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El edificio tiene su entrada principal por la calle de Lope de Vega.El chaflán con Hernán Cortés es el mejor conservado, sin alteraciones en la arquitectura original.
La 'casa de los azulejos', destacada obra de Zuloaga, "corre peligro"

La 'casa de los azulejos', destacada obra de Zuloaga, "corre peligro"

Los expertos alarman de los daños en las piezas de la fachada y de la importancia cerámica y artística del inmueble

Juan Carlos Flores-Gispert

Viernes, 7 de octubre 2016, 07:16

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Para los vecinos de la zona es la casa de los azulejos, uno de los imponentes inmuebles del Ensanche santanderino, una manzana de la calle de Lope de Vega con fachadas a Hernán Cortés y Ataúlfo Argenta.

Para los expertos es un edificio con una fachada de gran calidad artística en peligro.Para los turistas es una de las casas que hay que fotografiar.

Para la fundación Zuloaga, uno de los más importantes exponentes de la creación cerámica surgida de Daniel Zuloaga, tío del pintor del mismo apellido. Y para el considerado máximo experto en este artista ceramista, Abraham Rubio, «es una obra de arte en peligro que hay que preservar».

Hay más. Como explicó la doctora en Historia del Arte Mónica Malo Molina en la revista Altamira del Centro de Estudio Montañeses en el año 2002, «Zuloaga fue el artista elegido por la próspera burguesía santanderina y cántabra enriquecida por la intensa actividad portuaria y comercial y por la incipiente industrialización siderúrgica para la decoración de sus edificios con azulejería artística, ya sea en sus residencias privadas o en sus negocios, como modo de distinguirse y hacer patente su saneada economía». Zuloaga fue «el ceramista español más importante en la transición entre los siglos XIX y XX». Nació en Madrid en 1852 y falleció en Segovia en 1921.

Rubio explica que «el edificio de azulejos de la calle de Lope de Vega es una de las dos muestras de este artista que perviven en Santander. La otra es el friso del Instituto Santa Clara». Y destaca una de las más importantes pérdidas de obra de Zuloaga en Santander, el azulejeado del jardín y la fuente de la finca San Quintín, que fue residencia de Benito Pérez Galdós en la avenida de la Reina Victoria, «destruido hace unos quince años por sus dueños», dice el experto.Es de suponer que el nombre San Quintín que permanece en cerámica sobre la puerta de la finca, también es de Zuloaga.

Se conservan en buen estado «el friso de 80 centímetros de altura del Instituto Santa Clara (1915) y las piezas cerámicas del mercado de Laredo». Como dice Rubio,«no podemos permitirnos la destrucción del patrimonio de cerámica aplicado a la arquitectura de Santander». Visitó hace años este edificio de la calle de Lope de Vega, dentro de un recorrido por España para conocer las obras de Zuloaga y realizar un estudio en profundidad sobre el tema.

Y lo visitó de nuevo en agosto pasado, para comprobar su estado. El diagnóstico es pésimo y preocupante. Rubio es reconocido como el máximo experto ceramista de España; responsable del Consejo Asesor de la Fundación Zuloaga, con sede en Segovia, y autor de una tesis doctoral sobre los ceramistas Zuloaga (Daniel y sus hermanos), que se formaron en Madrid y ampliaron conocimientos en la escuela de cerámica de Sèvres, desde 1867 a 1871, una época en que era considerada de las más prestigiosas de Europa.

Una casa con historia

La historia de la casa de los azulejos y Zuloaga se remonta a 1901, «cuando en febrero de aquel año explica Abraham Rubio, el conocido arquitecto santanderino Emilio de la Torriente y Aguirre encargó a Daniel Zuloaga Boneta la decoración cerámica de las fachadas del edificio de viviendas con fachada principal a la calle Lope de Vega número 4, propiedad de Santiago Adrados. El arquitecto ya había conectado con el ceramista en 1899, cuando le envía muestras de azulejos y precios. De la Torriente lo recomendó a la empresa Presmanes y Pontón, que le hizo algunos encargos».

Bares, fábricas y residencias privadas

  • zuloaga perdido

  • Las obras de Zuloaga destruidas en Santander son varias y fueron documentadas por la doctora Malo las estanterías y el mostrador de la cafetería La Austriaca (1902), al final del Paseo de Pereda; la fábrica de cervezas La Cruz Blanca (1902), en la calle de San Fernando; el mercado de la pescadería, en Atarazanas (1897) y la camisería de The Sport (1920).

  • El Hotel México fue derribado y reconstruido, pero sin la cerámica original de Zuloaga y los medallones de Limoges del comedor. Hay más perdido. «Las decoraciones en cerámica con escenas de El Quijote del palacio Ocharan, de Castro Urdiales. Un decorador se los llevó por delante en una reforma del edificio», dice con pena Abraham Rubio.

En el archivo del Museo Zuloaga de Segovia «se conserva la correspondencia entre el arquitecto y el ceramista en relación con este interesante edificio de cinco pisos. En la fachada principal, la decoración cerámica se articula en los espacios entre la pareja de miradores centrales y los miradores achaflanados de las esquinas. En la parte central, los azulejos son monocromos en verde azulado, y en las laterales, forman franjas paralelas alternas de azulejos en ocre y gris. Este juego geométrico da al edificio un aire muy de modernidad nórdica tan opuesta a la estética del Art Nouveau francés.

"Decoración sobresaliente"

La única concesión a la decoración clásica se encuentra en el último piso, a uno y otro lado de los miradores en chaflán, en forma de panel con un dibujo inspirado en motivos grecolatinos en negro.

Es una propuesta de De la Torriente a Zuloaga, que le sugiere que pinte una decoración de estilo renacentista o pompeyano». Otro elemento sobresaliente de la decoración de las fachadas, explica Rubio, «son frisos de franjas alternas, que reproducen con la técnica de cuenca un motivo de grutescos afrontados en verde y blanco, que interpretan azulejos sevillanos del siglo XVI».

Por último, «es muy potente y decorativa la moldura en relieve de placas esmaltadas de los vanos de todas las fachadas, con arco rebajado enla parte superior. Todo ello convierte a este edificio santanderino en un ejemplar muy interesante del cambio de siglo, porque justo coincide en el momento en que Zuloaga empezó a experimentar con el Modernismo, a su llegada a Segovia en 1893, a la fábrica La Segoviana, para hacer las cerámicas de las fachadas del Ministerio de Fomento en la glorieta de Atocha de Madrid, encargadas por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco».

Ala historia y forma de la fachada siguen el diagnóstico realizado tras la visita en agosto pasado al edificio. «El aspecto que presentan las fachadas es de ruina o abandono, pues aparte de la suciedad generalizada o en forma de chorreones puntuales, se aprecian numerosos azulejos desprendidos, sobre todo en la fachada sur. Hay azulejos con grietas o pequeños desprendimientos de materia cerámica y de esmalte, algunas molduras de los vanos con grandes roturas y faltas, y bastantes restauraciones o más bien reconstrucciones chapuceras parcheando zonas donde se han caído los azulejos con otros de distinto color y otras medidas. Además, abundan agujeros de clavos para la sujeción de antiguos cables de la fachada».

Importancia modernista

«Sería muy importante tomar conciencia de la importancia de esta fachada para la arquitectura modernista en Santander, y emprender lo más urgentemente posible su restauración, por tratarse de la obra de uno de los ceramistas más importantes de la historia de la cerámica española. Podemos tomar ejemplo de otras ciudades cercanas, como San Sebastián, donde las fachadas modernistas con cerámicas de Daniel Zuloaga son muy apreciadas».

El buen estado de conservación de las cerámicas en un exterior «es fundamental para su mantenimiento, sobre todo en ciudades como Santander, pues en un clima húmedo y lluvioso el agua se filtra por las zonas de uniones de los azulejos y migra hacia el interior, para después buscar otras salidas como pueden ser fisuras o craquelados en la superficie externa de los azulejos, lo que provoca que arrastre a su vez sales, que empujan la superficie vítrea produciendo pérdidas del esmalte.

La suciedad en la superficie de las cerámicas por efectos de polución, polvo y otros elementos también afectan a los azulejos, pues con la lluvia y humedad penetra por las grietas y craquelados y es absorbida por la pasta cerámica, lo que se traduce en que aparezcan manchas bajo el barniz o una red de grietas negras que afectan estéticamente a la monocromía original de los azulejos», acaba Rubio.

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