Pasión por la artesanía en Santander
Tres manos expertas revelan los secretos del oficio
La Plaza Porticada acoge estos días —hasta el 17 de agosto— la XV Feria Nacional de Artesanía de Santander. Entre los 34 puestos que la componen se exponen productos de todo tipo: desde esculturas de cerámica, bolsos y cinturones de cuero, hasta anillos y collares artesanales, utensilios de bambú o juegos tradicionales.El Diario Montañés ha charlado con los responsables de tres de esos puestos que, aunque trabajen con materiales muy distintos, coinciden en mostrar la pasión por un oficio profundamente vocacional, algo que «se tiene o no se tiene», que suele surgir desde joven y que lleva a quienes la sienten a entregarse en cuerpo y alma a la artesanía.
Amparo Godoy Escultora de cerámica
«Busco dar vida a mis sueños y a los de mis clientes»
A l frente del Taller Godoy está la escultora y ceramista Amparo Godoy, que lleva nada menos que 24 años modelando desde Corvera de Toranzo sueños en forma de esculturas. Godoy participa en esta feria de artesanía para explicar su proceso artesanal, donde el fuego, la tierra, el aire y el agua se unen para dar forma a piezas únicas.
Godoy detalla con una facilidad pasmosa el complejo proceso de elaboración de esculturas de cerámica. «Primero se trabaja la pieza a mano, dándole forma. Después, se deja secar completamente y se realiza una primera cocción en el horno. Una vez cocida, se aplican los esmaltes que preparo yo misma, mezclando materias primas con medidas exactas, como si fueran recetas de cocina: tanto de cuarzo, tanto de óxidos, carbonatos…». Y añade: «Después de aplicar el esmalte, la pieza se hornea de nuevo, esta vez a temperaturas que oscilan entre los 1.170 y 1.260 grados. Eso –concreta– ya depende de la técnica».
Entre sus técnicas, destaca el 'hikidashi-raku', un antiguo ritual japonés que permite extraer las piezas al rojo vivo del horno: «Es una forma de acercar la cerámica al público y mostrar lo espectacular del proceso». En este caso, la intervención es más delicada: «Cuando el horno está al rojo vivo, saco las piezas manualmente, a unos 480 grados y completamente incandescentes». Es una experiencia intensa, casi ritual, donde el contacto con el fuego transforma cada objeto en lo que a uno le apetezca, sin límite.
Cada obra de Godoy es única, con diseño propio y personalidad. En su puesto de la feria se puede ver la variedad y creatividad que imprime a cada una de ellas, entre las que destacan elementos marineros como la Grúa de Piedra, tallas de peces o veleros. Algunas de sus esculturas resultan familiares, porque forman parte del paisaje urbano, como el marinero 'Tío Rivero', una popular figura que otea el horizonte desde un balcón de El Sardinero, o sus estatuillas de Corocotta.
Influenciada por culturas como la India, Italia y Japón –gracias a su vínculo con la ceramista Rumiko Matsui–, «busco –dice– dar vida a los sueños de mis clientes… y a los míos propios».
Joseba Andoni Especialista en cuero
«Lo más gratificante es que la gente valore tu trabajo»
El puesto de 'Aretxederra Cuero' se distingue por el aroma y la textura inconfundibles de un material noble trabajado con pasión. Detrás del mostrador está Joseba Andoni, un artesano vizcaíno con más de veinte años de trayectoria, que ha convertido su amor por el cuero en una forma de vida.
«Vendo productos de marroquinería, pero con una diferencia importante: todo está hecho con piel natural», explica mientras sus manos siguen repasando con precisión una tira de cuero. No es un material cualquiera: se trata de cuero de vaca curtido al vegetal, sin cromo, sin productos químicos ni metales pesados. «Es como la piel de las personas. Con el uso se pone morena, envejece con dignidad. No es un material estático, cambia con el tiempo, cuenta su propia historia», añade.
Este tipo de curtido, cada vez más valorado entre quienes buscan sostenibilidad y autenticidad, permite mantener la esencia del cuero sin alterar su naturaleza. En sus piezas –cinturones, bolsos, carteras y otros accesorios– se aprecia esa calidad. «Las pieles industriales –explica– no cambian, no evolucionan. Esta sí. Cada pieza es única y tiene su propia vida».
Joseba comenzó en este oficio vocacional siendo muy joven. «Desde chaval ya me gustaba el cuero. Empecé con 18 años, tuve una pausa, pero después retomé y llevo ya más de veinte años sin parar», cuenta. No ha trabajado con otros materiales: su compromiso con esta piel es total, y su fidelidad al proceso artesanal ha marcado su trayectoria.
Aunque es originario de Vizcaya, su mapa de trabajo se extiende por numerosas ferias del norte de España. «Voy a muchas ferias a lo largo del año. A Santander he venido varias veces, el año pasado también. Es una ciudad con muy buena acogida, y esta feria en particular tiene mucho nivel», comenta mientras atiende a un visitante interesado en uno de sus cinturones trenzados a mano.
«Aquí no se trata solo de vender, sino de explicar, enseñar. Que la gente entienda el tiempo invertido, la técnica... Es muy gratificante cuando alguien lo valora», afirma con humildad.
Nacho Pellón Artesano de la madera
«Empecé en esto con mi abuelo y aquí sigo»
Uno de los 34 puestos instalados en la Plaza Porticada atrae especialmente por el inconfundible olor a madera recién tallada. Ese aroma guía a los visitantes hasta 'El Rincón de Lipín', el taller de Nacho Pellón, un artesano cántabro que ha hecho de los juegos su gran especialidad.
«Soy artesano de la madera y estoy especializado en juegos tradicionales. Trabajo con diferentes tipos de madera y diseños, y las piezas finales las elaboro mediante taracea, talla a mano o incluso con arcilla, siempre siguiendo técnicas tradicionales», explica Pellón mientras talla con destreza una de sus piezas con cuchillo, bajo la atenta mirada de quienes se acercan a su caseta. En ella se exponen tableros de ajedrez, estelas cántabras y las famosas 'cajas mágicas', una especie de rompecabezas de madera que combinan ingenio, diversión y, por supuesto, mucha paciencia.
Aunque su actividad profesional comenzó hace unos años, su vínculo con la madera viene de lejos: «De pequeño ya ayudaba –o más bien desayudaba– a mi abuelo Felipe, que hacía barcos de madera por encargo. De ahí viene el nombre del taller: Lipín». Desde entonces, siempre ha trabajado con la madera, combinando marquetería, dibujo y pintura como hobby hasta que decidió dedicarse por completo a la artesanía. «Durante años trabajé en casa, pero en 2014, al crecer los pedidos, abrí un local como taller, exposición y punto de venta», afirma.
En su espacio realiza principalmente talla a mano, aunque también trabaja marquetería y ebanistería si los encargos lo requieren. Algunas piezas parten de madera ya preparada, y otras son objetos (como cofres, baúles o joyeros) a los que añade tallas personalizadas.
Con una larga trayectoria por ferias de toda España –Madrid, Zaragoza, Cuenca, Pamplona...–, esta cita en Santander tiene un significado especial para él: «Juego en casa. Ya son quince años desde que la Asociación de Artesanos de Cantabria organiza esta feria, que hoy se ha convertido en un referente nacional e incluso internacional», declara con todo el orgullo.
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