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La despedida de Rosa y de su mítico bar
Rostros de la despoblación (10)

La despedida de Rosa y de su mítico bar

El bar La Gloria de Canales, en Udías, ha sido siempre como una especie de hogar. Al frente del negocio estuvo toda la vida Rosa Maroto Pérez, que falleció recientemente. El local cerró y, con él, una historia que empezó hace casi un siglo | La hija de Rosa relata la historia de su madre al frente del negocio fundado en 1930

Lucía Alcolea

Santander

Domingo, 2 de febrero 2025, 07:41

Hay imágenes que, sin saberlo, almacenamos en la despensa de los recuerdos y que se presentan como un fogonazo que no logras situar en el tiempo hasta pasados unos segundos. Como una palabra que se queda atascada en la punta de la lengua. Así recuerda Gema el detergente que vendía su madre, Rosa Maroto Pérez, en el bar tienda del pueblo de Canales, Udías. «Venía en una caja que se agujereaba y servía para lavar a mano», comenta. Y son este tipo de cosas, como el detergente sobre la balda, los garbanzos a granel, la barra en forma de barco o el suelo ajado tras un siglo de pisadas, las que conforman la memoria colectiva del pueblo de Canales. Y hay, en este imaginario, un punto en común entre varias generaciones. El bar La Gloria, el bar de la plaza sin nombre que todos llaman la fuente, sin que haya en el lugar nada parecido, sino varias mesas y sillas que parecen suspendidas en el aire.

La dueña del bar era Rosa, que falleció el pasado 3 de enero a los 87 años en el lugar que la recibió al venir al mundo y la despidió al marcharse, su negocio, cerrado a cal y canto como una pantalla en negro desde que Rosa no está y abierto desde 1930, cuando lo fundaron sus padres, Julia y Antonio. « –relata Gema refiriéndose a ellos– eran de Udías los dos, pero en los años veinte se marcharon a La Habana. Allí montaron dos colmados hasta que volvieron a España y adquirieron la casa de Canales». La parte de arriba era vivienda. Debajo abrieron el bar, que hacía también de tienda de comestibles y estanco. Allí nació Rosa Maroto, la pequeña de seis hermanos, en 1937, con España 'empantanada' en una guerra. «Canales era un pueblo muy pobre, no había coches, solo estaba el local y no tenía ni cámara de bebidas». Servían vino y coñac, cigarros y legumbres a granel. Allí se hizo Rosa niña y luego adolescente. A los 17 «marchó a Cabezón a aprender costura». Ya sabía ir a las vacas y estar detrás de la barra. Entonces todo se aprendía pronto y bien. «Iban a las romerías de los pueblos andando» y en una de esas conoció al hombre con el que luego se casó. «Tenía 33 años y el . Dominaría el volante y la vida «con socarronería y buen humor, ella y mi padre, los dos», recuerda Gema, la mayor de los tres hijos que Rosa parió. Al cabo de los años falleció la abuela y Rosa cogió las riendas del bar.Y de todo lo demás, «porque imagínate criar a tres hijos estando todo el día trabajando». De diez de la mañana «a la una, las dos, las tres o las seis de la madrugada». Todo con un afán desmedido de ayudar a los vecinos. De ser guardería –en el local había siempre –, cine –fue el primer lugar del pueblo en tener televisión–, –solo existía el teléfono del bar y llamaban para dar buenas y malas noticias– y paño de lágrimas, de risa y de penas.

por la tarde jugaban la partida y mi madre daba de comer a los andaluces que trabajaban en el Monte Corona». «Había hermandad y los vecinos contaban historias los unos de los otros». Fueron pasando los años y Rosa se hizo mayor en este escenario exótico que parece de película. En el bar La Gloria grabó Mario Camus algunos capítulos de la serie Los Camioneros, con Sancho Gracia como protagonista. «Buscaban lugares especiales y antiguos». Y el bar de Rosa es perenne y atemporal. Un poco como ella, que nunca dejó de servir blancos, aunque el futuro fuera presentándose algo negro. «Todos los días ponía tapas y hacía torreznos, tortilla de patata, pan con queso y chorizo frito». Estuvo –recuerda Gema con tristeza– «atenta hasta el último momento y sabía qué tomaba cada cliente». «Se fue satisfecha y feliz».

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