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Vicente Cortabitarte
Miércoles, 15 de febrero 2017, 07:18
Como buen capitán, Miguel Múgica fue el último en abandonar el barco cuando se hundía, y como extraordinario profesional fue capaz de llevar a toda su tripulación a salvo a buen puerto, a pesar de encontrarse con un mar embravecido. Los barquereños se sienten contentos y orgullosos de tener entre los suyos a su vecino Miguel Múgica, patrón del Gure Uxua, pesquero que en hace dos semanas se hundió en aguas del Cantábrico. Miguel nació en San Vicente de la Barquera y, aunque ahora por cuestiones familiares vive en Santander, le gusta volver a la villa marinera cada vez que puede. Allí ha contado lo traumática que fue su experiencia.
Imagino que experiencias como la vivida el pasado 3 de febrero nunca desaparecerán de su recuerdo.
Eso no se olvida nunca, vivir un naufrahio un hundimiento te deja marcado para toda la vida. Son de esas experiencias que si tienes la fortuna de superarlas se te quedan para siempre.
¿Qué ocurrió?
Navegábamos de regreso hacia el puerto de Burela para descargar, pero nos pilló el mal tiempo. Con el fuerte oleaje y el viento el barco se empezó a escorar de babor, intentamos dar la vuelta al barco para equilibrarlo e incluso tiramos las volantas, pero el barco se fue escorando mas hasta que no pudo aguantar, cuando eran aproximadamente las 3 de la tarde y estábamos a unas 58 millas al norte de Navia (Asturias).
¿Qué hicieron cuando vio que la embarcación no resistiría?
Intentamos quitar todo el peso posible del barco, pero ya la situación era imposible. Nos entraba mucha agua por el portón de babor, por lo que no tuve mas remedio que mandar echar la lancha salvavidas y ordenar abandonar el barco.
Serían momentos de enorme tensión entre los tripulantes
Fue un momento muy crítico teniendo en cuenta la situación en la que se encontraba la mar. La lancha estaba a unos 30 metros del barco por lo que traté de que todo se hiciera con orden, ya que había que ir nadando esa distancia y con el mar arbolada.
¿Cómo buen capitán se quedó en el barco hasta el final?
Por supuesto. Fui dirigiendo la operación y al final me quedé con un marinero, el único que no sabía nadar. Le puse el salvavidas y le tiré al agua y después me tiré yo y le llevé hasta la lancha. Ese fue de los peores momentos porque al pobre chico se le enroscó una cuerda en la pierna, por lo que tuve que ir hasta la lancha para que me dieran una navaja y bucear para cortarla, liberarle y poder subirle hasta la lancha.
La situación se antoja muy crítica, con doce hombres en una frágil lancha de plástico y en medio de un mar embravecido con olas de más de cinco metros.
Sí, fueron momentos muy angustiosos. Allí estábamos todos acurrucados, con el intenso frío después de haber estado en el agua y con la incertidumbre de saber qué iba a pasar. Algunos estaban muy nerviosos, como es lógico. Yo intenté tranquilizarles, diciéndoles que había dado el aviso de emergencia y asegurándoles que, sin tardar, vendrían a rescatarnos.
Interminable sería poco calificativo para definir el tiempo de espera de la ayuda.
Se te hace muy largo. Además lo peor es que sucedió por la tarde y lo que mas temes es que llegue la noche. Afortunadamente los helicópteros llegaron pronto y a partir de ese momento ya no fue lo mismo.
¿Qué se piensa en momentos como esos que vivieron?
Se te pasa todo por la cabeza, especialmente la familia, pero a la vez sabes que lo más importante es mantener la calma y más aún teniendo la responsabilidad que yo sentía.
¿Cómo fue el rescate bajo aquellas condiciones?
Fue complicado porque el primer helicóptero pudo rescatar a cinco tripulantes desde la misma embarcación. Los demás lo tuvimos que hacer uno a uno desde el agua.
También en este caso usted fue el último en abandonar la lancha.
Sí, hasta que no estaba a salvo el último de los marineros no fui yo.
¿Cómo se encuentra ahora, una sema después del percance?
Sufrí una hipotermia severa por las condiciones en que estaba el agua, pero ya me encuentro perfectamente. Tengo que decir que el funcionamiento de los servicios de salvamento y el trato que nos dieron en el hospital fue extraordinario, no tengo palabras para agradecerlo.
¿Había vivido alguna experiencia parecida?
En la mar todos hemos vivido momentos duros, muy duros, pero como éste, ninguno. Hace años sufrí la pérdida de un marinero, un chaval de 21 años y eso no lo olvidaré nunca, así que imagínate esto.
Ustedes lo pasaron muy mal, pero imagino que su familia también habrá vivido unos momentos muy angustiosos.
Sí porque sabían lo que nos había pasado y encima les llegaba información confusa. Primero les informaron de que solo habían rescatado a cinco hombres, luego que faltaba uno y claro ante eso siempre te pones en lo peor. Hasta que pude hablar por teléfono personalmente con mi mujer fueron unos momentos dramáticos.
¿Y ahora qué se plantea?
¿Que me voy a plantear? Tengo 55 años, esto es lo que he hecho toda mi vida desde los 16 años, es lo que conozco y lo que sé hacer, no me puedo plantear otra cosa. Volveré a la mar, esa es mi vida. Ahora en unos días tendré que hablar con el armador para saber qué intenciones tiene, y a partir de eso seguiré en otro barco de la misma empresa o tendré que buscar otro. No nos queda otra.
¿A qué está dedicando estos días?
Tengo que empezar a organizarme ya que con el barco perdí toda la documentación y objetos personales, el móvil, el ordenador, la ropa... Y por supuesto compartir momentos con mi familia y amigos.
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