Un lavado de cara para el Marítimo
Un andamio en la fachada para completar «tareas de mantenimiento» llama estos días la atención en Puertochico
Han colocado un andamio que ocupa estos días la parte central de la fachada norte. Incluyendo la zona más alta del edificio. La torre en ... la que está la veleta con la figura de un velero. Y eso, teniendo en cuenta que se trata de uno de los edificios más fotografiados de Santander, despierta la curiosidad de muchos paseantes. Ayer, desde el Real Club Marítimo de Santander confirmaban a este periódico que se trata de tareas «de mantenimiento». Cambios en las ventanas y algunas reparaciones en la fachada. «Que ya le tocaba. Es -resumían desde la institución- un buen lavado de cara».
Han colocado ese andamio y hay una pequeña zona acotada con vallas en el paseo, junto a la entrada del edificio (allí se sitúa un contenedor y los materiales de trabajo). Justo ese andamio -bien visible, ya que da a la parte opuesta al mar- hace que ahora esos trabajos sean «más llamativos». Cualquiera que pase por Puertochico, Castelar o por el Paseo de Pereda, se fija. Pero las tareas, en realidad, arrancaron ya el pasado año y se prolongaron en los meses anteriores al confinamiento. Las terrazas de la fachada sur facilitaron la labor para acceder a las zonas en las que hubo que trabajar en ese momento -precisamente en la amplia terraza de ese lado se efectuaron también algunos arreglos-. Así que no fue necesario un andamiaje de este tipo y pasó desapercibido.
Lo que están haciendo es seguir con el proceso de renovación de los ventanales. Los de madera con los que contaba el edificio no cumplían ya con los patrones de eficiencia energética -«había grandes pérdidas»- y se están reponiendo «respetando al máximo los parámetros originales». Desde fuera, en ese sentido, se ven las escaleras de los operarios que trabajan en el interior. Respecto a la fachada, se trata de reparar algunas pequeñas grietas o desconchones y, de paso -ya que existe la posibilidad con los andamios-, completar una revisión general.
Su ubicación y la historia
Estas tareas de mantenimiento son obligadas, además, teniendo en cuenta la particular ubicación del edificio. Sobre el mar, lo que le confiere su característica principal, pero también lo somete a «un medio hostil», que favorece el desgaste (agua, salitre, viento mareas...). Cabe recordar que el edificio se levantó en su día sobre pilotes de hormigón armado junto al espigón de Puertochico, al que le une una breve pasarela. Esos datos los recuerdan en la página web del Club, en la que relatan que la anterior sede fue saqueada en 1932.
«De las ruinas del casetón de madera -se explica en ese apartado- surgió el proyecto de un nuevo edificio». De estilo «estructuralista, propio de los años treinta del siglo XX», se inspira, precisamente, «en la arquitectura naval». «Semejando así el Club a un trasatlántico blanco atracado al legendario muelle santanderino». Atribuido al arquitecto cántabro Gonzalo Bringas (Laredo, 1880 - Santander, 1943), los expertos destacan como característica un diseño basado en la funcionalidad más que en los ornamentos siguiendo las corrientes de la época.
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