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El negocio del deporte

El fútbol cambia de dueño: los fondos de inversión toman el centro del campo

El 36% de los equipos de las cinco grandes ligas tiene respaldo económico de fondos de capital riesgo, firmas de inversión o inversores privados

Lunes, 17 de noviembre 2025, 00:04

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En tres décadas el fútbol español ha cambiado de manos. De los Lendoiro, Gil, Ruiz-Mateos o Lopera -propietarios tan personales como sus clubes- a fondos como Velocity Sports, City Football Group o Ares Management. Para algunos, profesionalización; para otros, pérdida de alma. Los primeros dejaron frases míticas como «¡Viva el Betis!» o «¡Qué te pego, leche!». Los segundos han traído dinero y ambición. El fenómeno no es exclusivo de España: en Europa, el 36% de los clubes de las grandes ligas ya está controlado por capital de inversión. A Wall Street le gusta el 'soccer', y no por los goles.

Si antes las miradas apuntaban a los petrodólares, hoy mandan los dólares estadounidenses. Han entrado fondos como RedBird, Sixth Street o CVC. El último gran movimiento: Apollo, con más del 50% del Atlético de Madrid.

La era del 'trophy investment' -el magnate que compra un club por prestigio o afinidad emocional- queda atrás. Los jeques que desembarcaron en Europa para hacerse con símbolos de poder como el PSG, el City o el Newcastle han dado paso a fondos estadounidenses que operan sin romanticismos: profesionales, orientados a flujos de caja y con un manual de gestión. En palabras de José Epalza, socio del equipo de Advisory de AltamarCAM, «el componente emocional se ha reducido a cero. Ahora el objetivo es ganar dinero y hacerlo bien».

Lo que buscan los fondos

El fútbol ofrece algo casi único: audiencias masivas y flujos de ingresos estables -patrocinios, televisión y ticketing-. «Accedes a un activo con una base de seguidores global y un potencial casi ilimitado de visibilidad», apunta Cecilia Díaz, directora en Kreab. Además, el fan europeo está poco monetizado. La NFL, con unos 200 millones de seguidores, mueve cerca de 150.000 millones de dólares al año. Las cinco grandes ligas europeas, con alrededor de 4.000 millones de fans, apenas generan unos 30.000 millones. «En este sentido, a partir de una gestión profesional y de una comunicación sólida y estratégica, la marca de un club puede ofrecer retornos muy valiosos», añade Díaz.

30.000 millones de euros

es la cifra que mueven las cinco grandes ligas con más de 4.000 millones de aficionados. Unos números muy alejados de los datos de la NFL con muchos menos seguidores

La apuesta no se limita al corto plazo. Estos inversores trabajan para elevar el valor del activo -modernizar estadios, reforzar la presencia internacional, optimizar ingresos comerciales...- y vender más caro unos años después. Los números empiezan a reflejarlo: los ingresos de las grandes ligas europeas llevan años disparándose, pero la distancia con otros deportes todavía es abismal.

En poco más de una década los ingresos de la Premier League se han disparado un 183% hasta superar los 8.200 millones de euros, lo mismo que LaLiga y la Bundesliga juntas. En el campeonato español el crecimiento es menor -en torno al 133%-, pero la evolución es evidente. Para los fondos, es la confirmación. «En Europa estamos mucho menos maduros y desarrollados. Eso los fondos lo saben y lo están aprovechando», apunta el socio del equipo de Advisory de AltamarCAM.

El montante destinado por firmas de inversión al fútbol europeo ha pasado de apenas 70 millones en 2018 a más de 5.000 millones en 2022. Y seguirá creciendo. La profesionalización del negocio atrae cada vez a más jugadores: desde fondos especializados en clubes o competiciones, hasta vehículos que apuestan por derechos audiovisuales o tecnologías para exprimir el vínculo con los aficionados.

Dos actores ilustran bien la apuesta por la diversificación en la industria deportiva: RedBird Capital Partners y Silver Lake. Lejos de centrarse en una sola modalidad o tipo de activo, han construido carteras que combinan clubes, competiciones, negocios de contenido y otras plataformas de entretenimiento.

¿Y en España?

LaLiga también se ha convertido en un destino prioritario para el capital internacional. El giro empezó con el acuerdo con CVC en 2021, que inyectó más de 2.000 millones a cambio del 10% de los ingresos comerciales de los clubes durante medio siglo. Esa entrada de dinero supuso oxígeno para una competición golpeada por la pandemia y con una brecha creciente respecto a la Premier.

El Atlético de Madrid es el último gran movimiento, pero no el único. El Sevilla dio entrada al fondo estadounidense 777 Partners; el Girona forma parte del City Football Group; y el Espanyol, que ha pertenecido a capital chino desde 2016 hasta el pasado mes de octubre, ahora es propiedad de Velocity Sports. En Segunda también han llegado inversores que buscan ascender y multiplicar ingresos con un solo movimiento en la tabla. «Aquí hay clubes con historia, estadios modernos y una base de aficionados muy fiel. El atractivo es evidente», explica Epalza.

El reparto audiovisual más equilibrado y la mejora de las estructuras financieras han reducido los riesgos y aumentado la valoración de los clubes. Para los fondos, España combina prestigio deportivo, posible revalorización inmobiliaria -la llave del Metropolitano es un ejemplo, recuerda el socio AltamarCAM- y potencial global de marca. Para muchos equipos supone poder competir sin temer a los números rojos.

España presenta una excepción en el mapa europeo del capital deportivo: casi todos los clubes de LaLiga son Sociedades Anónimas Deportivas, una estructura que facilita la entrada de inversores privados, pero Real Madrid, Athletic Club, FC Barcelona y Club Atlético Osasuna siguen siendo entidades propiedad de sus socios. Una muralla que podría reconfigurarse: el Real Madrid trabaja en una reorganización societaria. La propuesta incluiría límites estrictos para evitar cesiones de poder.

«Los clubes son, más que clubes, verdaderas compañías globales de entretenimiento y contenido, con comunidades fieles y audiencias millonarias»

Cecilia Díaz

Senior director de Comunicación Financiera de Kreab España

Los aficionados del fútbol español, sin embargo, viven el momento con una mezcla de esperanza y miedo. El dinero promete competir, pero también pone a prueba la identidad. Epalza lo resume con pragmatismo: «El riesgo no es que un fondo te lleve a Segunda; el riesgo es llegar arruinado antes». A su juicio, la profesionalización aporta gestión, estabilidad y más opciones de éxito deportivo. Eso sí, con letra pequeña: «Las mejoras se cobran». Más explotación del estadio, precios más altos y decisiones tomadas a miles de kilómetros. En España, donde los clubes se heredan como la fe o el apellido, la entrada de un fondo extranjero siempre genera cierto escepticismo: ¿de quién será dentro de diez años?

¿Y en el resto de Europa?

El dinero estadounidense ha acelerado su desembarco en Europa a velocidad récord. Solo en los últimos tres años se han concentrado cerca de dos tercios de las adquisiciones realizadas por inversores norteamericanos en el fútbol del Viejo Continente.

Reino Unido continúa siendo el gran imán. La Premier League y su entorno ofrecen visibilidad global y un sistema financiero más maduro, lo que ha llevado a propietarios estadounidenses a controlar casi una veintena de entidades entre Inglaterra y Escocia: desde gigantes como Arsenal, Liverpool o Manchester United, hasta equipos de categorías inferiores con potencial de revalorización.

De hecho, la Championship -segunda división inglesa- se ha convertido en el terreno favorito para quienes buscan activos más baratos con margen de crecimiento: casi seis de cada diez clubes ya son de capital extranjero. Italia es el segundo destino predilecto. Allí, los fondos controlan ya numerosos equipos de Serie A y Serie B, con operaciones que abarcan tanto grandes marcas históricas como proyectos en reconstrucción.

Francia y los países nórdicos, con regulaciones más flexibles, también se han abierto a la entrada de capital norteamericano. En la Ligue 1 se da uno de los grandes ejemplos de 'mala praxis' en el mundo de la inversión: el Olympique de Lyon. John Textor, el empresario estadounidense, compró el club en 2022 por 800 millones de euros, gracias a un préstamo de 405 millones (USD 122 millones) que obtuvo del fondo de inversión Ares, y el empresario de Florida no escondió su intención al llegar a Lyon: «El fútbol no es diferente de otra empresa. Hay que ganar dinero para ser rentable». Sin embargo, la aplicación de ese dogma no hizo más que agravar los problemas del siete veces campeón de Francia y ha acabado con un descenso a la segunda competición gala.

En Alemania, el modelo de propiedad de los aficionados es el más extendido. La Liga Alemana de Fútbol (DFL), responsable de las competiciones profesionales del país, cedió ante la presión de los aficionados. Las constantes protestas en los estadios y la interrupción de los partidos por el lanzamiento de objetos al campo levantaron un obstáculo definitivo frente a la posible inversión de capital privado en los clubes.

A diferencia del modelo estadounidense, donde las ligas imponen límites estrictos a la participación de fondos en el capital de las franquicias, Europa ofrece mucha más flexibilidad para tomar el control de los clubes. Ese marco, señala José Epalza, es una de las razones que explican el apetito inversor en el continente: aquí un fondo puede entrar con mayorías claras, influir en la gestión deportiva y monetizar directamente el crecimiento del activo. Para los grandes fondos, Europa es un mercado abierto donde la propiedad de los clubes se puede estructurar sin tantas restricciones y donde, si el proyecto funciona, la plusvalía futura es más evidente.

El jaleo de la multipropiedad

Los fondos no solo invierten en un club para revenderlo más caro. La tendencia que crece con más fuerza es la multipropiedad: controlar varios equipos para generar sinergias en fichajes, estructura, patrocinios o visibilidad global.

Aunque su auge es reciente, el concepto no lo es: en los años 90 la firma ENIC ya había desplegado una estrategia que vinculó en un mismo paraguas a equipos como el Tottenham Hotspur, el Rangers FC, el Slavia de Praga o el AEK de Atenas, con un enfoque puramente financiero. Tiempo después, Red Bull dio un paso más al integrar sus clubes como plataforma de marketing global y de desarrollo deportivo. Y el City Football Group profesionalizó definitivamente el modelo, extendiendo su red hasta 13 equipos en cinco continentes, un caso considerado hoy la referencia estándar del sistema multiclub.

El fenómeno se ha disparado: actualmente más de 125 grupos controlan cerca de 380 clubes y gestionan las carreras de unos 13.000 futbolistas. El objetivo es claro: extender la marca a distintos mercados, nutrirse de talento y aprovechar economías de escala. Pero el modelo genera recelos. La UEFA vigila los posibles conflictos de intereses cuando dos clubes bajo un mismo paraguas compiten en torneos europeos.

El negocio ha cambiado mucho más rápido que la mentalidad del aficionado. Lo único seguro es que el fútbol ya no se juega solo en el césped: también en los despachos, en los consejos y en los fondos. Y en ese nuevo partido, nadie sabe aún quién será el dueño del marcador final.

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