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Balbi Gutiérrez es una de las muchas vecinas de Torrelavega que encarna ese espíritu solidario tan propio de la marcha que organiza la Asociación AMAT-Afrontando Adicciones. Todos los años, y ya van 36, Balbi ha tenido un dorsal pegado en la camiseta. Y, como buena embajadora anónima de esta prueba no competitiva, ella sabe perfectamente los valores que la inspiran y por qué, como ayer y año tras año, miles de personas abarrotan el Bulevar Demetrio Herrero antes de correr, trotar o caminar a favor de una vida sana. La participación de la gente en la marcha es especialmente sentido; por desgracia, la lucha contra las adicciones no es una realidad desconocida para muchos: «Todos conocemos a alguien que ha recibido ayuda de AMAT».
Esa mano está tendida desde que, un 10 de enero de 1985, algunas familias afectadas directamente por este problema se unieron para dar respuesta al que, por entonces, aún se consideraba un asunto emergente. Han pasado casi cuarenta años y la sociedad, en un contexto distinto pero también plagado de nuevos retos y riesgos, no ha parado de gratificar aquel gesto pionero. Para eso es la marcha AMAT: para poner los hábitos y las dependencias en el foco, para seguir avanzado hacia una ciudad mejor y, sobre todo, para no dar un paso atrás.
La marcha de Amat, en imágenesVer 23 fotos
Elena Gutiérrez puede decir que lleva cerca de una decena de ediciones haciéndolo. «Desde que me jubilé», sonríe, sin poder evitar echar la vista atrás y recordar el duro contexto que en su día motivó la creación de asociaciones como AMAT: «Había unos problemas...». Había y hay. Sin desmerecer la gravedad de las adicciones consideradas más tradicionales –desde el alcohol hasta las drogas–, la entrada de las tecnologías en los hogares y las consecuencias de este fenómeno estuvieron muy presentes ayer en las conversaciones de los asistentes a esta cita solidaria.
Concretamente son tres las palabras que estos más han repetido: «Redes», «móvil» y «apuestas». Y hace años que su relación con la palabra «adicción» no sorprende a nadie. Al contrario. Hablando de los teléfonos inteligentes. «Generan falta de diálogo hasta en la mesa. Lo de los móviles es preocupante y deberíamos tomar medidas para moderar su uso de alguna forma», opina José Antonio Capellín, a unos minutos de la salida. A su lado, asentía su hijo Carlos, sin desmerecer el desafío que, «todavía hoy», suponen el «alcohol u otras drogas». Porque «están las de siempre y las nuevas».
Los hijos son, precisamente, parientes de los que se ha hablado mucho en relación a las nuevas adicciones del siglo XXI. Aunque no de forma exclusiva, los jóvenes encarnan a una generación especialmente expuesta a la tecnología. Muchos vienen manejando un móvil prácticamente desde la cuna, antes siquiera de aprender a hablar o andar.
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De ahí esa labor de «concienciación» a la que apela Nuria Gutiérrez, que acudió a la marcha con un numeroso grupo de amigas y amigos. En el corro hablaron de todo. De «las redes y el juego», como subrayaba Juanjo Sanz; de toda la gente que «cayó por la droga» hace años, tal y como recordaba Lorena Torres; y, por encima de todo, de la consolidación y el valor solidario de la marcha. «Es una cita muy de Torrelavega», ha proclamado Anabel Díaz, a un paso de Rumba, su fiel compañera de cuatro patas y, este jueves también, participante en esta prueba no competitiva.
Igual que Mara o Marian, que nutrían ese grupo y charlaban sobre el tema cerca de las once de la mañana, Jonatan Ruiz y Cristian San Miguel son otros dos torrelaveguenses que vienen acudiendo a la línea de salida prácticamente desde que el evento su fundó hace 36 ediciones. «Desde crío. Todos los años», decía él; «Igual hemos fallado alguna vez», corregía el segundo, con una sonrisa. Para compensar, este año han convencido a Vicente Ortega, un amigo de Camargo, para que se apunte. Y los tres dijeron lo mismo cuando fueron preguntados adicciones al alza. «Apuestas. El juego está a mano de cualquiera», reveló Ruiz; «ahora con los móviles...», deslizaba Ortega.
Prevención, información, acogida, escucha... Sería osado decir que existe una sola varita mágica para superar una adicción; las vías de escape dependen del problema concreto, la persona y seguramente no discurren por una sola vía. Ayer, el concejal Nacho González mencionó una muy sana: «El deporte es la salida de mucha gente», dijo; «Torrelavega es una ciudad solidaria de verdad», expresó orgulloso el ayer alcalde en funciones, José Luis Urraca, al ver el Bulevar abarrotado de camisetas de deporte, zapatillas de correr y, sobre todo, de sonrisas y esa cosa familiar tan propia de la marcha AMAT.
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