Carnes con sabor en La Ermita 1826
En el sosiego de San Pedro de Rudagüera, Javier García propone una cocina casera «con detalles»
JOSÉ LUIS PÉREZ
Sábado, 18 de abril 2015, 09:21
Hay rincones de Cantabria, aparentemente escondidos, donde existen restaurantes en los que se puede disfrutar con la comida. Un ejemplo puede ser este de La Ermita 1826, ubicado en este pequeño pueblo de San Pedro de Rudagüera, en el municipio de Alfoz de Lloredo, a donde se puede llegar desde Puente San Miguel y Villapresente por carretera, y también en tren utilizando el trazado entre Torrelavega y Cabezón de la Sal. Aquí, en un casona de piedra, ejerce Javier García Berzosa, a quien le acompaña en la responsabilidad del restaurante su esposa Ana María Roldán, que ejerce con oficio como jefa de sala. Y la cocina que se propone es de corte tradicional, pero al propio chef le gusta denominarla casera «con detalles», porque en su platos hay matices que denotan un interés por agradar al cliente con cuidadas presentaciones y con elaboraciones todas propias.
Dispone de menús del día y de fin de semana, y en la carta, equilibrada para el perfil de restaurante, destacan las carnes. Ana señala que «estamos muy contentos con el carnicero que nos suministra la carne», a lo que suma Javier que «el cliente valora mucho nuestras carnes porque son tiernas y porque tienen sabor». Ciertamente esto se pone de manifiesto en el solomillo a la plancha, que se puede acompañar de salsa de queso o con foie; en el entrecot a la plancha; en la chuleta de novilla, o en un plato original como los coloños de solomillo con salsa de setas y piquillos. Se trata de un plato histórico de la casa, pero que Javier ha reinterpretado: emplea tiras de solomillo a las que da forma de un coloño (haz de leña que se puede llevar a la espalda o en la cabeza) con la ayuda del beicon; y en vez de freírlo, lo hace a la plancha, para que los ingredientes guarden mejor los sabores. Lo acompaña de una guarnición de patatas panaderas, pimiento, cebolla y champiñón.
Otras especialidades en carnes son los escalopines de solomillo de cerdo, los callos caseros con chorizo o las mollejas a la montañesa.
Previamente, el comensal habrá podido compartir y degustar algunas especialidades de la casa como las croquetas de la abuela, artesanas, rebozadas solo con huevo y harina y hechas con carne de cocido. Otro plato con gran éxito son los pasteles, de berenjena (con carne picada) y de calabacín con verduras, jamón, pimiento, surimi, bonito... Son una especie de puding, pero más vistoso y sabroso por la combinación de ingredientes. Además hay ibéricos, quesos, ensaladas, un suave cocido montañés, rabas, puerros rellenos, setas rellenas de queso...
En pescados, recomendada la merluza rellena y hecha al vapor; lubina a la plancha, bacalao con tomate y pimientos rellenos de bacalao y langostinos.
Helados artesanos
Finalmente, aquí los postres no quedan al azar. Todos son caseros, destacando la textura y el sabor de los helados (fresas naturales, queso o crema de orujo). Junto a clásicos como la leche frita, la mousse de limón (de Novales), el arroz con leche o la tarta de queso, destaca un puding de soba y guindas.
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