces se creyó tanto que algo era posible. porque en la vuelta en los Campos de Sport, en el partido de fútbol con más asistencia en la historia de Cantabria –es imposible saber con exactitud cuánto público hubo, en una época anterior a los tornos, pero superaron los 27.000– un empate a cero certificó el ascenso del Racing; el regreso a Primera División seis años después de haber perdido la categoría, con un fugaz paso por Segunda B incluido.
Como epílogo, el presidente del Racing, Pancho Mora, decidió no renovar el contrato de un Paquito que terminó muy desgastado y con quien probablemente se fuera injusto. Sin embargo su relevo, Jabo Irureta, completó una extraordinaria temporada en la reentrada en la élite, con un octavo puesto que terminó con cualquier debate. Aunque esa es ya otra historia. También bonita, pero otra.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Daniel Martínez | Santander
José Luis Sánchez Noriega | Santander
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.