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Dicen que un clavo saca otro clavo, y en el pequeño pueblo de Lebeña (Cillorigo de Liébana) un tejo ha sacado otro tejo. El árbol que fue plantado en 2017 para sustituir al ejemplar milenario que allí estuvo, seña de identidad para sus gentes que llevaba en pie desde el año 925, ha crecido después de casi una década y ya mide tres metros de alto. Así que no es descabellado pensar que el tejo 'hijo', dentro de muchos, muchos años, sea tan significativo en la comarca como lo fue su antecesor. Y es que la historia de este árbol de Lebeña es digna de contar y de conocer.
Empieza así: En el año 925, el conde Alfonso y su esposa, la condesa Justa, mandaron construir la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña con el fin de albergar allí el cuerpo de Santo Toribio, que se encontraba en el antiguo monasterio de San Martín (actual Santo Toribio). Cuenta la leyenda que, en el exterior de la iglesia, el conde mandó plantar un tejo, y que para complacer a su esposa, que era andaluza y añoraba su tierra, hizo plantar un olivo cerca del propio tejo. Los dos árboles crecieron juntos, siendo testigos de la vida cotidiana de varias generaciones de vecinos del pueblo, que consideraban que los ejemplares eran ya parte del escenario de su vida.
Pero la noche del 19 de marzo de 2007 hubo un fuerte temporal de agua y de viento. Un rayo cayó sobre el tejo y se desplomó. El suceso causó un profundo dolor entre los vecinos del pueblo, que contemplaban a la mañana siguiente como éste yacía en el suelo mutilado para siempre.
Fue entonces cuando María Luisa García, la incansable guía de la iglesia de Lebeña, tuvo la idea de recoger varios esquejes del árbol caído, que luego envió por correo al reputado naturalista de Colunga, Asturias, Ignacio Abella. El asturiano lo plantó en su jardín de inmediato para que brotase. Poco a poco, y con grandes cuidados, la planta fue creciendo y diez años después, en 2017, regresó de nuevo el 'hijo' del tejo milenario. El árbol llegó a Lebeña con apenas 70 centímetros de altura, y la réplica genética fue plantada en el lugar que ocupaba el original.
La plantación del nuevo tejo de Lebeña contribuyó a perpetuar la leyenda. Un acto que se convirtió en todo un evento solemne y social, organizado por el programa de voluntariado del Centro de Investigacion del Medio Ambiente (CIMA). Fueron los niños de quinto y sexto de Primaria del Colegio de Potes, el Concepción Arenal, quienes acompañaron al responsable de revivir al Tejo, Ignacio Abella, además de autoridades y vecinos que no se quisieron perder se esta página de la historia local. Se recitaron poesías alusivas al tejo y los niños plantaron el nuevo ejemplar. Al lado, los escolares enterraron una cápsula del tiempo con los textos de las poesías recitadas, y dos artículos de El Diario Montañés que hablaban de la recuperación y plantación del nuevo tejo.
Han pasado desde entonces ocho años y el tejo de Lebeña ha continuado creciendo. Es la guía María Luisa García quien se encarga de cuidarlo para que continúe siendo contemplado en el lugar que ocupó el anterior. «Cada primavera va 'engordando' y echando hojas nuevas», relata orgullosa. «Crece alrededor de 30 centímetros al año, por lo que ahora ya se distingue muy bien y los visitantes pueden sacar fotografías del tejo con la iglesia de fondo».
Actualmente el árbol ya ronda los tres metros de altura y para su protección, el Ayuntamiento de Cillorigo de Liébana ha colocado una valla de forja a su alrededor, de modo que nada pueda dañar este símbolo.
Contemplando el tejo y conociendo su bonita historia estaba estos días Fran Pérez, que llegó desde Florida (Estados Unidos) para localizar a su familia lebaniega. «Mi abuela, Nicolasa García Cotera, era de Lebeña», comenta emocionado. «Hemos llegado hasta aquí para conocer mis raíces familiares y nos hemos encontrado este pueblo maravilloso en medio del desfiladero de La Hermida, que además tiene este árbol con tanto significado».
El tejo, especie simbólica unida a la biografía de Cantabria, sigue de nuevo formando parte de la vida de Lebeña y de su iglesia mozárabe, y continuará creciendo para ser contemplado por las nuevas generaciones de vecinos y de visitantes que quieran conocer la historia. Como lo fue durante siglos 'su padre'.
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Daniel Martínez | Santander
José Luis Sánchez Noriega | Santander
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